Siamak Khatami
Politólogo

En contra de la corrupción

Claro que la corrupción existe por todo el mundo. Ya hemos oído, o leído, suficiente sobre casos de corrupción en el Estado español. Y España ocupa un nivel intermedio.

Admitámoslo: vivimos en una sociedad donde la corrupción es uno de los mayores problemas. En un cierto grado, se tolera. Nos quejamos del problema. Se da para muchas tertulias. Pero muchos de nosotros hacemos poco más que eso. Yo diría que incluso los movimientos radicales y violentos islamistas que se ven actualmente en muchos países, se alimentan del problema de la corrupción: los jóvenes que se hacen radicales yihadistas,se mueven en aquellos círculos, entre otras razones, porque la sociedad en la que viven no carece solamente de los valores éticos que ellos consideran estimables, sino que también sufre de un alto grado de corrupción. Y cuando esos jóvenes llegan a un punto en que no ven otra solución a su alrededor, es entonces cuando se unen a movimientos radicales violentos islamistas.

El escritor Carlos Fuentes expresa de buena manera los efectos de la corrupción en una sociedad cuando, en su libro "La muerte de Artemio Cruz", escribiendo sobre la revolución mexicana de 1910-1917, menciona lo siguiente:

«Una revolución empieza a hacerse desde los campos de batalla, pero una vez que se corrompe, aunque siga ganando batallas militares, ya está perdida. Todos hemos sido responsables. Nos hemos dejado dividir y dirigir por los concupiscentes, los ambiciosos, los mediocres. Los que quieren una revolución de verdad, radical, intransigente, son por desgracia hombres ignorantes y sangrientos. Y los letrados solo quieren una revolución a medias, compatible con lo único que les interesa: medrar, vivir bien, sustituir a la élite... Ahí está la drama de México. Mírame a mí. Toda la vida leyendo a Kropotkin, a Bakunin... Plejanov... Y a la hora de la hora, tengo que afiliarme con Carranza porque es el que... no me asusta».

Lo que no se menciona explícitamente en este párrafo es que Carranza estaba más dispuesto a dar su mano a torcer por las élites, y eso significa mirar al otro lado cuando sucede un asunto de corrupción. Pero Carlos Fuentes explícitamente está hablando del momento en el que una revolución se «corrompe», y en esa explicación tiene la razón.

Se supone que la transparencia, la honestidad, y la eficiencia son entre las cualidades centrales del trabajo de cualquier cargo gubernamental o estatal, y funcionarios que sirvan a sus respectivos pueblos, no ladrones sirviendo sus intereses particulares. Y una enorme parte de los problemas y escándalos que surgen, es por cuestiones de despilfarro y malgasto. En resumen, la corrupción es un gran problema por todo el mundo.

Bueno, hay que admitir que hay enormes diferencias entre distintas regiones. Lo que en los países nórdicos y bálticos causa escándalos nacionales, en muchas otras partes del mundo constituye nada más que asuntos «normales» del día a día, y el público incluso puede preguntarse «¡¿dónde está el problema?!». Pero veamos solo algunos ejemplos en varias partes del mundo.

Corrupción y Yihadismo en la Región del Sahel en África:

La región del Sahel la componen diez países: Senegal, Gambia, Mauritania, Guinea, Malí, Burkina Faso, Níger, Chad, Camerún y Nigeria. En el Sahel, la mala gobernanza, la debilidad y las carencias de instituciones estatales así como la ausencia de control sobre las fronteras, han reducido la capacidad de los Estados para lo que es una de las funciones más básicas y más importantes de cualquier gobierno: garantizar la paz y la seguridad de millones de ciudadanos, y también han causado que se incremente el nivel de conflictividad en una región cuya estabilidad es imprescindible para el futuro de toda  África y más allá. El Sahel también es una de las regiones donde más palpable se hace la conexión entre el crimen organizado y el yihadismo radical convertido en una de las principales amenazas a la seguridad internacional. Esta conexión es vital para la proliferación de los tráficos ilegales y la fortaleza del terrorismo yihadista en el Sahel.

