Tasio Erkizia
Militante de la izquierda abertzale

Este turismo empobrece Euskal Herria

No se trata de turismo sí o turismo no, sino el tipo de intercambio y actividad que se impulsa y el modelo socioeconómico y sociocultural que ello conlleva.

El modelo de turismo que se va extendiendo en Euskal Herria cada vez es motivo de mayor preocupación en amplias capas de la población. Durante muchos años éramos testigos de lo que sucedía en la cercana costa de Lapurdi, que estaba siendo ocupada por los parisinos. Pero ahora esa misma tendencia se extiende a Hegoalde, con incidencia especial en las capitales. Un turismo masificado que expulsa del centro de las ciudades hacia la periferia a los nativos, un modelo de ciudad al servicio del visitante e inhabitable para los del lugar. Un modelo de país, cada vez más parecido al modelo español: mucho funcionario infrautilizado, desmantelamiento de la industria básica y fomento del turismo.

El modelo de País centrado en el turismo nos lleva a un empobrecimiento progresivo de Euskal Herria, en varios aspectos y niveles. Y aun así, la noticia más repetida en EITB en todos los comienzos de los puentes festivos y vacaciones, sean de Navidad, Semana Santa o el verano, es la referida al impacto del turismo en nuestra tierra. La ocupación hotelera y los movimientos en los aeropuertos se repiten como una buena noticia, que se acompaña de unas afirmaciones nada serias de los miles de millones que dejan en nuestras arcas. Se nos presenta como si en ello nos fuera la vida, como si el turismo fuera la actividad económica preferente en nuestra tierra. Nada se informa y menos se reflexiona sobre el impacto de ese modelo de actividad que prima un tejido productivo basado fundamentalmente en el sector servicios, con las consiguientes repercusiones en el modelo de vida de la mayoría de la población vasca.

En primer lugar, conlleva una precarización alarmante de los sueldos y horarios de los trabajadores. El sector hostelero tiene horarios casi irreconciliables con la vida personal y familiar y unos sueldos de miseria que crea importantes bolsas de pobreza. La precarización, especialmente de la juventud, es hiriente en todo el sector de servicios para el turismo. Sueldos miserables unidos a la temporalidad del trabajo que conlleva una constante inestabilidad. En muchos bares y pequeños hoteles, probablemente no tengan margen para mayores sueldos, pero es un modelo que en todo el mundo conlleva inestabilidad y pobreza laboral, también para el autónomo. Es negocio fácil para unos pocos, pero miseria generalizada para la mayoría de los trabajadores del sector.

En segundo lugar: una subida del nivel de vida que afecta a toda la población. El turismo conlleva un aumento del consumo que lleva parejo una subida generalizada de los precios en todos los órdenes de la vida, pero especialmente en el coste de la vivienda, que se va convirtiendo en una pesadilla para las familias de los trabajadores, sobre todo para los más jóvenes. Sube la demanda de la vivienda que produce un aumento de los precios y se extiende una especulación generalizada. El precio de la vivienda en ciudades como Donostia y Bilbao, así como muchos municipios de la costa vasca, se han convertido en prohibitivos para los trabajadores y la especulación sobre la tierra y la vivienda es alarmante. De esa manera, bienes de primera necesidad se convierten en inasequibles para los trabajadores con el consiguiente empobrecimiento y marginación de importantes sectores de la población. En poco tiempo conoceremos cada vez a más habitantes del lugar que alquilan sus viviendas en verano, mientras ellos se mudan a casas de familiares, para poder sobrevivir.

El idioma y cultura minorizadas como el euskara y la cultura vasca, sufren también un empobrecimiento. Los actuales representantes políticos se afanan por hacernos creer que el turismo nos da a conocer en todo el mundo como Pueblo diferenciado, pero la realidad es otra, simplemente nos proyectamos como una región de España. Dos días de estancia, que es la media del turista extranjero, no posibilita un conocimiento de nuestra realidad, pero además no hay ningún esfuerzo institucional por mostrar nuestra realidad sociocultural, siendo probablemente el aspecto cultural más identitario y propio, las bodegas de la Rioja Alavesa. Se nos presenta el Guggenheim Bilbao como el tractor cultural más importante, pero ocultándonos el importante desembolso anual que supone para nuestras instituciones en detrimento de las inversiones en pro de nuestra propia creatividad cultural. Si, además, se montan otro Guggenheim en Urdaibai ¿cuáles serán los recortes para las actividades y la cultura euskaldun? Estas apuestas atraen turistas, pero pueden empobrecer gravemente nuestra propia cultura popular.

Pero, además, este modelo de turismo comienza a desbordar nuestras calles, los hoteles, la oferta de los pisos, etc. Algunas zonas de Iparralde como Donibane Loitzune o Biarritz llevan años con problemas de saturación y la preocupación llega a Donostia. La huida adelante de las autoridades es la típica: aprovechar para recaudar más dinero, proponiendo la «tasa turística». No sé si es adecuada o no, pero lo que es seguro es que con ello no se arregla el problema de fondo que acarrea un turismo desmedido e insostenible. Y poco falta para que ese problema se extienda a ciudades como Bilbao. Pero parece importarles poco a los mandatarios, mientras haya negocio privado para algunos, el impacto negativo para los habitantes del lugar, la preocupante precarización de los puestos de trabajo ni el modelo de sociedad dependiente socioculturalmente. Sin olvidar, claro, que priorizar el turismo en la práctica va en detrimento de invertir en un modelo industrial sostenible y un importante replanteamiento del sector primario, básico y transcendental para el futuro.

Por último, decir que este modelo de turismo es una actividad a revisar en una transición ecológica seria y planificada. Los viajes en avión tienen un coste medioambiental serio que nos llevará a reducir a la mínima expresión la utilización de un medio de transporte tan contaminante. Ante ello, ¿es razonable hablar de transición ecológica para, a reglón seguido, mostrar la movilidad de los aeropuertos como muestra de progreso y de bienestar social? El turismo interno es una actividad que ayuda a nuestros intercambios culturales, e incluso puede suponer un cierto impulso a la economía; el extranjero y masificado, es insostenible en un futuro no tan lejano. Y ejemplos de turismo interno no nos falta. Un botón de muestra: el pueblo de Usurbil desarrolla un proyecto bien diferente. No se trata, por lo tanto, de turismo sí o turismo no, sino el tipo de intercambio y actividad que se impulsa y el modelo socioeconómico y sociocultural que ello conlleva. El actual es negocio inmediato para algunos pocos, pero un empobrecimiento para la Euskal Herria de mañana.

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