José María Perez Bustero
Escritor

Independencia, socialismo y honradez

«Vamos a tener que grabar en la misma piedra otro concepto, el de la honradez», defiende el autor, que considera el necesario sumar al de la independencia y socialismo, «el gran acierto de la izquierda abertzale». Tras analizar lo extendido que está la deshonestidad, defiende que la honradez conlleva dos grandes exigencias: recordar en todo momento y circunstancia que Euskal Herria entera, todas sus tierras y personas, es «nuestro objetivo», y vivir apasionadamente, con ardor y pasión.

Formular el ideario político como «independencia y socialismo» fue el gran acierto de la izquierda abertzale. Ni el nacionalismo sabiniano, ni los partidos de izquierda habían sabido reunir ambos ideales. Además, esos objetivos se han enriquecido sucesivamente, por una parte, con la solidaridad con otros pueblos y, por otra, con las aportaciones llegadas desde la percepción feminista, desde la ecología y desde los movimientos de integración de grupos marginados.

Hoy día, en todo caso, vamos a tener que grabar en la misma piedra otro concepto. El de «honradez». Siempre se ha dado característica del mundo abertzale. El hecho de vivir arrojados del poder institucional, y perseguidos por el aparato estatal desde su estructura legislativa, ejecutiva y penal, provocaba que la militancia funcionara con un alto grado de austeridad, capacidad de sacrificio, sentido del deber e integridad. Pero ahora necesitamos revalorar esa honradez porque el proceso de acumular fuerzas, la legalización de Sortu y los sucesivos resultados electorales nos van a ir empujando a mercados en los que se toca poder, pero que están invadidos por partidos que nos van a acosar como a extraños hasta que bebamos de su misma deshonestidad.

Y es que en los espacios de la política domina el magma del Partido Popular y del Partido Socialista. El PP está invadido, a cuanto informa la prensa, por la corrupción de conocidos representantes. Tráficos de influencia, blanqueo de capitales, adjudicación de proyectos a familiares de dirigentes, fraudes a Hacienda, manipulación de censos, espionajes internos, financiación irregular. Boadilla del Monte, Majadahonda, Ourense, Marbella, Canarias, Madrid, Baleares, Sotogrande (Cádiz), Salamanca, Zamora, Francisco Camps, Jaume Matas, Francisco Correa (Gürtel)... son nombres que inundan la geografía y las listas del partido.

El PSOE, a su vez, tiene un historial bochornoso desde los tiempos de Felipe González. Uso irregular de fondos reservados del Ministerio del Interior (Barrionuevo, Corcuera, San Cristobal, Vera), caso Urralburu y Antonio Aragón, caso Roldán, financiación ilegal a través de Filesa, Malesa y Time-Export, caso Juan Guerra (hermano de Alfonso Guerra), caso Palomino (cuñado de F. González), irregularidades en financiación del AVE, pérdidas camufladas en Expo-92, todo un mapa de corrupción en Andalucía. A esa corrupción interna florecida en ambos partidos se suma la promoción o cohabitación con las gravísimos acciones que se ejecutan al amparo del sistema penal (las escuchas, formas de detención, la tortura, praxis judicial, la realidad carcelaria), en su elaboración de la imagen del «enemigo interior» (ver la serie de ilegalizaciones promovidas por ambos partidos en los últimos diez años), en la aculturación diaria a través de los medios de comunicación, la falta de consulta ciudadana, la falsedad en la interpretación sociológica y del proceso histórico, indicativos todos ellos de una extensa vasco fobia.

