El fortalecimiento de la extrema derecha en Francia
La estrategia de derechización de la derecha republicana iniciada por Nicolas Sarkozy en 2007 pretendía mantener su electorado y evitar un fortalecimiento del FN
La extrema derecha en Francia, representada por el Frente Nacional (FN), conoce un fortalecimiento continuo del que dan cuenta los resultados cosechados en las últimas elecciones presidenciales y legislativas. Así, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2012, la candidata Marine Le Pen obtuvo el 17,9% de los sufragios, lo que representa 6,4 millones de votos, es decir un 68% más que en las presidenciales de 2007 y un aumento de 900.000 sufragios en comparación con el escrutinio de 2002 que permitió a su padre, Jean-Marie Le Pen, clasificarse para la segunda vuelta y provocar una grave crisis política. Más aún, en 43 de los 100 departamentos, supera incluso el 20% y consigue buenos resultados en las ciudades medias y en los pueblos, además de sus bastiones habituales: los suburbios desfavorecidos de las grandes ciudades. Otro dato reseñable es la adhesión creciente de los 25-34 años (20%) y sobre todo de los 35-44 años (23%) al FN.
Esa implantación electoral de la extrema derecha no es achacable a los efectos sociales de la crisis económica ni a la incapacidad de los partidos de gobierno para enderezar la situación. Conviene tomar en consideración una serie de factores, empezando por el nuevo liderazgo encarnado por Marine Le Pen que toma la presidencia del FN en enero de 2011 con el 68% de los votos de los afiliados. Además de ser una mujer, joven y divorciada, la nueva presidenta del FN decide cambiar de estrategia para «normalizar» al FN y convertirlo en un partido que aspira a gobernar. Esta estrategia de «desdemonización» ha supuesto el abandono de ideas fuente de polémicas, tales como el antisemitismo, y el fortalecimiento de temáticas más consensuales como la protección social, la laicidad o la regulación de la globalización. Ese cambio se ha acompañado de una profesionalización del partido de extrema derecha, con la contratación de expertos y de profesionales provenientes de la alta función pública.
Más allá, el fortalecimiento del FN revela una derechización del electorado galo que se traduce por una radicalización del electorado de la UMP. Según un sondeo realizado por el Instituto IFOP, si en 2010 el 32% de los electores de la UMP estaban a favor de realizar alianzas locales con el FN, hoy en día son el 47% (+15%). Esa radicalización afecta igualmente al electorado del FN ya que, si hace siete años el 86% de los simpatizantes den FN pensaba que había demasiados inmigrantes en Francia, hoy en día el 96% piensa lo mismo (+10%). En ese sentido, la estrategia de derechización de la derecha republicana iniciada por Nicolas Sarkozy en 2007 pretendía mantener su electorado y evitar un fortalecimiento del FN. No en vano, los datos demuestran que este planteamiento favorece a la extrema derecha en la medida en que «normaliza» sus temáticas e introduce sus preocupaciones (inmigración e inseguridad) en la agenda política.
Ante este panorama, el FN se muestra optimista de cara a las próximas elecciones municipales y europeas que tendrán lugar en 2014. El partido de extrema derecha aspira a obtener 1.000 concejales y apoderarse de varios municipios, especialmente las ciudades medias situadas en los departamentos del Var, del Vaucluse, de los Bouches-du-Rhône o del Gard. Considera que puede gobernar ciudades como Fréjus, Brignoles, Sorgues, Carpentras, Istres, etc. De hecho, en esos municipios, el FN ha cosechado entre el 25 y 36% de los sufragios en las elecciones presidenciales de 2012 y entre el 36 y el 57% de los votos en las legislativas del mismo año. Y de cara a favorecer las alianzas locales con la derecha republicana, ha elaborado un programa de mínimos asumible por la UMP donde figuran la congelación y/o disminución de la presión fiscal, la protección del pequeño comercio, la defensa de la laicidad en los servicios públicos o la lucha contra la instalación de los nómadas.
En ese sentido, el FN quiere ganar en credibilidad y normalidad para acceder al poder y aplicar sus ideas desde las instituciones, lo que la convierte en aún más peligrosa.