Jokin Revilla
Miembro de la plataforma Ongi Etorri Errefuxiatuak

Guerra, fábricas de armas, Yemen y propuestas feministas

Tenemos empresas relacionadas con esas guerras, aquí mismo, en Bizkaia, como SENER e ITP, con sedes en Getxo y Zamudio, respectivamente. El Gobierno Vasco colabora con ellas, las alaba y protege «porque favorecen el crecimiento económico». Euskadi es con mucha diferencia la comunidad que más armas produce en el Estado español.

Dos días productivos en Bilbao: el viernes 19 de enero, con la IV Conferencia Rosa Luxemburg y la participación de Lorea Agirre, Mikel Otero e Irantzu Mendia, y el sábado 20, con la charla “Yemen: Conflicto Geopolítico y ayuda humanitaria” a cargo de Eva Erill y Noelia Ruis de “Solidaridad sin Fronteras”, una pequeña ONG catalana.

En ambas sesiones hemos tenido ocasión de profundizar en temas importantes que los medios de comunicación no abordan. Son temas que escuecen a las instituciones de aquí, pero que, sin embargo, están siendo trabajados por colectivos locales, entre los que destaca Gasteizkoak, que por medio de sus publicaciones –y, especialmente, la publicada en 2016 por Txalaparta “Estas guerras son muy nuestras”–  documenta el papel que están jugando las empresas vascas de armamento en las guerras actuales. Es una investigación que recoge tanto un listado de esas empresas de armas (lo que no es nada sencillo de detallar), así como información de sus gestores, de la colaboración del sistema universitario vasco, y del apoyo directo del Gobierno Vasco y de las diputaciones forales. Créditos, ayudas y protección oficial para embarcar 312 toneladas de armas en el año 2017 en los barcos de Arabia Saudi que cargan en el puerto de Santurtzi. Y esas armas, Arabia Saudí las utiliza para masacrar y destruir Yemen,  país que sufre por causa de la guerra, una terrible situación.

Además, en esas guerras «tan nuestras», el heteropatriarcado imperante en todo el mundo sigue empleando los cuerpos de las mujeres como campo de batalla, utilizando las violaciones sistemáticas como otro arma de guerra. ¡Es pues una situación insostenible! El feminismo ha sido la mayor aportación del siglo XX a la lucha de clases. Y en esta situación de emergencia mundial, los hombres conscientes tenemos que rechazar activamente, aquí como allí, en casa y en la calle, el machismo y todas sus agresiones. “Ni una agresión más” debiera ser también nuestra consigna. Tolerancia cero, significa que los hombres conscientes no podemos consentir ni bromas, ni chistes, ni ninguna otra agresión, por mínima que pueda parecer. Aquí no valen medias tintas. Hay que demostrarlo día a día y en todos los ámbitos de la vida.

Tenemos empresas relacionadas con esas guerras, aquí mismo, en Bizkaia, como SENER e ITP, con sedes en Getxo y Zamudio, respectivamente. El Gobierno Vasco colabora con ellas, las alaba y protege «porque favorecen el crecimiento económico». Euskadi es con mucha diferencia la comunidad que más armas produce en el Estado español. Y en el Parlamento vasco, el equipo formado por  PNV-PSE-PP, interpelado con rotundidad por el parlamentario de EH Bildu Mikel Otero, echa balones fuera y mira para otro lado. Y el Gobierno español, por su parte, decide clasificar como información secreta la relación comercial de venta de armas que mantiene con Arabia Saudí, ya que le incomodan las preguntas sobre esta violación suya de la normativa internacional que prohíbe exportar armas a dictaduras, como la saudí. Mientras, en casa, PNV-PSOE-PP coinciden en lo fundamental: a jerarcas, multinacionales y grandes empresas, guante blanco y pleitesía; pero para las clases subalternas, migrantes y refugiadas, solo desprecio, vigilancia, muros, estigmatización, xenofobia y racismo, bien en formato Maroto (PP) o alcalde de Sestao (PNV).

