La sociedad navarra se encuentra enfrascada en un profundo y sentido debate acerca de qué hacer con el monumento franquista «Navarra a sus muertos en la Cruzada» popularmente conocido como «Los Caídos», el segundo monumento de exaltación franquista del estado −el primero en un casco urbano−. Un debate con una carga histórica, emocional y vital que sin duda no se da en otras discusiones políticas. Derribo o conservación, una inaplazable divergencia cuyo resultado definirá para siempre nuestra ciudad tanto a nivel memorialista como urbanístico y ante la cual las asociaciones memorialistas ya han dejado más que claro que la reparación y la dignidad de las víctimas del genocidio franquista solo pasa por la demolición del siniestro edificio que corona Carlos III.

Dado este contexto social, resulta difícil de comprender como un proceso que comenzó de forma muy coherente y exitosa con la exhumación del mausoleo franquista de los genocidas Sanjurjo y Mola (gracias a una impecable gestión del gobierno municipal de EH Bildu), ha acabado encallado en un infortunado debate amañado y desigual debido a la nefasta política institucional que al respecto han desarrollado las fuerzas «progresistas» en Pamplona, Navarra y Madrid, a los hechos me remito:

En un debate planteado de forma honesta y justa, las dos opciones existentes −demolición y conservación− deberían tener las mismas oportunidades para ser elegidas y deberían de partir del mismo punto de partida sin trabas ni condicionantes previos que perjudicasen a una u otra opción. Por desgracia no es así, por un lado, la inacción de las fuerzas progresistas durante años en el Parlamento de Navarra ha provocado que a día de hoy el Monumento a los Caídos este protegido por Príncipe de Viana al amparo de la Ley Foral 33/2013. Por otro, y por si este blindaje foral fuese poco, la Ley de Memoria Democrática de 2022 promovida en el Congreso por PSOE y Podemos establece en su artículo 35.1 limitaciones varias que pueden utilizarse para evitar el derribo del vergonzante mamotreto. Tanto en la negociación previa entre PSOE-Podemos y sus socios de gobierno como en el debate de la ley en Congreso y Senado, ambas fuerzas rechazaron enmiendas a dicho artículo remitidas desde Navarra que hubiesen supuesto la eliminación de este blindaje legal.

¿Nos pueden explicar, señorías, qué clase de debate es este en el cual ustedes han blindado legalmente en Navarra (por inacción) y en Madrid (por acción) la conservación del monumento franquista?

El blindaje legal no ha sido la única estratagema para amañar el debate, desde hace años tanto el Ayuntamiento de Pamplona como el Gobierno de Navarra están destinando recursos públicos en «concursos de ideas», «estudios», «procesos de participación», etc. Sobre el futuro de «Los Caídos» (también en los presupuestos para este ejercicio 2024). «Qué casualidad» que la mayoría de las propuestas resultantes de esas iniciativas de cocina institucional aboguen por la conservación del monumento franquista... Utilizar recursos públicos para «vender la moto» ante la sociedad y respectivos electorados de que la conservación del edificio es la mejor opción será legal, pero también es trampa.

Que el debate está amañado es, pues, más que evidente, algo que no extraña estando por medio el PSN −partido tahúr por excelencia, basta con repasar su trayectoria desde su fundación en 1982−, pero que cuesta entender del resto de fuerzas políticas autodenominadas «progresistas» que día sí y día también presumen de practicar una forma diferente de hacer política, pero inexplicablemente chapotean en el mismo fango nauseabundo del estanque de la Plaza de la Libertad.

Eliminar el blindaje legal foral, comprometerse públicamente a no recurrir al fatídico art. 35.1. de la Ley de Memoria Democrática estatal que protege el monumento franquista y dejar de utilizar recursos públicos de forma tendenciosa son pasos imprescindibles que las llamadas «fuerzas progresistas» deben de dar −solo ellas pueden darlos− para convertir el amañado debate de hoy en el debate justo y honesto que se merece la sociedad navarra y especialmente los miles de víctimas del genocidio franquista. Basta ya de jugar con cartas marcadas.