Larraitz Ugarte
Abogada

Esa foto fea, muy muy fea

Les recordaremos que pudiendo optar por alcanzar grandes acuerdos con fuerzas políticas y sociales de Euskal Herria para avanzar como país han decidido una vez más buscar el acomodo en lo más rancio, facha y corrupto de España

Uno de los problemas que tiene el Partido Nacionalista Vasco es que tiene una no muy recomendable tendencia a expresar sus miedos. Esos miedos de los que se habla en los despachos aparateros donde se realizan cálculos políticos, son verbalizados por el dirigente de turno con cierta frecuencia. Esta vez le tocó a Andoni Ortuzar verbalizar que el acuerdo por el que el PNV echaba un capote al Partido Popular para que éste aprobara los Presupuestos Generales del Estado les daba mucho miedo porque sabían que la foto era fea. Es tan fea tan fea que hasta la han evitado. Por si es cierta esa frase de «ojos que no ven…». Pero ahí está el acuerdo, rubricado en sus once páginas y correspondientes anexos.

Antes de nada, y en aras a la objetividad, es importante mencionar el contenido del acuerdo, un  acuerdo que recoge los siguientes extremos: En primer lugar, el reconocimiento de que la CAPV ha abonado 1400 millones de euros de más durante los últimos años en concepto de cupo por servicios que nos «ofrece» el Estado y no podemos gestionar por nuestra falta de soberanía y hasta aquellos que jamás quisiéramos gestionar como la Corona o el Ejército. Junto con esto un acuerdo quinquenal para poder acordar las cantidades futuras a abonar. En segundo lugar, la promesa de que se destinará mucho dinero para infraestructuras: Fundamentalmente el TAV, pero también plataformas logísticas en Jundiz y Lezo-Pasaia, supresión de pasos a nivel en diferentes puntos, variantes ferroviarias  (VSF y Ordizia-Beasain), obras hidráulicas o de saneamiento o la aceleración de la cárcel de Zubieta. En tercer lugar, dotar de mayor poder de actuación a la Ertzaintza y desbloquear la cuestión de la tasa de reposición. Finalmente, proyectos de menor envergadura relativos a vehículos eléctricos, energía eólica, etc.

Me puede preguntar alguien: ¿Es este un acuerdo bueno, regular, malo o muy malo? El PNV ya se apresuró, víctima de un miedo escénico fundado, a sacar pecho diciendo que el acuerdo era bueno para Euskadi. El mismo Ortuzar que dijo en la última campaña electoral que ya se había acabado el tiempo de negociar la agenda vasca con Madrid ha acabado haciéndolo en un tiempo record, antes de que la memoria nos haya empezado a fallar. Y lo de apresurarse no es para menos. No le quedaba otra. El acuerdo tenía que ser bueno para Euskadi porque si no, ¿cómo explicar a sus votantes y a la sociedad vasca en general que el PNV ha dado oxígeno a un partido con más de 850 imputados/investigados, con muchos dirigentes políticos en prisión, con operaciones policiales por doquier en toda la geografía española bien por intentar financiar el partido, bien por intentar lucrarse personalmente? ¿Cómo explicar que en plena operación Lezo, con un fiscal anticorrupción que ha mostrado ser torpe en su función de proteger a los peperos, deciden rubricar este acuerdo? ¿Cómo explicar que apoyan a los que ensalzan a los fascistas? ¿A los que enjuician a independentistas catalanes y les recurren leyes aprobadas democráticamente en el Parlamento Vasco…?

Pues está claro, ¿no? «El acuerdo es bueno para Euskadi y nosotros somos capaces de lograr acuerdos en el marco de la bilateralidad con el Estado, de igual a igual». Pero claro, uno echa esa milonga y luego la gente, que es la receptora del mensaje, lo tiene que entender. Y esta vez no ha colado. Para nada.  La sociedad en general no ha entendido cómo el PNV ha podido plantear lo obtenido desde Madrid como algo bueno.

