Asier Fernández de Truchuelo Ortiz de Larrea

El nacionalismo logroñés haciendo de las suyas

Estamos hablando de un proyecto cuyo estudio previo ha valorado cuatro posibles rutas, dos de ellas: las más económicas, las de menor recorrido y las de mayor impacto medioambiental atravesarían la Sonsierra. Para un recorrido de no más de 50 kilómetros lineales estamos hablando de un desembolso estimado entre los 710 millones del proyecto más económico a los 970 millones de euros del proyecto más caro.

Un nuevo peligro se cierne sobre las tierras riojano sonserranas, el ramal de alta velocidad Logroño-Miranda de Ebro; un proyecto faraónico y de escaso, por no decir nulo, interés socio-económico para el Estado y aún menos para la región en cuestión. En la zona afectada no generará ventajas de ningún tipo, todo serán perjuicios: incidirá de forma negativa en el turismo, en la producción vitivinícola y en un futuro crecimiento sostenible.

La codicia de unos pocos, la envidia junto a un progreso y un regionalismo mal entendidos van a conseguir arruinar miles de hectáreas de viñedo de gran calidad; verdadero motor económico de la zona, que junto al enoturismo también se verán afectados. Por otra parte el impacto medioambiental será catastrófico, a la perdida de superficie productiva se sumarán problemas de movilidad y de degradación paisajística.

La comunidad autónoma autodenominada de La Rioja, otro fenómeno de la transición: las comunidades uniprovinciales alrededor de las provincias vascas, cuyo fin último era crear nuevas identidades regionales con un claro sentimiento pro español y antivasco, para frenar la influencia del incipiente nacionalismo vasco. Esa región periférica, llamada Logroño, convertida en un verdadero reino de taifas excluyente, prepotente, insolidaria y al parecer con aspiraciones de restaurar el «mítico Reino de La Rioja». No deja de cometer injerencias sobre los territorios vecinos: denuncias del sistema jurídico-económico vasco, apropiación del nombre de La Rioja con carácter particular, control de la denominación de origen Rioja…

Si hace unos años la moda fueron los campos de golf, los aeropuertos, los viales metropolitanos… todo tipo de infraestructuras públicas infrautilizadas, ahora es el momento de los trenes de alta velocidad (TAV). Un modelo de transporte cuya viabilidad hace años que es cuestionada, en el 2014 el Tribunal de cuentas francés hizo público un informe que denunciaba la viabilidad del modelo.

Estamos hablando de un proyecto cuyo estudio previo ha valorado cuatro posibles rutas, dos de ellas: las más económicas, las de menor recorrido y las de mayor impacto medioambiental atravesarían la Sonsierra. Para un recorrido de no más de 50 kilómetros lineales estamos hablando de un desembolso estimado entre los 710 millones del proyecto más económico a los 970 millones de euros del proyecto más caro.

Partimos de una zona con las infraestructuras tanto viales como ferroviarias bien desarrolladas. Con una buena cobertura tanto ferroviaria como por carretera.
Miranda de Ebro-Logroño:
-Tren Alvia-Renfe: 53 minutos. La vía férrea discurre por la margen derecha del río Ebro, más o menos paralela a él.
-AP 68: 49 min. 66 km de los cuales 54 km son por la AP68.
-LR 232: 56 min. Discurre por la margen derecha del río Ebro. 66 km.
-A 124: 1:05 min. Atraviesa la Sonsierra, margen izquierda del Ebro. 58 km.

Se supone que con la nueva infraestructura el tiempo del viaje en tren se vería reducido a 22 minutos. Si lo que se pretende es reducir los tiempos de viaje, ¿no sería más rentable y de menor impacto una actuación sobre la vía férrea existente? Ante los datos presentados, sólo cabe preguntarnos: ¿qué oscuros intereses mueven a potenciar éste tipo de infraestructuras del todo innecesarias? Sin ninguna explicación lógica y visto lo visto sólo nos queda estremecernos ante este tipo de políticas caudillistas y megalomaníacas.

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