Santi Angulo Martin
Profesor

El mensaje de la derecha en boca de la izquierda

En el mundo de la política estamos acostumbrados a oír palabras utilizadas tanto por la izquierda como por la derecha. Teniendo en cuenta que ésta última es quién domina la palabra, el debate y los medios de comunicación, el uso por parte de la izquierda del mismo mensaje que la derecha lleva a confusión. En esta batalla dialéctica la izquierda sale perdiendo.

Se habla ahora de convivencia; como si la ciudadanía no supiera convivir y tiene que venir la clase política a enseñarnos. La convivencia en sociedades complejas ha sido siempre difícil por los diferentes intereses económicos de las clases sociales existentes. En la actual sociedad capitalista, donde una persona rica vale más que millones de personas pobres, las relaciones de poder que se dan (ver banquero-desahuciado, empresario-parado, iglesia-mujer...) dificultan el buen funcionamiento de la sociedad. En estas situaciones de injusticia hablar de convivencia es pura hipocresía.

La derecha empezó a utilizar el termino reconciliación que, según su interpretación, significaba que nos olvidáramos del pasado, excepto del hecho de que ellos ganaron la guerra, y que nos calláramos (los perdedores de la guerra ya aprendieron a convivir y a callar, aunque fuera a la fuerza). Luego siguió con la cantinela de que «sin violencia, todo es posible», ocultando detrás lo que verdaderamente quería y quiere decir «sin vuestra violencia, todo es posible para nosotros» (ver derecha ley y orden, izquierda violencia). Quitando hábilmente dos pronombres durante años ha engatusado a la izquierda, dejándola atada de manos, ya que ésta rehúsa impulsar ninguna iniciativa que pueda traerle problemas (desobediencia civil, insumisión, planto...) pues enseguida saltan los medios de comunicación de la derecha, el poder judicial y la policía criminalizándola. Más adelante, cuando la izquierda empezó a hablar de república, la derecha sacó el termino de revancha. Es decir, que si la izquierda quería llevar a cabo su objetivo de conseguir una república, era simplemente por venganza, no por ideas. Curiosamente éste es un termino que usan ciertas personas de la izquierda en las instituciones, en el sentido de que ellos no son revanchistas, para evitar tomar decisiones comprometidas más acordes con sus ideales.

En pleno siglo XXI cuando la derecha habla de convivencia se refiere claramente a que les dejemos hacer lo que quieran y que no nos metamos con los políticos de derechas, banqueros, empresarios, iglesia, jueces y policías. Mientras, ellos no pierden la oportunidad de empobrecer y robar a los y las trabajadoras, de criminalizar, perseguir, reprimir y condenar a toda persona que se mueva en su contra. Esa convivencia tampoco impide a la derecha convertir en delitos la libertad de expresión y la actividad política (ver Cataluña) y condenar a las personas por ello.

Otro término que se usa mucho últimamente es el de transición. Esta palabra ya ha sido usada anteriormente y todos sabemos lo que supuso a finales de los setenta. A la derecha la transición le permitió quitarse la camisa azul y ponerse otra con la etiqueta de “demócrata de toda la vida”, sin tener que pagar por su negro pasado. Para el PSOE, el PCE, el PNV... significó renunciar a la ruptura democrática y aceptar la herencia franquista, a cambio de unas migajas de poder. Sin embargo la izquierda sigue utilizando este término, olvidándose de la ruptura democrática que defendía. Desde el punto de vista de la derecha, es la izquierda la que tiene que hacer la transición, esto es, tiene que dejar de plantear temas como república, autodeterminación, derechos, libertades... y adecuarse a las normas de juego impuestas por ella. El objetivo de la transición es claro, la izquierda debe dejar de defender sus ideales y convertirse en partidos políticos al uso.

También se habla a menudo de normalización, es decir, de actuar según la norma, la ley establecida. Para la derecha no hay ley más sagrada que la Constitución y en base a ella se ha de actuar. La Constitución ya nació rancia y con tufillo franquista y durante más de treinta años hemos visto como la derecha (incluido el PSOE) la ha convertido en una Constitución carcelaria, pues solo sirve para amenazar y encarcelar a la disidencia política (ver Mas). Según las leyes surgidas de la Constitución, el margen que tiene la izquierda para conseguir sus objetivos son nulos. Por mucho que gobierne en cientos de instituciones, la izquierda difícilmente conseguirá nada con la norma establecida, ya que la derecha se ha asegurado de que nada cambie gracias al control del Poder Judicial y al endurecimiento de las leyes, cortando de tajo derechos y libertades democráticas. Es imposible la transformación de la sociedad en este marco cada vez más opresor. Actuar con normalización supone eternizar a la derecha en el poder, pues la propia ley establecida es la que impide dicha transformación.

A día de hoy la derecha ha conseguido anestesiar a la izquierda con su mensaje. En lugar de utilizar su propio discurso, en esta batalla dialéctica, la izquierda, salvo honradas excepciones, utiliza el lenguaje de la derecha, que solo sirve para que la militancia de izquierda se resigne ante la imposibilidad del cambio. Ni si quiera en las instituciones que gobierna la izquierda hay un mensaje y un accionar claro a favor de las clases más desfavorecidas, simplemente se gestiona. Si la izquierda sigue empeñada en actuar según los términos de la derecha, poco se podrá hacer para la transformación social que se pretende. Hay que cambiar de mensaje, hablar más de justicia social, de libertades, de derechos... y actuar en consecuencia. La normalización, la transición, la convivencia... solo sirven de coartada a la derecha en su política neoliberal.

Una cosa es que la izquierda haga análisis, reflexione, debata, mejore su funcionamiento democrático y participativo, y otra bien distinta es abandonar los ideales por los cuales siempre luchó, queriendo convencer a la sociedad utilizando el mensaje de la derecha. Hay que avanzar hacia la ruptura democrática, cambiando las leyes o desobedeciéndolas, recuperando las libertades y derechos negados o perdidos en los últimos años. Hay que crear un discurso propio y hay que actuar firmemente en defensa de una transformación social de izquierda.

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