Porque seamos francas: A cambio de un acuerdo que va mucho más allá de aprobar unos presupuestos porque supone dotar de estabilidad a un gobierno español muy debilitado, se ha traído lo que ya se debía en concepto de cupo y mucho dinero para cemento y… realmente no es eso lo que la sociedad demanda en este momento. Y no digo que alguno de esos proyectos no esté bien. Por ejemplo, siempre he defendido que los pasos a nivel deben ser suprimidos. Por justicia y sin que alguien le tenga que dar nada a la institución que tiene la obligación de ejecutar esas obras. Pero de ahí a pagar semejante precio político… hay un trecho, eso no es un acuerdo en el que ambas partes ganan algo balanceado, es un acuerdo totalmente descompensado.

Todas sabemos, incluido el PNV, que en este acuerdo no ha habido una balanza equilibrada. Lo que gana uno y otro no tienen ni el mismo alcance ni la misma importancia, porque, insisto, el acuerdo es buenísimo para el PP (le dota de estabilidad para una buena temporada), quizá también para los intereses partidistas del PNV (tanta obsesión por el cemento es que no es normal…)pero no para Euskal Herria.

Consciente de ello, Egibar nos intentó decir que el tema de los presos estaba en las negociaciones y absurdeces del estilo que el PP de boca de Alfonso Alonso se apresuró en desmentir. No se ha traído un acuerdo de paz para este país, no se ha traído un reconocimiento como nación con un mecanismo articulado para su derecho a decidir. Ni tan siquiera un compromiso para transferir las más de 30 competencias que quedan pendientes como la de la seguridad social, prisiones o infraestructuras de transporte importantes para avanzar como país. Tampoco un compromiso para echar abajo leyes tan polémicas y dañinas como las que han supuesto reformas laborales, LOMCEs, Mozales… ni han parado la sangría en los recortes de pensiones, leyes de estabilidad presupuestaria ni políticas de austeridad en general. Los pobres serán más pobres, la brecha social irá en aumento, la protección social seguirá su proceso de descomposición en España y aquí. Catalunya y Euskal Herria tendrán la bota del estado en sus cabezas, seguirán negadas, amenazadas y perseguidas y la paz tendrá que esperar tiempos mejores si depende del PP y del PNV. Eso no es un gran acuerdo para Euskadi, Sr. Ortuzar, y lo saben tan bien como nosotros.

Son conscientes de que además de apuntalar a un gobierno facha y  corrupto, han servido de balón de oxígeno para que Madrid intente sabotear el admirable proceso independentista iniciado en Catalunya, anteponiendo como ejemplo el servilismo fiel de Urkullu a los intereses de los vascos, muchos de los cuales sentimos vergüenza frente a los catalanes del proceder del partido mayoritario del gobierno vasco. Pero no solo frente a Catalunya: con este acuerdo han intentado cortocircuitar cualquier proceso de emancipación que se active en este pueblo, lo que ustedes eufemísticamente llaman paz fiscal para los próximos 15 años y que sería más correcto denominar 15 años de gustoso sometimiento al decadente Reino de España.

Por ello quieren confundirnos con titulares burdos en el “Deia” porque hemos solicitado que el Gobierno Vasco exija a España que soterre un tren (sin contrapartidas) o haciendo parecer que un poco de fruta y pintura en una sede se asemeje a un ataque con gas napal. Humo que no consigue tapar lo verdaderamente trascendente: han pactado con el demonio para los próximos años. Agur aberria, agur independentzia, agur herria. Txispun.

Sepan que a partir de ahora pasarán a ser corresponsables de las barbaridades sociales y políticas con las que nos deleitará el nuevo y fuerte gobierno del Partido Popular. Ya no se podrán amparar en el socorrido, es que Madrid no nos deja… Porque les recordaremos que pudiendo optar por alcanzar grandes acuerdos con fuerzas políticas y sociales de Euskal Herria para avanzar como país han decidido una vez más buscar el acomodo en lo más rancio, facha y corrupto de España.

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