Joseba Andoni García Losada

El que pueda, que haga

No hace mucho tiempo, mantuve una reunión con la alcaldesa de un municipio vizcaíno. Se trataba de aprobar un proyecto para una infraestructura de telecomunicaciones para poder dar servicio de internet en parte del casco histórico protegido del pueblo. En la reunión estaban presentes la alcaldesa, el teniente alcalde y el responsable de urbanismo por parte de la localidad, y mi director general, mi director técnico, y yo por parte de mi empresa (actualmente no trabajo en ella), y dos empleados de Euskaltel.

Tomó la palabra la alcaldesa y recordó que en su juventud trabajó en los inicios de Euskaltel como operadora de atención al público, y el sentimiento que tenía en esos momentos de estar trabajando en «La Telefónica de Euskal Herria». A los que conocemos bien la historia de Euskaltel nos chirrió semejante percepción tan alejada a la realidad. Es probable que por parte del Gobierno Vasco de ese momento se viera así, y para ello se capitalizó del siguiente modo: según el primer reparto accionarial el Gobierno Vasco (a través de su sociedad Euskalnet) contaría con en torno al 40%, mientras que las tres cajas de ahorros vascas (la vizcaína BBK, la guipuzcoana Kutxa y la alavesa Vital) controlarían el otro 60%. No voy a explicar todo el periplo de diferentes cambios en el accionariado y las impresionantes plusvalías que se han ido produciendo, serían objeto de otro artículo. Me voy a centrar en la OPA que Euskaltel recibió por parte de MásMóvil y que se cifró en unos 6.000 millones de euros, parte en efectivo, unos 2.500 millones, y el resto, en refinanciación de la deuda.

Pero, ¿quién es MásMóvil? También se podría hacer una serie de Netflix con su historia, pero nos centraremos en lo que nos afecta.

Entre los accionistas de MásMóvil, destacan los fondos KKR, Providence y Cinven, aunque una parte minoritaria sigue en manos de los accionistas que han apoyado el grupo casi desde su nacimiento: el propio Spenger, la familia Ybarra, José Poza y José María Echarri y su gestora Inveready.

Más allá de los apellidos que nos suenan, me quiero centrar en KKR, fondo de inversión que actualmente reinvierte parte de su dinero en «instalar a nuevos colonos» en fincas sustraídas a los palestinos de Cisjordania. El fondo KKR se ha hecho conocido por ser el capital que controla gran parte de los festivales de música más importantes del mundo, y que grandes bandas musicales están bloqueando por su participación en el genocidio palestino.

Yo, como ciudadano euskaldun, me siento orgulloso de mi pueblo, de ver como hemos sido el germen que boicoteó la Vuelta a España por permitir que Israel nos colocara un elemento propagandístico dentro y que, probablemente, haya forzado al propio presidente del Gobierno del Estado, Pedro Sánchez, a mojarse con mayor fuerza en acabar con este genocidio.

En este momento, en París se está negociando la compra por parte de Orange del paquete de acciones que KKR mantiene en el accionariado de MásMóvil. Si miles de abonados nos cambiamos de compañía, KKR verá como su dinero vale menos y forzará a Israel a terminar con el exterminio del pueblo palestino.

«El que pueda que haga», es la frase que ha hecho célebre el proisraelita de Aznar en otro contexto, en este caso, para echar a Pedro Sánchez. Yo me la aplico a este contexto, todos podemos ayudar a Palestina no engordando a KKR.

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