La xenofobia y el racismo no están tan dormidas entre nosotras. En muchos sitios campan a sus anchas, alentadas por los poderes públicos que no cumplen ni sus leyes, ni el cupo de acogida, ni el reparto equitativo de la riqueza según las necesidades de las personas. Las prioridades de PNV-PSOE-PP son el TAV, la incineradora de Gipuzkoa, el superpuerto, o la industria armamentística... Pervierten el lenguaje, y hablan de «primero las personas», pero no dicen que personas. Olvidan aclarar que para ellos hay personas prescindibles, o quizás «no personas». Por eso, no les importa lo más mínimo que cada año mueran miles de personas en el Mediterráneo, en los desiertos, o en las guerras que ellos y sus amigos provocan, llevando adelante genocidios como en Yemen o asesinatos indiscriminados, hambrunas y trata de personas en todos los países empobrecidos. Solo tienen nombre los muertos en atentados… en occidente, y solo son terroristas sus autores aquí.

En el resto del mundo, en los países que siguen colonizados por ese mal llamado «primer mundo» y (sus esbirros como Arabia Saudí) los muertos son simplemente «daños colaterales», rencillas entre bandas rivales, y por eso no merece la pena ni contarlos ni mucho menos ponerles nombre. ¿Hasta cuando vamos a soportar esto mirando para otro lado y continuar con nuestras apacibles vidas «low cost»? ¿Hasta cuando vamos a esperar para salir a la calle como salimos ante la guerra ilegal en Irak? ¿Y las guerras de ahora en Irak, Afganistán, Libia, Yemen, Sudan, Somalia, Nigeria, República Democrática del Congo… son legales? ¿Quiénes las provocan, están en el frente de batalla? ¿Los empresarios que necesitan controlar zonas geoestratégicas y recursos, acaso van a pelear y mueren allí? ¡Ni hablar! En todas estas guerras solo pelean los pobres de todos los países, unos contra otros, además de una pandilla de mercenarios que hacen de eso su vida.

Ante todo esto, ¿qué vamos a hacer quienes decimos que estamos por una sociedad laica, igualitaria, y queremos una república vasca socialista e independiente? ¿Por qué no dedicamos nuestras mejores energías para señalar a las instituciones culpables de la marginación y exclusión que sufre un cada vez mayor porcentaje de la población de Euskal Herria? ¿Por qué decimos que estamos en contra de las guerras y callamos frente a la fabricación y el comercio de armamento? Y ¿por qué marginamos a los pocos migrantes, que malviven en nuestros barrios y pueblos? ¿Por qué hacemos caso y divulgamos todos los rumores sobre «extranjeros vampiros» que los «cuñaos» locales fabrican sin descanso? ¿Por qué no pensamos que el nivel de vida que «gozamos» o «sufrimos», se debe en gran parte al expolio de materias primas y recursos de otros países «pobres» que practican los países «civilizados» (incluida la España imperial) desde hace siglos?
 
Las guerras y el expolio en esos países son muy nuestras; no vale mirar para otro lado. Los muchos menores desamparados; los muertos en el camino y el mar; las mujeres violadas y esclavizadas, o los afortunados que consiguen llegar destrozados a nuestras cárceles y CIEs, todos ellos forman parte de ese siniestro catálogo de victimas… que también son muy nuestras.

Y tenemos dos opciones:

1ª : Continuar pensando que esa tragedia no va con nosotros/nosotras, y seguir siendo cómplices.
2ª : Decir basta e intentar parar este genocidio.

Toca elegir y no sirven las disculpas. Eduardo Galeano dijo: «Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo».

A ello te invitamos desde Ongi Etorri Errefuxiatuak, una plataforma pequeña, con gente pequeña en un país pequeño. Se trata, tan solo, de cambiar este mundo.

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