Guzman Ruiz Garro
Exconsejero de BBK

Euskaltel y la atonía de Kutxabank

La entidad no puede estar permanentemente expuesta a las exigencias desmedidas de quienes la confunden con una casa de moneda y timbre con recursos ilimitados, ni atrapada por la pésima gestión de sus directivos.

Que la firma británica Zengoa se haya convertido en el primer accionista de Euskaltel está causando desasosiego en los círculos económicos y políticos, dado el desarraigo económico que podría conllevar su capacidad de influencia en la operadora. Me imagino que esa zozobra tendrá bastante de escenificación en periodo electoral, habida cuenta de que las causas de la nueva hegemonía del fondo de inversión obedecen al proceso de desinversión dictado por el Consejo de Administración de Kutxabank ab antiquo.

Que «descubran» ahora los peligros de este liquidacionismo accionarial y patrimonial, si entrasen en el análisis efectivo de los porqués, sería bienvenido, pero no parecen ser esas las intenciones. Como hasta el presidente de la patronal vizcaína se ha mostrado crítico con Kutxabank reprochándole que debería haber actuado de otra manera en Euskaltel y en otras participadas, se esperaban, entre otras, algunas declaraciones de Kutxabank sobre su posición en Euskaltel y cómo compatibilizarlo con la solvencia del banco.

Haré, a modo de clarificación, acorde con el limitado espacio de que dispongo, un epítome de las desinversiones más reveladoras de los últimos años.

En Euskaltel, Kutxabank ha pasado de tener el control absoluto con el 68% a poseer el 19,88% de las acciones.  
En el caso de Iberdrola, donde la BBK llegó a controlar  el 7,5 del capital siendo la primera accionista de la eléctrica, el banco está por debajo del 1,5%.

La entidad financiera vasco-andaluza ha liquidado su posición en NH Hoteles, Deoleo, Enagas, Zeltia. Se ha debilitado en la CAF, y es previsible que lo haga también en Petronor en la que posee el 14,02% del accionariado. Kutxabank se apartó  también del grupo industrial Ingeteam y vendió parte de sus acciones en diciembre de 2018; controlaba el 29,18% y pasó a detentar el 15,9%. Asimismo, el pasado ejercicio, entregó el 16,3% de Itínere a Globalvia.

Kutxabank ha vendido muchas oficinas y edificios referenciales, además de las citadas participaciones estratégicas. Presume de ratios de morosidad, pero no publicita cómo los logra. Kutxabank ha vendido a una participada de Bain Capital Credit una cartera de «riesgo promotor problemático» con una valoración bruta de 700 millones. Un verdadero chollo para Bain Capital.

Lo mismo ocurrió con la venta a la baja del Grupo Neinor, la inmobiliaria de Kutxabank, a Lone Star, la mayor transacción de una compañía de este tipo desde que estalló la crisis, en el año 2007. Con este acuerdo, la entidad vasca se deshizo del 50% de sus activos inmobiliarios.

En enero de 2018, este fondo estadounidense (Lone Star) completó su salida de Neinor con unas plusvalías que, según fuentes del mercado, podrían rondar los 600 millones de euros. En junio de 2018, el fondo Lone Star acuerda la compra del 80% de los activos inmobiliarios de CaixaBank y Servihabitat. El grupo renovó así su particular historia de amor con «el real estate español» en busca de otro pelotazo como el de Neinor.

En fin, se podría convenir que Kutxabank se sostiene gracias a la venta de participadas, activos e inmuebles propios, al cobro de comisiones, a la comercialización de seguros, y al recorte brutal de su plantilla y, por ende,  de los gastos de personal.

Para no abrumarles con más datos, entraré ya en la pregunta  que se deriva de tanta venta y  dispendio: ¿a quién y a qué se ha destinado?

Según el actual presidente de Kutxabank, el banco aportó mil millones de euros a la reestructuración del sistema bancario español para salir de la crisis, con la compra de Cajasur y sus aportaciones al Sareb y al fondo de garantía de depósitos. Sin duda, consultados los datos publicados por «la Comisión Nacional del Mercado de Valores», esta cantidad se queda muy por debajo de la efectiva.  

De entonces a ahora, los préstamos hipotecarios de miles de familias que presentan cláusulas suelo-CajaSur y los contratos referenciados con el IRPH, han aumentado la derrama permanente destinada a la caja cordobesa. Hablando solamente de las cláusulas suelo, se destinaron 113 millones de euros.

El banco que heredó las posiciones de las tres cajas de ahorros en el tejido empresarial de Euskal Herria, con un valor en libros de 4.800 millones, se está quedando sin pegada y más atónico que un músculo incapaz de activar una mancuerna de 2 kilos. Al 31 de diciembre de 2017, Kutxabank declaró 2.106 millones en participaciones.

Kutxabank siempre aduce necesidades regulatorias para desinvertir a diestro y siniestro. Sí es cierto que la entrada en vigor de la nueva norma contable (Basilea III) penaliza de manera importante las participaciones industriales y que también suponen un castigo en cuanto a las calificaciones de las agencias de rating, pero el problema  es que Kutxabank ya no tiene vocación de permanencia en empresas vascas.

Desde enero de 2012, fecha de inicio de la andadura de Kutxabank, este ha perdido miles de millones en activos, no ha cumplido ni de lejos las expectativas que se fijaron para el 2015 de más de 800 millones de beneficios, la plantilla ha disminuido de manera alarmante, y la cara amable que tenían las cajas se ha tornado en huraña «gracias» al continuo sangrado que se hace a los clientes. Su andadura no ha satisfizo a casi nadie a causa del tremendo agujero de CajaSur y, en menor medida, de la mala práctica de Kutxa (IRPH, Banco Madrid, expansión irreflexiva e inversiones nefastas). Hasta los que vieron en Kutxabank S.A. un embrión del sistema financiero vasco y su banco público, han corrido a refugiarse en la caja cooperativa que tampoco da duros a peseta.

De la recuperación del tono financiero de Kutxabank dependen muchos puestos de trabajo y parte del sustento de nuestro tejido productivo. La entidad no puede estar permanentemente expuesta a las exigencias desmedidas de quienes la confunden con una casa de moneda y timbre con recursos ilimitados, ni atrapada por la pésima gestión de sus directivos. Tampoco la ocurrencia del Sr. Garcinuño (Cebek) de imitar el modelo de Criteria ayuda en nada y, además, denota un profundo desconocimiento del universo financiero actual. Que el coeficiente de solvencia Tier 1 sea del 16,1 %, o que el índice ROE, que mide la rentabilidad sobre recursos propios, esté en el 6,37%, no reflejan la fortaleza real del banco. A este tenor, el previsible desembarco de grandes plataformas digitales multinacionales (Google, Amazon, Facebook y Apple) en el mercado financiero en un momento crítico por la persistencia del estrechamiento de márgenes de los tipos de interés y las exigencias regulatorias, lo va a poner realmente difícil. Se echan en falta análisis con perspectiva.

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