Jorge Bayón

El público del fútbol no es público

El público del fútbol no es público Escribo estas líneas justo en el momento en que una canción en ETB1 empieza para celebrar la victoria del Athletic en la próxima final de copa, coincidencias. Sin embargo, lo cierto es que no es difícil que algo así suceda puesto que mucha gente en la ciudad y Bizkaia está deseosa de que la ganen; así, en las últimas semanas, los balcones, fachadas y tendederos se han llenado de banderas y de ‘Aupa Athletic’, haciendo que poco a poco, mirándose al lugar al que se mire, el rojo y el blanco inunden la vista, y que finalmente hasta los edificios públicos hayan colgado banderas o telas con los colores del Athletic. Sé que quienes han colgado dichas banderas en edificios públicos lo han hecho con la mejor intención. Sé que no es sino la alegría la que les ha llevado a extender metros y metros de tela por fachas y ventanas. Sé que es la ilusión del aficionado a un deporte y en concreto a un club de fútbol la que ha desbocado esa pasión y ese sentimiento.

Sin embargo, también sé que la afición a un deporte y a un club es un asunto privado de cada cual que tiene que llevarse a cabo con el mayor de los respetos, no solo porque te puedas encontrar con alguien que también piense que su equipo es el mejor del mundo mundial –como diría Manolito Gafotas-, sino porque puede que a quien tengas enfrente le dé absolutamente igual el fútbol, el tenis o la petanca, y que de lo que se preocupe es de saber que, cuando acude a un centro público, se respetará la neutralidad con que debe actuar cualquier institución, algo que se pierde en el momento en que ondea una bandera de un club de fútbol.

Nos quejamos, y con toda la razón del mundo, de que se conceden permisos y prebendas a los actos religiosos, por ejemplo, durante la Semana Santa, y denunciados la pérdida de la neutralidad en tales casos de nuestros representantes e instituciones, así como de dinero público. No podemos menos que exigir, exigirnos la misma neutralidad en cualquier otra esfera de la vida, y eso supone que los edificios públicos no son el escaparate comercial de ningún club privado de fútbol por mucha afición que tenga detrás, puesto que la afición es particular de cada cual, y el hospital, ambulatorio o Ayuntamiento es de todos y representa a todos, por lo que debe mantener la más estricta de las neutralidades, y no desembolsar ni un solo euro de las arcas públicas.

Por eso, deseando que al Athletic le vaya lo mejor posible en el partido del próximo sábado, me gustaría invitar a la reflexión a todas y todos aquellas y aquellos que quieran hacerlo sobre cómo de una manera ‘normal’ las instituciones públicas, y por ende lo público, se ve invadido una y otra vez por lo privado, invadiendo esferas que no le corresponden y que ellos no se dejarían perder, o es ¿que alguien piensa que en San Mamés Berria se podría poner una bandera de Osakidetza por la cara?

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