Alfredo Ozaeta
Ingeniero Técnico Industrial

¿Estamos preparados?

Al parecer existen grandes posibilidades de que pandemias parecidas con mutaciones variables se reproduzcan e incluso más letales, no nos queda otra que prepararnos para afrontarlas.

Ha pasado tiempo y seguimos hablando y preguntándonos, además de padeciendo, acerca del coronavirus, como ha podido pasar, de donde ha venido, porque a nosotros y en el siglo XXI, que o quien lo ha provocado, si es natural o artificial, de cómo evitarlo o prevenirlo, etc. Pero muy poco del después, de cómo restañar las graves secuelas y e importantes consecuencias tanto sociales como económicas que su paso va a suponer para nuestro modelos de sociedades. Y que soluciones se están diseñando al respecto. Por no hablar de las responsabilidades en su nefasta gestión, e incluso en la muerte de miles de personas sobre todos mayores, en la más absoluta soledad, vulnerables dicen, cómo si ello fuera un eximente de su responsabilidad. Seguro que no han leído mucho acerca de las cada veces más reconocidas y aceptadas corrientes filosóficas, médicas y siquiátricas que consideran el nacimiento y la muerte como los hitos más importantes en nuestras vidas.

Siguen con su puesta en escena cuasi teatral de discursos vacíos (propaganda electoral), vacuos (dicen muy poco de interés), contradictorios (cifras, estadísticas y efectos), manipuladores (aplausos como terapia, se olvidan de otros como limpiadoras de centros sanitarios y urbanas), recentralizadores (vuelta al pasado, mano dura y represión), autocomplacientes (todos lo hacen mal menos ellos y resulta que vamos a la cabeza de decesos y líderes en el número de personal sanitario contagiado con el que dicen uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo), con una falta de rigor tanto técnico como científico espantoso, hablan y hablan para no decir nada. Continúan con absoluta improvisación, con cifras, números, estadísticas, gráficos, que al minuto siguiente ya han perdido cualquier atisbo de base matemática o validez. Hoy dicen una cosa y al día siguiente la contraria, quien no se acuerda de que hasta hace pocos días querían abrir las peluquerías, y como se puede hacer un planteamiento tan esperpéntico de un asunto tan importante como es la necesaria salida a la calle de los menores. Que al igual que la desescalada por fases cuenta con más interrogantes e incongruencias que la seguridad y claridad que cualquier decisión de este tipo deba trasmitir.

Valga como ejemplo la utilización de algo tan baladí con la que está cayendo como lo son las mascarillas, que si su validez o no, diferentes tipos, la conveniencia o no de llevarlas, su precio, etc. Y no lo digo por su enorme importancia como elemento protector y preventivo, sino porque cualquier sociedad digamos que moderna desde el primer momento ya tenía que haber previsto su abastecimiento y distribución masiva como algo tan natural y esencial como el comer. Pues no, pierden tiempo energías y dinero en utilizarlo como arma de distracción masiva para ocultar su incapacidad y falta de previsión, nos entretienen y ganan tiempo para ver si llega el milagro, es como focalizar la atención en las tiritas en vez de en la herida o en las causas que la han originado. A nadie se le ocurre que así como nos mandan la propaganda electoral, y luego las papeletas con total pulcritud, ejemplo de modelo de gestión, a la dirección y en cantidad correcta, de la misma manera podían mandar mascarillas para todos los componentes de cada vivienda a los que ya nos tienen perfectamente censados y controlados, como nos lo demuestran con absoluta precisión en cada campaña electoral.

Hablan de unidad para esconder sus carencias y repartir las responsabilidades de su inanición, desconocen algo tan importante y saludable como es la autocrítica como método para subsanar errores, es más no admiten ni tan siquiera la crítica a sus decisiones, llegando incluso los «medallistas» a verse traicionados por su subconsciente y amenazar con fuertes castigos a los que osemos a cuestionar su gestión.

Y muy poco o nada se habla de cómo rediseñar o reconstruir el después para que esto no vuelva a suceder y si volviera a ocurrir que la sociedad tenga los medios, formación y herramientas para que su afección e impacto fuera el mínimo.

Oímos muy poco a científicos, sicólogos, biólogos, médicos, etólogos u otros expertos independientes en este tipo de situaciones que son los que realmente pueden dar alguna luz a lo que nos está pasando. Y que cambios debemos provocar para evitar que se reproduzcan similares situaciones. No atendemos ni a sus indicaciones de la conveniencia de realización de test masivos para obtener un diagnóstico certero que de luz sobre una estrategia de prevención que nos acerque a la solución.

