Falacias de una guerra
La intervención diplomática está adoptando un vergonzoso perfil indolente de dejar hacer hasta que la situación haya madurado o que el coste no haga peligrar su balance.
Más allá de las dramáticas consecuencias y desgracias que cualquier conflicto bélico pueda suponer para sus contendientes directos, en este caso para ucranianos y rusos, sobre todo para la población ucraniana y sus estructuras básicas como país invadido y territorio donde se desarrollan las operaciones militares, existe un trasfondo que es obligado analizar, o al menos comentar, de consecuencias igualmente trágicas para otros y paralelas a las de las poblaciones inmersas en la guerra, como lo son: pérdidas de vidas por hambre y desplazamientos masivos huyendo de la miseria, en vez de por las armas y ataques.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia y consiguiente enfrentamiento armado además de previsible y anunciado contaba con todos los antecedentes y elementos de tensión generados por los espurios intereses de terceros para que se produjera esta colisión. Y al igual que le pusieron fecha de inicio ya le habrán puesto el de caducidad en función de la previsión de réditos, perdida o beneficio obtenido, como si de una estimación de cuenta de resultados se tratará.
No vamos a descubrir el ínfimo perfil democrático de los señores Putin o Zelenski, ni el odio personal que se profesan, que no es el reflejo mayoritario, o al menos no lo era, de las relación entre la población rusa y ucraniana, pero si hay que poner en valor las provocaciones que han mediado en algún caso por propia iniciativa y en la mayoría impulsadas y dirigidas por las potencias extranjeras que todos conocemos, con amplia experiencia en desestabilizar países y áreas como movimientos tácticos en su estrategia del control geopolítico-económico mundial, que no deja de ser el control en la orientación ideológica y comportamiento de las sociedades.
Hasta hace no mucho sus relaciones comerciales eran preferentes, Rusia era el principal importador y exportador a Ucrania, sus comunidades estaban bien relacionadas familiar y afectivamente, sus flujos e intercambios migratorios de ciudadanos y trabajadores era importante y sus economías estaban consolidadas con niveles de deuda con relación a su PIB muy por debajo de muchos países europeos, 17,02% de Rusia, 60,78% en Ucrania, contra, por ejemplo, el 118,04% del Estado español.
A partir de aquí pueden contarnos todo lo que quieran, lo malos que son unos y lo buenos que son los otros, los nazis que habitan en un sitio y los fascistas que residen en el otro. Pero al igual que la manipulación a la que estamos asistiendo en torno a la marcha de la guerra; sanciones, victimas, avances, conquistas, desmanes, crímenes (?), perdidas, caos económicos, disidencias internas, etc., etc., está lo que nos ocultan en su interés en provocar esta guerra. Nuevamente los que se consideran los guardianes del mundo tiran de manual al uso.
Esta meridianamente claro que los esfuerzos y mediación internacional para evitar el enfrentamiento entre estos dos países fueron en el sentido opuesto, es decir en vez de apagar el fuego, aportaron la gasolina para que prendiera más rápido. Incluso la propia confrontación armada se está produciendo bajo unos parámetros no diríamos de baja intensidad ya que sería una gran ofensa a las víctimas y a las poblaciones que están siendo atacadas y despojadas de todos sus bienes e incluso sus vidas, pero si que de alguna manera está siendo controlada en evitación de efectos irreversibles o irreparables.
La intervención diplomática está adoptando un vergonzoso perfil indolente de dejar hacer hasta que la situación haya madurado o que el coste no haga peligrar su balance, entonces veríamos como la presión e intervención internacional surtirá efecto en modo de acuerdo y cese de hostilidades.
Por otra parte, tampoco está claro que Occidente haya conseguido los objetivos pretendidos, la percepción es que está obteniendo los contrarios, al menos en la versión económica, basta con mirar hacia China y sus nuevos acuerdos comerciales y estratégicos. En este punto, y en mi opinión, se encuentra uno de los fines pretendidos con esta guerra, el debilitamiento de la CE y su entorno. Estamos asistiendo a su progresivo empobrecimiento económico y pérdida de valores democráticos, como presión para resituar su orientación y alianzas. No olvidemos que el reforzamiento de la OTAN no solo genera dependencia y alineamiento militar, sino también dependencia económica, compromiso de actualización de arsenales, incremento del gasto militar y reconocimiento de los EEUU como mando en jefe.
Y como añadido están consiguiendo focalizar la atención mundial en este problema y olvidar los grandes retos medioambientales que amenazan y acechan al ecosistema y a nuestra propia supervivencia, así como a corregir las grandes desigualdades causantes de la miseria e inanición en gran parte del mundo. Los recursos y billonarias sumas de dinero que se están destinando al mantenimiento del conflicto bien se podían destinar al desarrollo y a paliar el hambre en aquellas sociedades en riesgo extremo. ¿Ahora resulta que la guerra rusa-ucraniana es la responsable de que millones de personas puedan morir de hambre, y hasta ahora, sin guerra, porque morían?, su cinismo no conoce límites. Con la fatal suerte de desgracia que la hambruna les va a seguir tocando a los mismos de siempre.
Resulta cuando menos paradójico que el país invadido y agredido pida armas y más armas, siendo plenamente consciente de que ello no aportara soluciones, en vez de presión y esfuerzos en la diplomacia y ayuda internacional negociadora para conseguir una paz justa sin agresiones de ningún tipo. Elementos que nos obligan a reflexionar sobre que nos esconden.