Sabino Cuadra Lasarte
Abogado

Fondos europeos Next Generation UE: ¿Duros a peseta?

No hay razones para creer ahora que sus planes tengan que ver con relanzar la economía sobre bases verdes, inclusivas y sociales. No, los fondos europeos van a ser, en buena medida, meras pistas de aterrizaje para sus planes de expansión previos a la pandemia.

De hacer caso al mensaje oficial, lo del maná que Yahvé hizo caer sobre el pueblo judío para ayudarle a cruzar el desierto y llegar a la Tierra prometida, va a ser peccata minuta comparado con los 140.000 millones de los llamados fondos Next Generation adjudicados por la Unión Europea al Estado español. Según el documento “España puede” elaborado por el Gobierno, estas ayudas «permitirán no solo la superación de la crisis y la recuperación del empleo, sino que facilitará la modernización de nuestra economía, para que esa recuperación sea verde, digital, inclusiva y social». O sea, todos seremos felices y comeremos perdices.

No es bueno vender la piel del oso antes de cazarlo. Digo esto porque, a día de hoy, solo trece de los veintisiete países de la UE han aprobado el reparto de fondos, y deben hacerlo todos. En Alemania, además, el Tribunal Constitucional tiene que decidir aún si éste es legal o no. La entrada en vigor del Acuerdo, prevista para abril, se atrasará como mínimo varios meses. También los anticipos previstos de las subvenciones. Mientras tanto, la UE ha señalado que para acceder a las ayudas se deberá ahondar más en la reforma laboral y de las pensiones y el Gobierno ha afirmado estar abierto a «ampliar el período de conjunto para el cálculo de la base reguladora» de éstas.

A pesar del inmenso tamaño de las ayudas, éstas se van a quedar lejos de poder reparar los rotos y descosidos que la pandemia ha dejado en la economía española. Según datos oficiales, la caída del PIB el pasado 2020 fue de un 11%, casi el triple de la más alta registrada desde 1937. A su vez, si bien los Presupuestos Generales de 2021 preveían una recuperación del 9,5% para este año, el Banco de España acaba de rebajarla hasta el 6%. Veremos como termina este baile de cifras.

Por su lado, la deuda pública se ha disparado debido a los créditos pedidos para afrontar los gastos (ERTEs...) de la pandemia. Así, mientras a fines de 2019 aquella era un 95,5% del PIB, en diciembre de 2020 pasó a ser un 117,1%, el mayor porcentaje alcanzado desde la guerra de Cuba. En resumen, tan solo en los períodos bélicos de 1898 y 1936 se han padecido semejantes destrozos en la economía y las finanzas españolas.

Se dice también que las subvenciones a percibir (70.000 millones del total, el resto serían créditos puros y duros), son a fondo perdido, pero esto no es cierto. Me explico. La UE no tiene un cerdito-hucha que pueda romper para sacar de ahí sus ahorros y repartirlos. No. El dinero para sus ayudas lo obtendrá en el mercado financiero, quién fijará sus condiciones. Y como en la UE la cuasi única fuente de financiación son las aportaciones de sus miembros, éstos serán quienes tendrán que aumentarlas para poder hacer frente a los créditos pedidos. Es decir, de subvenciones gratuitas nada de nada: onerosas y bien onerosas. Por ello, cuando en 2023 la UE levante sus medidas de austeridad hoy suspendidas, la carga de la deuda española crecerá notablemente. ¿De dónde saldrá el dinero para hacer frente a ese incremento?

Mientras tanto, la veda se ha abierto. Las multinacionales europeas visten hoy de verde que te quiero verde. Como muestra, un botón: Volkswagen. Condenada hace solo unos años por trucar sus automóviles a fin de falsear las emisiones de gases, esta compañía es hoy una apasionada ecologista. Su apuesta por el coche eléctrico y la producción de baterías ligadas al mismo (transformación ecológica llaman a eso), supone asumir inversiones de varios cientos de miles de millones de euros.

Su consejero delegado, Herbert Diess, ha reiterado al gobierno español que si quiere que VW apueste por sus plantas de Martorell y Landaben, deberá incluir sus planes en lugares destacados de la lista de proyectos a presentar a la UE. Otro tanto está haciendo la multinacional en relación a sus plantas de Bélgica, Eslovaquia, Francia, Hungría, Italia, Polonia, Reino Unido, República Checa, Rusia y Portugal. También la Generalitat (Martorell) y el Gobierno de Navarra (Landaben) están siendo chantajeados. Rebañan de todos los platos mediante negociaciones carentes de todo control y transparencia.

También habrá chocolate para el loro. En Nafarroa hemos sabido (en todas las autonomías cuecen habas similares) que el Gobierno ha incluido en su carta al Olentzero-Sánchez, once proyectos por un total de cuarenta millones para la adaptación y mejora de los centros residenciales, privados en su gran mayoría. A los pocos días de anunciarse lo anterior, la CEN (Confederación de Empresarios de Navarra) presentó diez proyectos para ser incluidos en la lista a subvencionar que superan cada uno los cincuenta millones de euros y de los que se tiene poca o ninguna información. Cualquiera de estos proyectos es mayor que lo previsto para todas las residencias de Nafarroa.

Ante la crisis evidente del sistema, se dice que el futuro es incierto y que las puertas están abiertas a riesgos, pero también a oportunidades. Vale. Sin embargo, en lo concreto, algunas puertas son bastante más grandes y están mucho más engrasadas que otras. La UE cuenta hoy con una correlación de fuerzas en la que la ultraderecha, derecha y corrientes liberales gozan de una muy holgada mayoría. El Consejo de Europa, la Comisión Europea y el Banco Central se han afirmado como inflexibles máquinas de guerra neoliberales y antisociales (¡Grecia...!) en la última crisis. Ello ha traído más desigualdad económica y desamparo social, mayor precarización y el impulso de la privatización de los servicios públicos. No hay razones para creer ahora que sus planes tengan que ver con relanzar la economía sobre bases verdes, inclusivas y sociales. No, los fondos europeos van a ser, en buena medida, meras pistas de aterrizaje para sus planes de expansión previos a la pandemia.

Ante los cantos de sirena oficiales y patronales, lo mejor que podemos hacer es prepararnos para responder a todo esto social, sindical, política e institucionalmente. No habrá duros a peseta.

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