Pero tal y como nos cuentan que al parecer existen grandes posibilidades de que pandemias parecidas con mutaciones variables se reproduzcan e incluso más letales, no nos queda otra que prepararnos para afrontarlas obligando al actual sistema que nos dirige a rediseñar nuestro futuro en base al aprendizaje y a las dramáticas consecuencias tanto sociales como económicas que su paso va a dejar entre nosotros.

Tenemos que prepararnos para los cambios en ciernes para intentar superar los estados de ansiedad, angustia y tristeza que empieza a invadir a muchas personas sin poder exteriorizar su afectividad, besos, abrazos..., sin poder participar de reuniones familiares, amigos, fiestas populares para reivindicar y recordar a los ausentes, cambios es sus hábitos cotidianos, etc. Los medios son los primeros que deben reinventarse y adaptar su programación a la nueva situación y en vez de tanto programa insulso y narcotizante mejor que elaboraran y difundieran programas didácticos y culturales, sobre naturaleza, tutoriales de introducción a la informática e internet, explicación del pago electrónico de forma segura a través de ordenadores, teléfono, métodos, Bizum, etc. Todo lo que pueda ayudar a las personas menos versadas y formadas en estas tecnologías y herramientas y que tan importantes pueden resultar en estas situaciones de aislamiento, máxime cuando a nadie se le escapa de que la situación actual acelerara procesos de cambio importante como por ejemplo la desaparición del dinero en efectivo, voto y gestiones administrativas de forma electrónica, etc. Aunque se nos repita machaconamente que esta pandemia es global y nos afecta a todos por igual, nada más lejos de la realidad, no es lo mismo pasar el confinamiento en un piso de setenta metros cuadrados sin apenas salida exterior y en precariedad económica que pasarlo en una vivienda individual con parcela, gimnasio, piscina y todos los medios a su alcance, clínicas privadas para su cura y recuperación, test y pruebas sin problemas, como los nuevos «filántropos», deportistas, grandes empresarios, etc., que tanto nos ponen de ejemplo en tv de cómo «soportar» el aislamiento. Y no digamos del seguimiento lectivo de los menores desde sus casas, ¿todos tienen portátiles, wifi?, ¿en todos los casos tienen padres con formación como para poder ayudarles? Cómo evitar que en algo tan importante se acentúen diferencias por falta de medios. También en las pandemias hay clases.

Es imprescindible un modelo eficaz de sanidad pública y gratuita para todo el mundo. Defensa del derecho de los menores a interactuar como tales, poder jugar con sus compañeros, asistencia a sus actividades extra escolares deportivas o culturales, a nadie se le escapa la importancia que la relación con sus compañeros tiene en su formación y va a tener en su futura participación en el desarrollo de una sociedad más justa y más libre. Es posible crear protocolos para ello cuidadores o monitores inmunizados, no portadores y sin riesgo que les acompañen a sus actividades de aire libre, natación, fútbol etc., no podemos sacrificar a nuestro futuro de esta forma ni proponerles como única alternativa salir durante una hora a lugares de riesgo, supermercados y farmacias. Hay que ser más imaginativo en algo tan sensible. Igualmente hay explicar porque no se puede exteriorizar el cariño y la afectividad física, abrazos, besos..., entre las personas y hasta cuando, tan fundamental en la vida de muchas personas, y no vale con decir que la solución está en vacunarnos e inmunizarnos cuando no tenemos ninguna garantía de que otro tipo de virus con diferentes patologías se vuelva desarrollar como nos están diciendo los expertos.

Hay que explorar otras formas y modelos de interrelaciones y convivencia sin que ello nos obligue a depender y esclavizarnos únicamente de las nuevas tecnologías con sus soportes y medios de comunicación, no vale la resignación de que tenemos que cambiar nuestros hábitos, comportamientos y modo de vida. Porque si hasta ahora durante generaciones los procesos han sido naturales y progresivos debemos forzarlos ahora. En que nos favorece el que «el gran hermano» tenga un control absoluto sobre nosotros y nuestras vidas.

Tenemos que prepararnos para que el impacto económico y anunciada destrucción de empleo que nos espera no repercuta como siempre en los más débiles. Obliga a rehacer las cuentas de gastos-ingresos, reestructurar la deuda, analizar presupuestos, asignaciones a nuevos proyectos, dotaciones a organismos y departamentos ociosos (los virus no se matan con armamento), redimensionar organismos públicos y privados no esenciales (subvencionados con fondos públicos dirigidos a pagar favores a amiguetes como por ejemplo donde sesteaban el Sr. Abascal y otros muchos parásitos sociales), eliminación de nuevas dotaciones a proyectos e infraestructuras innecesarias tanto nuevas como ya en marcha, control de la corrupción de los políticos y sus partidos, auditorias independientes, etc. En definitiva priorizar el gasto social y asistencial a pensionistas, personas desempleadas y personas en el umbral de pobreza y control del gasto innecesario y opaco.

