Olga Saratxaga Bouzas
Escritora

Elige tu futuro

De la mano de la revolución industrial y el capitalismo, Europa continuó exprimiendo la naturaleza africana para el mercado de consumo del siglo XIX y XX de fuera de sus fronteras. El continente hermano ha sido invadido y saqueado durante siglos.

Tras el día de Europa (celebración de la paz y la unidad del continente) parece necesario escribir y festejar las bondades de su historia; sin embargo, la fingida amable silueta del viejo territorio esconde episodios menos gratos de lo que la gran mayoría presume, relacionados con la explotación económica y humana en las colonias africanas a partir del siglo XV; mucho menos democráticos de lo que los gobernantes actuales pretenden aparentar en sus jornadas de puertas abiertas, mostrando sus instituciones al pueblo raso con su arenga de concordia y fraternidad y omisión pudorosa de una de sus mayores «hazañas»: el cementerio de la vergüenza, la gran fosa común de la pobreza enterrada en el Mediterráneo.


En relación con la migración, es evidente que las crisis económicas motivan los desplazamientos de la población de sus lugares de origen y los flujos migratorios dirigen sus expectativas a los puntos geográficos más cercanos. No obstante, pocas veces se analizan los porqués del éxodo, de la huida forzosa de personas que abandonan sus raíces y arriesgan sus vidas enfrentándose a un mar embravecido o a peligros varios, que en realidad han sido propiciados por la intromisión de países extranjeros.


No se puede decir que África haya sido una pieza con suerte en el tablero geopolítico internacional. El gran tesoro de sus recursos naturales unido a la superioridad moral desde donde era observada por el mundo blanco de Occidente, fueron las razones para invadir y repartirse sus tierras y sus habitantes. Millones de africanos fueron arrancados y enviados a América para abastecer de mano de obra esclava a las grandes plantaciones de azúcar. Su ubicación geográfica ha supuesto, además, vías fluviales estratégicas, activadoras del comercio de los propios esclavos y de materias primas, por las que empezaron a evadir lo espoliado las grandes potencias europeas.


De la mano de la revolución industrial y el capitalismo, Europa continuó exprimiendo la naturaleza africana para el mercado de consumo del siglo XIX y XX de fuera de sus fronteras. El continente hermano ha sido invadido y saqueado durante siglos. Modificamos y aniquilamos sus lenguas, su cultura y sus especies animales (en peligro de extinción por la caza y el tráfico ilegal de pieles y marfil). Más de la mitad de las tierras fértiles cultivables del mundo se encuentran allí: sembradas para alimento externo mientras su población se muere de hambre...


Esquilmando riquezas, explotando minas y bosques comenzamos a forjar la inanición de África y su necesidad de emigrar. Esclavitud, sangre, guerra, miseria y un largo etcétera componen nuestra aportación a la emigración africana, y he ahí la historia del continente más rico del planeta convertido en el más empobrecido. 


Como pobladora de la EU, me gustaría aportar mi granito de arena a esta conmemoración. Las proezas realizadas se merecen mucho más que un día en el calendario. Se me ocurre, acaso... añadir otro apelativo a esta alianza de estados: criminal de la humanidad; de esta misma que no tiene otra opción que mendigar a la puerta de sus fronteras un trozo de futuro a cambio del ayer y el presente que le hemos robado en su tierra. Sí, ahora que estamos de nuevo inmersas en campaña electoral, tú, que puedes, defiéndete: ¡Elige tu futuro!

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