Harry Stürmer

Hitler y CAF

Soy alemán. Nacido después de la 2ª Guerra Mundial. Sin embargo, todavía siento vergüenza. Más de un tercio de mis antepasados votó en 1932 y 1933 al partido nazi de Hitler, para darle vía libre, con el apoyo de los bancos y la industria al establecimiento de la dictadura nazi.

Rápidamente, Hitler consiguió crear un enemigo público del estado alemán: los judíos.

Después de haber matado ya a miles de hombres, mujeres, niños y niñas judías, forzando, a la vez, medio millón a emigrar; en Berlín-Wannsee, en 1942, los nazis programaron definitivamente el exterminio de las y los judíos.

En la Conferencia de Wannsee acordaron el método más eficaz para exterminarlos: juntarlos −junto con comunistas, anarquistas, homosexuales, Romas y Sintis, etcétera– en los campos de concentración y matarlos allí con gas fabricado por el consorcio IG Farben.

¿Quién construyó las instalaciones? ¿Quién entregó el gas? ¿Qué hacían los alemanes de a pie, como mis padres y abuelos?

Hoy se sabe que la Deutsche Bank concedió créditos a las empresas para la construcción de campos de concentración, igual que la Dresdner Bank que además poseía el 26% de las acciones de la Huta AG, la empresa líder en la construcción de Auschwitz.

La empresa Richard Reckmann de Cottbus era la encargada de la construcción de las vías de tren hacia Auschwitz. En una nota del diario de obras, Reckmann se quejó de no poder descargar material necesario para la obra debido a la llegada, desde Hungría, de trenes especiales. Estos trenes transportaban un total de 325.000 judíos que gasearon ahí mismo, mientras los obreros de Reckmann seguían con su trabajo.

Obreros que, evidentemente, no podían disculparse diciendo que no sabían nada del exterminio de esas personas en Auschwitz.

No sé si creer a mis padres y abuelos que siempre decían que no sabían nada. No había televisión y los medios de comunicación eran controlados por los nazis...

Hoy, sin embargo, la televisión nos transmite todos los días las últimas noticias e imágenes del genocidio actual en Palestina y Cisjordania, perpetrado por la Israel de Netanyahu.

Me parece increíble que existan empresas como Carrefour que alimenta al ejército genocida de Israel, o como Airbnb que ofrece casas en terreno ocupado por los colones israelís... y, por colmo, que una empresa vasca, CAF, se enorgullece de construir un tren que conecta Jerusalén con las zonas ocupadas por colonos de Israel que, a la vez, delante de nuestros ojos, está cometiendo un genocidio igual que, hace 80 años, hicieron los alemanes de Hitler.

¿Los y las vascas, también sentís vergüenza? ¿Los y las trabajadoras de CAF, vais a seguir colaborando con el genocidio en Gaza, igual que lo hicieron los obreros de Reckmann en Auschwitz?

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