Aplicando los recursos al mantenimiento y mejora de los sistemas de salud y educación, creación de empleo digno, fomento de proyectos empresariales viables, ayuda a emprendedores, pymes y autónomos, generación de empresas que reduzcan la dependencia exterior al objeto de equilibrar la balanza de pagos, limitación y control de las grandes empresas comerciales de distribución y plataformas globales, ayuda y asesoramiento al pequeño comercio, etc. Supervisado por técnicos y profesionales alejados de la política y sin intereses corporativos, controlados y fiscalizados por organismos cercanos, locales o provinciales.

No se trata únicamente de apretar el botón de la máquina de impresión de los billetes y ponerlos en manos de la banca o de otras corporaciones también privadas para que nos los preste, cuando ya nos han demostrado que son poco de fiar, todavía no nos han devuelto el dinero que les prestamos entre todos para rescatarles de su quiebra por su mala gestión y praxis sin ningún tipo de control. Buscan únicamente su posicionamiento en la clasificación y ranking económico en base a la dotación de importantes dividendos para su consejo de administración y accionistas, importándoles muy poco él resto, excepto por su potencialidad como generación de beneficios. Tampoco las políticas keynesianas de inundar de dinero los mercados y fomentar el gasto son la solución a lo sumo son parches de «pan para hoy hambre para mañana». Hay que desarrollar un control público de los recursos y aplicarlos por supuesto que al desarrollo industrial, agrícola, ganadero, científico, tecnológico y servicios en términos de rentabilidad para que sus plusvalías y retornos se apliquen al desarrollo social, a los propios trabajadores y a los ciudadanos en general activos o no.

Desde mi punto de vista el sistema ha quebrado, ha demostrado que no está capacitado para atender las necesidades de la ciudadanía, estamos al servicio del sistema y no él a nuestro servicio como debiera ser. Un modelo de sociedad donde el hombre se agrede a sí mismo, que no cuida su habitad, que continuamente erosiona la naturaleza y medio ambiente, que no mima sus relaciones con el resto de especies animales despojándoles de sus ecosistemas y medios de subsistencia, solo puede conducir al desastre. Demostrando por otra parte un egoísmo impropio de seres racionales, que planeta les vamos a dejar a las generaciones venideras, y hasta cuando nos va a soportar. Solo hay que comprobar en escasos cien días sin la agresión e impacto de la voracidad humana, la regeneración de ríos, mares, faunas, medio ambiente..., hasta en el aire que respiramos, porque? no nos cuentan los cambios en los niveles de contaminación.

Se precisan cambios urgentes, ya sé que hablar de revolución puede asustar y los más «progres» pueden considerarlo «obsoleto», pero yo creo que lo verdaderamente caduco es su modelo de organización neoliberal. Ha demostrado que no vale y sus dirigentes tampoco, exige se cambiado. Y qué decir de nuestra E.H., y sus actuales dirigentes, comportándose como capataces del señorito al que tienen que contentar superándole en incapacidad e incluso dureza, donde no hay dinero para la realización de test masivos y fomentar la investigación en la UPV y otros centros (diagnostico Vs prevención), pero si tenemos para destinarlo a ampliar las partidas al TAV para tapar sus agujeros negros. Pero que vamos a esperar cuando se han pasado toda la crisis del Covid-19 pensando en elecciones. Persistiendo en ello ahora que creen ver la salida del túnel, que falta de responsabilidad y sensibilidad, en vez de estar implementando y diseñando las medidas y preparándose con resto de agentes sociales y políticos para reconstruir los desperfectos y las graves consecuencias que el paso de esta pandemia nos va a dejar, piensan en gastar dinero, tiempo y energías en campañas electorales para perpetuarse en sillón cuando saben perfectamente que todo va a ser poco para la que nos viene encima. Continúan con actitud soberbia y chulesca en vez de apostar por trabajo, humildad y cercanía a los verdaderos problemas de las ciudadanas. Tenemos que atender al axioma que dice: «para cambiar los resultados debemos de modificar las formas de obtenerlo», si no lo hacemos así el resultado seguirá siendo el mismo.

Es del todo necesario acelerar el proceso de conformar nuestra república como Euskal Herria lejos de tutelas incompetentes y de capataces acomplejados. Será el mejor camino para ayudarles a superar sus complejos a la vez que a regenerar su fallida estructura democrática.

Buscar