Adel Alonso

Feliz 2000 veintitantos

La inteligencia artificial, la biotecnología, la robótica… son los precedentes revolucionados por la tecnología 5G. La pandemia es simplemente el acelerador del proceso de cambio hacia una nueva era transhumanista, de indeterminación absoluta

«El orden del mundo, cualquier orden, es precario. Un parpadeo y todo puede volverse otra cosa», J. Jesús Lemus

2020 es un año significativo, rotundo y, quizás, bisagra histórica, pues de alguna manera se intuye que ya nada será lo mismo en el futuro. La ciudad como casa común ha desaparecido. Los edificios siguen erguidos y majestuosos, aquí residimos, pero la ciudad es un espejismo. No es posible recuperar la ciudad desde sus escombros después de una catástrofe sin ruinas.

2020 simboliza la ciudad abandonada, la realidad perdida. El futuro nos ha sorprendido a escondidas. Nos hemos trasladado no sabemos todavía adónde, como si viviéramos en el no lugar por venir, y con la sospecha de que ya no somos los mismos. Hemos llegado sin saberlo y con la dudosa posibilidad de la intuición para dilucidar si este lugar lo hemos elegido o si a partir de ahora seremos solo nómadas o migrantes, si podremos ser fuera de inercias y dependencias en ese camino, si podremos ser o estaremos de sobra. Más que nunca se intuye la imposibilidad del querer, la imposibilidad de la utopía, si no un vivir a la deriva de los bellos sueños.

La crisis económica de 2008 fue el aviso del final del capitalismo tradicional. Si la emergencia climática es el eslabón último de las consecuencias de explotación y de explanación de la diversidad natural… qué influencia paralela tendrán las sucesivas pandemias o dragones dormidos que hemos tenido la imprudencia de despertar. La covid-19 es la última respuesta obtenida a esas llamadas perdidas al centro de la tierra.

No me atrevo a pensar que el Sars-CoV-2 sea un producto de elaboración casera. Una vez entre nosotros, quizás sea utilizado como oportuna arma de disuasión masiva. Herramienta de cambios y nuevos proyectos. Juegos del poder ante un sistema agotado y en colapso.

Ese mundo conocido, de personas anónimas, aisladas, desconocidas incluso para sí mismas, producto del mundo individualista al que hemos llegado, aboca a posibilidades de manipulación y control desde un sistema de poder de rendimiento y eficacia. Un sistema en estado decadente que se precipita de forma acelerada e irremediable en el abismo intratecnológico. 2008 fue el año de la demostración del colapso de un modelo. 2020 es la fecha que marca el inicio de la nueva era tecnocrática. La implantación del 5G encuentra su momento óptimo de expansión a nivel mundial durante el aislamiento colectivo. La inteligencia artificial, la biotecnología, la robótica… son los precedentes revolucionados por la tecnología 5G. La pandemia es simplemente el acelerador del proceso de cambio hacia una nueva era transhumanista, de indeterminación absoluta, expuesta al designio de fríos algoritmos de autogeneración mediante la inteligencia artificial.

Todo orienta al inicio de una nueva era y a un cambio hacia un sistema autónomo basado en el binomio de rendimiento y eficacia, del que ningún país tiene la posibilidad de quedarse al margen bajo el riesgo de quedar atrás y perder su relieve en el tablero mundial. Incluso las decisiones gubernamentales, ya inducidas por los grandes monopolios, se encuentran ahora en implosión por las megaempresas globales y tecnológicas y por la propia inercia de los cambios.

¿Lo que nos viene nos proporcionará mayor bienestar social colectivo o creará un cinturón de miseria rodeando los altos edificios inteligentes del centro financiero? Quizás la idea de democracia, o pseudodemocracia aplicada, tal y como la conocemos, con sus defectos y su aplicación basada en eufemismos y fake news, y réquiem piramidal, pierda incluso su nombre para convertirse en resultado de un algoritmo específico y dirigida por grupos de expertos, que releguen el voto y el consenso, por la fría eficacia del propio sistema económico de concentración, de control y de beneficio, y de reparto de sobras.

La concentración de capital, concentración de datos y de la vigilancia, concentración de toma de decisiones… concentración de poder. La precarización de lo público-colectivo, precarización del bienestar social, laboral, etc. Todo ello anuncia una nueva era, más parecida a la tríada de "Un mundo feliz", "Blade Runner" y "1984-Gran Hermano".

La pregunta clave está en si prevalece la capacidad humana de recuperar el centro de su ser ante la negación de su libertad y de su futuro o se abandona a la vorágine tecnológica.

¿Hemos sido rebasados por nuestros propios medios?

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