Itsaso Lekuona
Askapena

Entre Venezuela y Colombia, clave de futuro

«En todo el continente se lucha por la emancipación social hoy, pero a los dos lados de esta frontera se juegan ahora mismo las cartas más importantes.»

La frontera que separa Venezuela y Colombia es uno de los lugares en los que más fácilmente se puede entender el proyecto integrador del bolivarianismo. Cualquiera que se acerque a esta frontera encontrará casi imposible diferenciar un lado del otro, la frontera no es más que una línea imaginaria de más de 2.000 kilómetros, definida por diferentes puestos fronterizos, que pretende separar a un mismo colectivo social. A los dos lados de la frontera se puede escuchar el mismo acento, se observa un mismo paisaje y la cultura de la población local es esencialmente la misma.


A pesar de lo arriba expuesto, esta frontera es un lugar de singular importancia pues limitan aquí los territorios de dos gobiernos de signo e intereses opuestos. Este lugar ha sido y es testigo tanto de la lucha guerrillera como de innumerables asesinatos y desapariciones de los narcos y paramilitares. Del lado venezolano la colectividad colombiana es grande y sigue creciendo, aquí se entremezclan personas que huyen de la represión política con emigrantes por motivos sociales, son en su mayoría gente muy humilde que busca en Venezuela una cierta seguridad y la posibilidad de seguir adelante dejando atrás la macabra historia de sus respectivos pueblos.


Es precisamente esa realidad de represión ante las ansias de libertad del pueblo colombiano la que, a pesar del proceso de negociación abierto en Colombia, sigue golpeando cada poco tiempo en Colombia y hace cada vez más difícil avanzar en los diálogos de La Habana. De nuevo planea sobre el movimiento popular colombiano el fantasma de los asesinatos, las torturas y las desa- pariciones que asolaron a la Unión Patriótica en los años 80 y 90, entonces fueron miles de personas las asesinadas, buscando como último objetivo aniquilar el movimiento revolucionario y destruir cualquier tipo que buscase trabajar por la liberación social en Colombia. Hoy, a pesar de las conversaciones de La Habana, o precisamente debido a ellas, los asesinatos de representantes del movimiento popular colombiano han vuelto a repuntar y tristemente parece que seguirán en aumento.


Volviendo al lado venezolano, no es casualidad que sea justo en el occidente de este país, fronterizo con Colombia, donde los movimientos reaccionarios opositores suman más fuerzas, aquí han conseguido parar la universidad de manera prolongada y la guarimba tiene algo más de fuerza que en el resto del país. En los sectores populares de la zona es un secreto a voces el hecho de que la guarimba local está alentada y organizada por los paramilitares, que detrás de todo esto se encuentra la larga mano de Alvaro Uribe. Y lo cierto es que lo más probable es que así sea, de hecho, es la manera habitual de funcionar de los paramilitares colombianos, bien sabe el pueblo colombiano que en su larga y triste historia los «paracos» rara vez han buscado el enfrentamiento militar directo. Su estrategia casi siempre ha sido la de seleccionar objetivos sencillos, en su mayoría inocentes que poco tenían que ver con el conflicto armado. El terrorismo paramilitar siempre tuvo bien aprendida la lección de que para desestabilizar a su enemigo era más fácil atacar al entorno, buscar víctimas fáciles cuya muerte, tortura o desaparición infundiera el miedo y la confusión en el entorno revolucionario.


Finalmente, el objetivo reaccionario está claro, tumbar al chavismo, y para ello abrirán los frentes de lucha que sean necesarios; la guarimba como actividad militar de baja intensidad abre el campo a los asesinatos selectivos ejecutados por francotiradores, recordemos que la mayoría del casi medio centenar de muertos  que se han cobrado los disturbios han muerto de esta manera, pero si todo esto no funcionara también sigue en marcha la estrategia del desabastecimiento y la especulación con los artículos de primera necesidad.
Ante este panorama, la derecha venezolana muestra en público supuestas discrepancias internas, si no fuera porque su trayectoria es larga y repetitiva, podríamos incluso creer que las diferencias de criterio son reales, pero no es la primera vez que utilizan esta táctica, y hoy en Venezuela se sabe que estas supuestas disidencias son la forma de intentar capitalizar en un futuro la pretendida caída del Gobierno. Ocurra de la forma que ocurra, habrá un líder derechista apoyando la iniciativa opositora.


Lo que venimos viendo, y tristemente seguiremos viendo, nos hace pensar que esta situación no es sostenible en el tiempo, y por este motivo es esencial que el movimiento popular esté organizado y combativo, el movimiento popular que en la América bolivariana tiene particulari- dades singulares pero objetivos comunes, es este movimiento popular al final el único que puede empujar para que los cambios que necesariamente vamos a ver caigan del lado de bueno.


En todo el continente se lucha por la emancipación social hoy, pero a los dos lados de esta frontera se juegan ahora mismo las cartas más importantes. Las dos mesas reunidas, Gobierno-oposición en Venezuela y guerrilla-Gobierno en La Habana, son la muestra visible de dos mundos opuestos; es evidente que queremos que estos dos procesos lleguen a buen puerto, pero ocurra lo que ocurra, en cualquiera de estos dos escenarios la combatividad del pueblo colombiano y venezolano, así como lo que empuje la fuerza de la solidaridad internacionalista serán los elementos decisivos para avanzar hacia la verdadera soberanía de los pueblos.

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