A la vera del PP y del PSOE hay otro partido a analizar porque evidencia cómo esa lava se infiltra en quienes llegan a su espacio. Se trata del Partido Nacionalista Vasco. A pesar del reciente y tenso artículo de M.Eugenia Arrizabala (portavoz del GBB) en GARA, hay que afirmar que también en él asoma la corrupción. Por una parte, en conductas particulares. Por indicar las últimas, cabe citar al ex subdirector de Inspección de Hacienda de Bizkaia (J.R. Ibarra) que ha sido condenado por delito continuado de falsedad en documento oficial sin que los cargos del PNV se presentaran como acusación. Al ex director de la oficina tributaria de Irun (J.M. Bravo) que se halla actualmente bajo juicio por fraude a Hacienda. Al exsenador y ex director de Hacienda, Victor Bravo, a quien la Fiscalía imputa cinco delitos contra la Hacienda pública. La Ertzaintza interpuso una querella por fraude electoral al alcalde de Errigoiti (I. Madariaga) en las últimas elecciones. Los cuatro partidos de Bildu se han visto forzados a denunciar al PNV de Bizkaia por «corruptelas y desfalcos» en beneficio de unos pocos, amigos suyos. Y a nivel más global, el contagio aparece incluso en el diluirse de su ideario nacionalista, en sus vergonzosas definiciones de la situación actual, como «los presos hacen victimismo para logros políticos» expresado por su presidente Urkullu; en la oposición sistemática del alcalde de Bilbo a iniciativas populares en las calles, y su «guerra al navajero». También se perciben escasos síntomas de honradez en la postura del PNV en el tema del tratamiento de basuras en Gipuzkoa, a pesar de aceptar, fuera de Gipuzkoa, el severo documento de la Eurocámara a favor de un amplio reciclaje, el pasado mes de mayo.

A la vista de esa extensión de la deshonestidad, la izquierda abertzale debe tomar la honradez como elemento estratégico, y no como una simple cualidad moral. Independencia, socialismo y honradez. ¿Qué aporta la honradez en política? En primer lugar, aporta recursos que nunca posee la deshonestidad pues acumula conocimientos y perspectivas de tres ámbitos: de la ciudadanía en general, de las asociaciones sociales, y de los técnicos. Y no se asusta ante la necesidad de rectificar y reciclar. Por ello mismo es bochornoso que desde los partidos citados se acuse de falta de programa o de preparación a representantes de Bildu. ¿No tienen programa? ¡Todo lo contrario! Por fin hay gobiernos que no pasan de puntillas sobre el paro y la pobreza, ni tapan la lista de gastos y sueldos de los dirigentes, ni agigantan el déficit con obras públicas cuyo coste queda silenciado, ni hacen la pamema de dolor en determinadas circunstancias, sino que acometen la enorme tarea de equilibrar y tener en cuenta a la sociedad entera. La honradez no ha llevado al déficit y a la profunda crisis económica actual.

La honradez, eso sí, conlleva dos grandes exigencias para el sector abertzale que van más allá de la gestión institucional. La primera, recordar en todo momento y circunstancia que Euskal Herria entera es nuestro objetivo. En ese sentido, debemos tomar cada día la realidad de este país nuestro, abrirla, desmontar todas sus piezas, y mirarlas. Todas. Tanto tierras como personas. No podemos detener la mirada en Donostia, Bilbo, la costa, tales y cuales pueblos en los que tenemos alcaldías. La honradez nos obliga a mirar, admirar, amar también las zonas de secano Y paralelamente, nos exige a llevar la vista a los otros. ¿A qué otros? A quienes no nos votan, desconfían de nosotros, o nos tienen fobia. Tenemos la tarea ineludible de reconciliarnos y hacer un país cohesionado. A decir verdad, va a ser muy duro salirnos de las sendas que solemos recorrer y echar campo a través. ¡Con los pocos habitantes que tiene esta tierra y lo pequeña que es, y qué extensa y poblada se nos va a hacer!

La segunda exigencia de esa honradez abertzale es vivir apasionadamente. Con ardor y pasión. Llevar en la sangre un sufrimiento existencial y el ansia de vivir. Acostarse entre una profunda autoestima y una sangrante sensación de insuficiencia. Despertar enojados contra nosotros mismos y a la vez exaltados por la tarea que asumimos. El gran enemigo de esa honradez-coherencia es la rutina, el olvidarse un tanto del drama por haber hecho un recuento positivo de votos. Los nuestro no puede ser descanso sino lágrimas y risa, rabia y entusiasmo. Que nadie nos pueda echar en cara que le chafamos la fiesta, pero que nadie pueda decir que nos estamos amansando.

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