Hoy, los conflictos armados, el terrorismo yihadista y el crimen organizado son las principales amenazas para el desarrollo de todos los países del Sahel, y erradicarlos requiere un mayor compromiso, cooperación y solidaridad internacionales. Compromiso, cooperación y solidaridad internacionales que no van a ser realidad si los líderes políticos de los países del sahel son unos unos corruptos y miopes que sólo miran por sus propios bolsillos y cuentas bancarias, sus propios intereses económicos, y creen que sus pueblos deben servirles a ellos, no ellos a sus pueblos. Y esa miopía y corrupción sólo desaparecerán bajo presión constante por parte de la comunidad internacional.
Los Yihadistas ya controlan quizá la mayor parte de Malí en el norte y el centro del país, y el gobierno central maliense se limita a controlar Bamako (la capital) y sus alrededores. En varios otros países del Sahel, como Burkina Faso y Níger, hay riesgo de golpe de estado o conflicto militar. Esa presión constante por parte de la comunidad internacional no es solo necesaria, sino que muy urgente.

Corrupción en Irán y Arabia Saudí:

En Irán, los datos de la Organización para la Transparencia Internacional indican que está aumentando la percepción de los iraníes sobre la corrupción en su país, lo que significa un empeoramiento de la situación de la República Islámica. En 2018, Irán ya había descendido al número 138 en un ranking de 180 países, y todos los datos indican que ha continuado el descenso del país. En 2019, Irán ya descendió al número 146 de entre 180 países. Reformistas y conservadores por igual, y a veces incluso el Líder Supremo Alí Jameneí, critican rutinariamente la corrupción en el gobierno. Pero una investigación de Reuters indica que el mismo Jameneí controla un imperio financiero masivo construido sobre la incautación de propiedades por valor de 95 millones de dólares. Mientras que el expresidente Mahmoud Ahmadinejad (presidente entre el 3 agosto de 2005 y el 3 de agosto de 2013) se comprometió a luchar contra la «mafia económica/petrolera» en todos los niveles del gobierno, fracasó en su intento de reducir los niveles de corrupción. Todo se redujo a palabras bonitas que no significaron nada en la práctica. De los 700.000 millones de dólares ganados durante la presidencia de Ahmadinejad por la venta de petróleo, 150.000 millones han desaparecido en escándalos de corrupción. Muchos iraníes creen que los problemas económicos del país son resultado de mala gestión y corrupción.

El Departamento de Estadística de Irán informa que diez millones de iraníes viven por debajo de la línea de pobreza absoluta, y treinta millones viven por debajo de la línea de pobreza relativa. Mientras tanto, una pequeña élite, involucrada en corrupción masiva, gana miles de millones cada año. La corrupción es un problema mucho más grave que las sanciones de otros países contra Irán por su programa nuclear. Por ejemplo, Hossein Raghfar, economista de la Universidad Alzahra de Teherán, sugiere que tan solo el 15% de los problemas económicos de Irán pueden atribuirse a sanciones.

En el caso de Arabia Saudí, el mayor exportador de petróleo del mundo ha obtenido 53 puntos en el índice de la percepción de la corrupción publicado por la Organización para la Transparencia Internacional en el año 2021. Es la misma puntuación que obtuvo en 2020. Así está en el puesto 52 en el ranking de 180 países. Y si contamos los últimos cinco años, la percepción de corrupción en Arabia Saudí ha mejorado.

El régimen saudí, de vez en cuando intenta dar una imagen de dureza contra la corrupción como, por ejemplo, en 2017 hubo una purga que incluyó el arresto de once príncipes y varios ministros. Sin embargo, ninguno de esos príncipes fue nombrado y hay más de 5.000 príncipes en Arabia Saudí. Y en agosto de 2021, fueron detenidas más de 200 personas, incluidos algunos funcionarios de los ministerios del Interior, Relaciones Exteriores, Justicia, Salud, Educación y Comercio. Pero ningún ministro o alto cargo, ni ningún príncipe. Y las periódicas detenciones y purgas, en realidad, forman parte del plan del príncipe heredero, Mohamed bin Salmán, de consolidar su poder y prepararse para el día que sea rey. La corrupción es un problema estructural en Arabia Saudí, en un régimen de dictadura absoluta que no muestra ninguna inclinación a democratizarse. Ni siquiera hay ninguna constitución de Arabia Saudi, el régimen argumenta que ellos tienen el Qorán (el libro sagrado del Islam) y eso es suficiente. Cualquier cambio que suceda en el futuro próximo será para mostrar una imagen de moderación sin que nada de fondo cambie.

