Juanja Iturralde

Euskara, un derecho a respetar, ni más ni menos

Reiteradamente, a pesar de los avances y cambios sociales que han ido modificando, contra viento y marea la situación de minorización sufrida por el euskera y sus hablantes, nos encontramos con actuaciones restrictivas que corresponden a un espíritu obstaculizador.

Con frecuencia se suelen utilizar bellas palabras con respecto al euskara, patrimonio cultural, riqueza cultural, es reconocida como un tesoro a preservar en el preámbulo de la Ley Foral del Euskara, y que se debe evitar su deterioro o pérdida, y se hace hincapié en su protección y respeto.

Que esto último se debe cumplir especialmente por todas las instituciones públicas de Navarra es algo que se debiera dar por entendido, aunque en algunos ambitos administrativos no lo demuestran.

Pero, fundamentalmente, el euskara es un derecho lingüístico a utilizar por quienes lo conocen, y cuyo aprendizaje garantizar como se reconoce en el artículo 2 de las disposiciones generales de la Ley Foral del Euskara:

«El castellano y el euskara son lenguas propias de Navarra y, en consecuencia, todos los ciudadanos tienen derecho a conocerlas y a usarlas».

Reiteradamente, a pesar de los avances y cambios sociales que han ido modificando, contra viento y marea la situación de minorización sufrida por el euskera y sus hablantes, nos encontramos con actuaciones restrictivas que corresponden a un espíritu obstaculizador del reconocimiento de los derechos antes mencionados.

He aquí algunos de los más recientes: la reducción del número de escuelas infantiles en euskara en Pamplona proponiendo un horizonte donde se reducen las mismas a sólo dos de un número actual de doce y con un número de plazas inferior a las existentes hace cinco años. No parece haber un respeto a lo propugnado en el párrafo inicial de esta carta.

En el tema de la enseñanza, hace unos pocos años se elimino la restricción a la enseñanza en euskera en la denominada zona no vascófona pero se introducen concepto que se contradicen entre sí, dado que estamos hablando de localidades, muchas veces de ámbito mediano o pequeño que no pueden cumplir los ritos que se ponen, y se elimina el factor de flexibilidad, como parece que puede ocurrir en Mendigorria y que también ha servido de freno en otras localidades.

Si hablamos que se introducirá el euskera de una forma progresiva, pero ponemos un ratio al que no se llega por unos pocos alumnos, se elimina esa progresividad o gradualidad, cuando hay datos que indican que en un plazo de dos cursos se supera esa condición.

No parece indicar esa rigidez un animo de respeto y protección de los derechos de quienes lo demandan para sus hijos e hijas, y la misma contradice lo que es el enunciado principal «1. La incorporación del euskara a la enseñanza se llevará a cabo de forma gradual, progresiva y suficiente, mediante la creación, en los centros públicos existentes, de líneas en las que se imparta enseñanza en euskera en función de la demanda». Art. 24 de la LFE.

Y, al mismo tiempo, que en otras ocasiones se nos mencionan voluntariedades, no imposiciones y demás, encontramos el reciente veto a la Comunidad Educativa del Colegio Publico de Castejon sobre su salida del sistema PAI, que contaba con la aprobación expresa del claustro y el consejo escolar del que forman parte tanto una representación del profesorado como de las familias y de la administración. O sea que si la administración quiere puede flexibilizar o imponer sus propias normas, en un sentido y en otro. En el caso del euskara, parece que siempre en el mismo.

En otros terrenos educativos, siguen existiendo los obstaculos para impartir enseñanza laboral en euskara, incluso en la Sakana. En el universitario el único grado que se puede desarrollar integramente en euskara en la UPNA es Magisterio, no habiéndose ampliado ni siquiera a Enfermería, donde un estudio realizado en 2018 demostró la demanda y posibilidad real dado el número de estudiantes conocedores del euskara, y habiéndose aprobado por el Parlamento el 15 de febrero del 2018 el siguiente acuerdo.

«Se insta al Gobierno de Navarra y a la UPNA a dar los pasos necesarios para ofertar en euskera todos los estudios que tengan demanda».

En este terreno no han dado ningún paso ninguno de los dos estamentos mencionado. Asímimo es patente el escaso aumento de los créditos y grdos en euskera cuando el 30,75% del alumnado lo habla o o lo entiende. No hay reconocimiento del derecho y las posibilidades de avanzar con el euskara en la UPNA.

Han resurgido también posturas restrictivas y euskarófobas contra el euskara por parte de diferentes sectores en la financiación de los medios de comunicación en euskara, también reconocidos como medios a potenciar, tanto por la Ley Foral del Euskara como por el Consejo Europeo de las Lenguas, e incluso contra expresiones artististas sometidas a censura.

Tampoco en todos los ayuntamientos se toman las medidas que podrían influir en un aumento de la demanda del euskara, porque muchas veces la misma depende de la oferta, caso de escuelas infantiles, publicidad bilingüe y supresión de las mugas o fronteras, no sólo geográficas, sino mentales con una disposición más abierta al reconocimiento de un riqueza cultural, objeto de protección real y un derecho a respetar y fomenta realmente. Ni más, ni menos.

Afortunadamente existe una sociedad más plural, más abierta, más integradora, que, a pesar de estas actitudes y campañas, mantiene una postura de respeto y apoyo a nuestra vieja y moderma linguae navarrorum, y al derecho a aprenderla y usarla como lengua viva que es. Todos tenemos una cita este sábado en Pamplona a las cindo de la tarde en la manifestación que denunciará esas situaciones expuestas, porque el euskara es un derecho. Ni más, ni menos.

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