Iñaki Uriarte
Observador

El PNV y el daño causado

Tal día como ayer, el 31 de julio de 1895, Sabino Arana Goiri (1865-1903) fundó el Partido Nacionalista Vasco, que tiene su denominación y acrónimo más frecuentemente usados en lengua española, PNV. En este breve escrito se incide en su nefasta gestión cultural. Como inicio, en una época relativamente cercana ya tuvo un síntoma de conservadurismo, retraso y torpeza cuando el lehendakari José Antonio Aguirre y Lecube (1904-1960), político español según (des)infoma Wikipedia, pero desgraciadamente nadie corrige, rechazó el mural Guernica de Pablo Picasso (1881-1973) considerando que «no valía nada».

Este atrofiamiento cultural ha persistido hasta el presente, exceptuando el segundo Consejo General Vasco, órgano preautonómico así como durante el mandato del primer lehendakari del Gobierno Vasco, Carlos Garikoetxea (1980-1985).

Durante años, día tras día, cada vez con más nitidez, el PNV se está situando en el lado negativo y peligroso de la historia, en su aspecto cultural. Uno de los testimonios más evidentes es la progresiva degradación de su espíritu creativo, si no miseria divulgativa y formativa de ETB, de una banalidad sino cutrez indisimulable.

Los dirigentes del partido solo acuden para aparentar a los aspectos espectaculares de la cultura, entrega de trofeos, inauguraciones, temporada ópera, algún concierto, la Quincena Musical ridícula y mayoritariamente, denominación, Zinemaldia, quizá también Jazzaldia, y acontecimientos donde la presencia de público y medios haga rentable su asistencia. También en el deporte, no importa cuál, ya que renta mucha visibilidad, como se ha visto en el inicio del reciente Tour, un acontecimiento deportivo utilizado política, económica y turísticamente desperdiciando toda referencia en lo cultural con apenas unos rasgos de presencia del euskera.

Basta recordar quienes, de ambos géneros, han sido nombrados, consejeros, diputados, concejales e incluso alcaldes, para esta alta responsabilidad en una nación que tenga una elemental autoestima por su idiosincrasia, creatividad y legado. Personajes mediocres, carentes de un mínimo umbral de criterio, sensibilidad y escrúpulos que no sostienen un debate público por su endeblez cultural elegidos entre afiliados, solo y lógicamente que sean euskaldunes, que ocupan, en el sentido de entorpecer, un cargo y reciben un exquisito salario.

El daño causado a la identidad material, la riqueza cultural generada a lo largo de la historia especialmente a su patrimonio arquitectónico en todas sus modalidades, desde el residencial al industrial, al servicio de la corrupción urbanística, previa prevaricación, es plurifacético, inmenso de unas dimensiones gigantescas. La destrucción democrática. Una violencia propia de sociedades incivilizadas que, si antes fue injusta e injustificable en el presente es inadmisible, por lo que deberán mostrar empatía con las numerosas víctimas de tantos atentados culturales.

Barbarie inimaginable incluso para un observador neutral por foráneo que sea y conozca un poco la inmensa riqueza de bienes culturales del pueblo vasco, que en esta ocasión excluye Nafarroa, ya que en este territorio el partido, revestido como Geroa Bai, su relevancia y poder destructivo es insignificante (13,07% de votantes).

El PNV, ni se ha arrepentido ni pedido perdón por los cuantiosos estragos ocasionados en tantos pueblos de la Comunidad Autónoma, como se autodefine, ya la palabra Euskadi les produce molestia y dado que se «sienten cómodos en España» (Arriaga Antzokia 1988/01/09) pero empiezan a estar incómodos en Euskal Herria viendo la irreversible deriva evidenciada, aunque todavía acaparan responsabilidades en la materia de modo irresponsable.

La soberbia de estos personajes emanada de su crecida, supuesta infalibilidad y poderío político les hace no solo ignorar, sino incluso despreciar rigurosos estudios e informes, que contradicen sus despropósitos, de prestigiosas entidades como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1752) o Aranzadi Zientzia Elkarteak (1947).

Sus dirigentes, cargos y asesores, como encubridores y cómplices necesarios, deben condenar los atentados cometidos por ellos y sus antecesores, mostrar un sincero arrepentimiento, asumir culpabilidades y proceder a reconocer y reparar, moralmente, el enorme daño causado asegurando que no reincidirán y para que no vuelva a ocurrir jamás.

El consejero de Cultura y los demás cargos, viceconsejero, director y lo mismo en las otras administraciones, son personas de designación política sin absolutamente ningún arraigo, inquietudes ni vocación cultural con una formación muy precaria en esta faceta si se conocen sus antecedentes antes e incluso después de inscribirse en el partido y hasta su nombramiento, luego lucen en todas partes.

Su gestión prevaricatoria, junto con otros cargos, la diputada de Cultura de Bizkaia y su séquito, el alcalde de Bilbao y concejales implicados, en el proyecto de deformación del Museo de Bellas Artes de Bilbao y alteración del Parque de Casilda Iturrizar en el que se inserta, confiamos en que sea justamente sentenciada por el Juzgado de Instrucción nº1 de Bilbao en el que se encuentran denunciados. Están delinquiendo contra la propia Ley 6/2019, de Patrimonio Cultural Vasco que han aprobado y se supone deben acatar, por lo que todos ellos son indignos del cargo que ostentan y desde el que manipulan.

Con todos estos antecedentes este país, que ya casi no existe, pues ya le han borrado su nombre para convertirlo en su eslogan turístico, Basque Country, va a una ruina cultural.

Finalmente, es deber de memoria recordar que, para el PNV, entre la patria y el dinero, lo segundo es lo primero.

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