Corrupción en Rusia

En 2021, Rusia solo obtuvo 29 puntos en el índice de la percepción de la corrupción que publicó la Organización para la Transparencia Internacional. Su puntuación había descendido respecto a 2020, lo que significa que los rusos perciben un aumento de la corrupción en el sector público del país. Rusia ha llegado a ocupar el puesto 136 en el ranking de 180 países.

La corrupción en los gobiernos de Vladímir Putin desde el año 2000 (cuando llegó a la presidencia por primera vez) hasta la actualidad, fue resultado de una transición fallida e incompleta después de la caída de la URSS. En realidad, el problema empezó desde la presidencia de Borís (pronunciado Barís) Yeltsin (diciembre 1991-2000)que, siendo un payaso y borracho, bajo la excusa de crear un sistema liberal capitalista en Rusia, entregó las empresas del país, a precios de ganga, a los llamados «oligarcas» que aprovecharon el agujero negro que existía al implosionar el sistema soviético, para maximizar su propio beneficio. Y cuando Putin llegó a la presidencia en 2000, sólo profundizó el sistema que se había creado bajo la presidencia de Yeltsin.

El problema no es solo un fallo de moralidad, cuando alguien se beneficia desviando recursos públicos para provecho personal. La corrupción es una actividad grupal: hay que haber quienes dan y reciben sobornos, quienes desvían recursos, quienes miran hacia otro lado y quienes exigen una parte a los que reciben. Con el tiempo, se crea un sistema paralelo de recompensas y castigos. Esto se ha convertido en el comportamiento esperado en Rusia. Aquellos que rechacen participar en la economía paralela de favores y sobornos, son ignorados para ascensos, eliminados de los beneficios y detenidos en el camino al poder. El poder y la riqueza se acumulan para los que estén dispuestos a jugar el juego de la corrupción, y aquellos que no, son olvidados en el camino. Quienes intentan romper la cultura de la corrupción se arriesgan a perder su seguridad, su libertad o incluso su vida.

Pero, ¿por qué hay tanta corrupción en Rusia? Por falta de democratización. Había corrupción en la URSS pero, tras su disolución, el crecimiento extraordinario de la libertad de expresión y asociación en Rusia y otros países exsocialistas, crearon oportunidades nuevas para la corrupción. Esto no habría sido tan malo si la democratización también hubiera producido instancias de supervisión al poder ejecutivo, y un poder judicial independiente. También habría que construir instituciones, un sistema bancario y un sistema legal sólidos. Estonia siguió ese camino y, tras el colapso de la URSS, la corrupción disminuyó allí. Pero en Rusia, el gobierno tomó en cuenta la insistencia de asesores occidentales para sacar al Estado de la economía tanto como fuera posible para que el libre mercado floreciera. Las instituciones y las restricciones se perdieron en el intento. Y las estructuras paralelas de la corrupción florecieron.

Conclusiones: claro que la corrupción existe por todo el mundo. Ya hemos oído, o leído, suficiente sobre casos de corrupción en el Estado español. Y España ocupa un nivel intermedio, entre los países nórdicos y bálticos, donde existe menos, y países como Nigeria, Irán, Pakistán y Bangladesh, entre otros, donde existe más. En estos últimos casos, no va a haber casi ninguna mejoría en el corto plazo. Cualquier mejoría va a tardar bastantes años en profundizar. En mi experiencia particular, un ejemplo que encuentro interesante es el de Finlandia, un país considerado muy transparente y «limpio». Una vez que yo estuve en Helsinki, la capital finesa, yo sabía que se podían encontrar objetos de arte muy valiosos y antiguos rusos, incluidos iconos de siglos pasados. Sin embargo, según la ley, no se puede exportar iconos antiguos, de siglos pasados, fuera de Rusia. Pero un anticuario de Helsinki me dijo que si yo quería, iconos antiguos se podían sacar de Rusia fácilmente: solo era cuestión de conocer a un agente de aduanas en San Petersburgo (que está cerca de la frontera con Finlandia) a quien se pudiera sobornar; y ese anticuario tenía amistad con algunos agentes de aduanas en San Petersburgo. Y Finlandia es uno de los países considerados «más limpios de todo el mundo». No es cuestión de ayudar a otros estados a reducir sus niveles de corrupción. Es la cultura política de cada país  la que tiene que cambiar, para que la ciudadanía sea más informada y se implique más en la reducción de la corrupción en su propio país.

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