Isidoro Berdie Bueno
Profesor doctor en Ciencias de la Educación, Historia y Filología Inglesa

Heráclito, S/V a C. «Panta Rei», todo cambia nada permanece

Otra institución milenaria que también se tambalea es la Iglesia, en pleno proceso de transformación, para evitar el peligro de su disolución

Machado se equivocó al decir en su poesía: «Españolito que vienes/ al mundo te guarde Dios/, 'una' de las dos Españas/ ha de helarte el corazón». Pues bien don Antonio, no era una España sino las dos. La una no puede vivir sin la otra, se necesitan para descargar su odio mutuo. Machado se fue al otro mundo equivocado.

Las heridas abiertas por el odio fratricida habían quedado restañadas hasta la llegada de la Transición, en que ambas Españas decidieron volver de nuevo a la liza y a esa triste historia guerracivilista, de rencillas mutuas, por su incapacidad de autocrítica, y su destino las espera en el cementerio. Sí, Machado murió equivocado y también amargado por el triste destino de la historia que le tocó vivir.

Y es que tenemos predicadores que utilizan el argumento de la cabra, bastaría con aplicarles un espejo para que vieran sus cuernos y a si mismos. Eso les daría una cabal idea de lo que son: Animales.

Que las dos Españas y Machado descansen en paz.

Otra institución milenaria que también se tambalea es la Iglesia, en pleno proceso de transformación, para evitar el peligro de su disolución, necesitará en el futuro descargar la labor, hasta de ahora ligado a la clerecía y a las órdenes religiosas, en los propios laicos y seglares, acentuado por la tendencia y amenaza a desaparecer. De ello se encargarán tanto hombres como mujeres, sin distinción de sexo, raza, o clase social, para la administración de los sacramentos y desarrollo de la liturgia religiosa, dado que como ya se ha dicho y es patente, la clerecía está en una profunda ancianidad. Así se evitará la desaparición en breve plazo de la cultura católica.

Habrá que revitalizar las catequesis, y en ellas el conocimiento de la Teología y de la liturgia, los concilios serán en consecuencia de laicos y no de obispos ni cardenales, lo que obligará a los católicos a dar testimonio de su fe y de los valores cristianos, ante una sociedad laica e indiferente.

Último reducto de la familia como institución, en nombre de la cual escribo este artículo. En el futuro, quien quiera ser católico tendrá que cocinarse esa liturgia que antes se la daban hecha.

Buscar