Raúl Zibechi
Periodista

Hacia un nuevo orden global centrado en Asia

El «sinceramente» llegó con la Conferencia de Seguridad de Múnich, cuando altos cargos del Gobierno de Donald Trump mostraron las cartas de su nueva política internacional. Que la Unión Europea haya quedado entre el desconcierto y la rabia solo se explica por la falta de estrategias de larga duración, fruto de la tremenda subordinación a Washington durante las últimas décadas.

El comienzo del deshielo con Rusia, el anuncio de que podría haber un acuerdo comercial con China, la exigencia de que Ucrania −a la que Trump culpa de la guerra− pague su deuda armamentística con tierras raras y la posible extensión de la tregua en Gaza, la nueva administración entró pisando fuerte y en menos de un mes destrozó la política internacional de sus antecesores demócratas. Algunas declaraciones ilustran este viraje.

El secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, se anticipó al vicepresidente JD Vance cuando anunció el 12 de febrero, en una reunión de ministros de Defensa de la OTAN: «Estamos aquí hoy para expresar de manera directa e inequívoca que las duras realidades estratégicas impiden que Estados Unidos de América se centre principalmente en la seguridad de Europa» (CNN, 12-2-2025).

El secretario de Estado Marco Rubio mantuvo una larga entrevista con la presentadora de Fox News, Megyn Kelly, en la que esbozó la visión trampista de un nuevo orden global. «No es normal que el mundo tenga una potencia unipolar. Fue producto del fin de la Guerra Fría, pero con el tiempo se iba a volver a un punto en el que habría un mundo multipolar, con múltiples grandes potencias en diferentes partes del planeta. Ahora nos enfrentamos a eso con China y, en cierta medida, con Rusia, y luego tenemos que lidiar con estados rebeldes como Irán y Corea del Norte» ("Asia Times", 17-II-25).

La nueva administración estima que Estados Unidos «no puede ser responsable de resolver todos los problemas del mundo», lo que marca un quiebre con la política seguida durante las ocho décadas transcurridas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. La impresión que se va recogiendo de los objetivos de Trump, es que se trata de evitar una sobreextensión de su fuerza en el planeta para concentrarse en la región y en ordenar la casa.

Sorprende que desde la izquierda se critique a Trump incluso por cuestiones positivas, como el deshielo con Rusia, por poner apenas un ejemplo. Es parte de la confusión que vivimos en momentos de virajes muy profundos.

El Laboratorio Europeo de Anticipación Política señala en su boletín de febrero el tamaño de los cambios: «Hasta ahora, se trataba de impedir que China superara a Estados Unidos en términos de tecnología. En 2025, Occidente no solo se dará cuenta de que China ya le ha superado, sino sobre todo de que no es China, sino toda Asia, la que le ha superado: no solo en tasa de crecimiento, capacidad de producción o aplicación de nuevas tecnologías sino también en capacidad de innovación y liderazgo» ("Geab" N.º 192, 15-II-25).

Creo que los mapas son de enorme ayuda para comprender de qué va el mundo actual. La evolución de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China muestra que en apenas 20 años se produjo un vuelco fenomenal (https://merchantmachine.co.uk/china-vs-us/). En 1980, China solo era el principal socio comercial con Yemen. Hasta 2020, la mayoría de los países seguían comerciando mayoritariamente con Washington.

«Hasta 2001 (año en que China se unió a la OMC), el 80% del mundo comerciaba más con Estados Unidos que con China. Sin embargo, hoy en día, 128 de 190 países (2/3) comercian más con China que con Estados Unidos. Y 90 países comercian con China el doble que con Estados Unidos», sostiene la citada página.

Actualmente, los países europeos importan mayoritariamente de Alemania. Solo un país de Asia y cuatro de África tienen en Estados Unidos a su principal socio comercial. América Latina es el continente más dividido: México, Centroamérica (menos Panamá), el Caribe (menos Cuba), más Ecuador, Colombia y Venezuela, siguen mirando hacia la superpotencia con la que tienen más comercio que con China. Sorprende que Venezuela no haya podido cambiar el rumbo de su comercio luego de 25 años de chavismo, pero los cambios estructurales demandan mucho más tiempo del que nos gusta creer.

Lo más sorprendente para Occidente es la velocidad de los cambios. Para entender a la elite trumpista y al conjunto de las clases dominantes del Norte, hay que observar detenidamente los mapas citados. Ya «perdieron» Asia y África, o sea dos tercios de la población del mundo, el núcleo del Sur Global. ¿Cuál es el camino que eligen para mantener su lugar de privilegio?

Al parecer, se trata de atrincherarse en el «patio trasero», esa parte de Latinoamérica que fue la clave de su expansión global. Esta región, entre fines del siglo XIX y las dos primeras décadas del XX, registró más de cincuenta intervenciones militares directas o indirectas, en lo que se llamó la «diplomacia de las cañoneras», cuando entraban sin pudor en cualquier país para imponer su política.

Las tornas han cambiado en todo el espectro imaginable. Recuperar la industria no será fácil pese a las bravatas de Trump. No se industrializa solo con dinero. Hoy China «produce alrededor del 65% de los graduados en STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) a nivel mundial», es líder mundial en la mayoría de las nuevas tecnologías e industrias, en el uso de la automatización y la inteligencia artificial, mientras Estados Unidos está atenazado por una deuda impagable ("Asia Times", 24/2/2025). Mientras China se muestra confiada y optimista, Estados Unidos es una sociedad dividida y enferma.

Amanece un nuevo orden global «con Estados Unidos acobardado tras el proteccionismo y China impulsando mercados libres por todas partes», dice "Asia Times". Las elites están dando un paso atrás para retomar impulso. Trump y sus colegas no están locos. Tal vez tengan una estrategia más realista que la anterior.

Buscar