Alfredo Ozaeta

Información vs formación

Comúnmente se entiende como información lo que los medios o terceros tramiten, publican, o nos cuentan acerca de sucedidos relevantes o no, hechos pasados o actuales y situaciones que se consideren de interés para el conocimiento o para el formateo interesado del pensamiento u opinión.

Esto no deja de suponer un conjunto de datos procesados que crean, modulan o cambian nuestro estado de opinión y niveles de conocimiento, llegando en algunos casos a condicionar comportamientos sociales o comunitarias e incluso a alterar sus relaciones personales o conductas.

Etimológicamente, proviene del latín informatio, del verbo informare, otorgándole el significado de dar forma a la mente, disciplinar e instruir o enseñar, asociada a su vez a eida del griego, idea en latín, y que tan profusamente era utilizada en el campo filosófico por Platón y Aristóteles para referir a la identidad, idea o esencia de algo, en sus teorizaciones acerca de la enseñanza y conocimientos objeto de sus disquisiciones y controvertidos puntos de vista en su «teoría de ideas».

Desde que se nace estamos en un proceso constante de recepción de información con mayor o menor asimilación. A través de nuestros sentidos, de lo que vemos, escuchamos, o percibimos a través del cerebro, desarrollamos las habilidades que, junto a la formación, lectura, observación, experiencias, propias o ajenas, y aprendizaje, construyen parte importante de nuestro ser.

Igualmente, en los procesos de formación, aprendizaje o enseñanza estamos condicionados por las fuentes, y también diría que influencias, derivadas de las capacidades, sesgo, conocimientos o voluntad de la que estén dotados los mentores o responsables de trasladarnos la información o contenidos de las materias en modo de enseñanzas, con los déficits o virtudes que cada formador posea. Y aquí podíamos entrar en el eterno dilema de quién vigila al vigilante, en este caso, quien forma al formador.

De ahí el peligro de dejar la educación en manos de la mediocridad política, cuyos intereses, sensibilidad, formación y capacidades de la mayoría de sus actores está en las antípodas de lo que se precisa para desarrollar una sociedad armónica en sus relaciones y ética en la aplicación de los conocimientos y cultura en favor de los derechos e interés global, y por supuesto, en los cuidados del planeta y de todos sus pobladores sin distinción.

La formación de las personas, niños o adolescentes va más allá de la mera gestión de presupuestos, de las grandes obras o de los recursos con los que intercambiar favores e intereses o comprar voluntades, a la vez que en muchos casos hacer caja. Hablamos de, jóvenes o no, que libremente y con criterio propio deben pilotar su futuro en simbiosis con la comunidad, y en valores de respeto, justicia e igualdad, entre otros.

Tanto Aristóteles como Platón, al igual que Sócrates y otros grandes sabios y pensadores, asociaban la información a la enseñanza, como esencia educativa basada en la razón, la lógica y la búsqueda de la verdad como enfoque pedagógico. Como, por ejemplo, el método socrático de enseñanza cuya naturaleza se basa en el proceso de preguntas y respuestas mediante la indagación, dialéctica o diálogo para fomentar el pensamiento crítico y reflexión. A pesar de que en la actualidad la mayoría de los sistemas prescindan de este o similares métodos y estén más enfocados a la imposición o convencimiento forzado u obligado, no por ello han perdido su vigencia, y en estos tiempos más si cabe.

Los urgentes e importantes cambios tanto en la formación de los propios instructores como en la adecuación de los modelos y materias educativas son obligados. La velocidad de los cambios sociales, económicos y tecnológicos, entre otros muchos factores, está superando los ritmos de adaptación en una gran mayoría, generando brechas y diferencias sociales, e incluso desigualdades de afección directa a la normal convivencia.

Por otra parte, es notorio que actualmente la información ha perdido su condición inherente de buscar y trasmitir o contar la verdad de hechos o acontecimientos desde la objetividad. Se ha convertido, salvo honrosas excepciones, en elemento de distorsión interesada de la realidad y lógica. Los bulos, difamaciones, fakes o mentiras son constantes como estrategia favorecedora de intereses espurios, particulares o corporativos, y catalizadores de los movimientos de extrema derecha y/o fascistas.

No cabe duda de que cualquier sociedad educada y formada en valores desde el pensamiento libre y objetivo, será más justa y progresista y menos permeable a la manipulación que con total impunidad desde los poderes que controlan las estructuras comunicativas y educativas están tratando de imponer. Sin obviar la incidencia que las nuevas tecnologías e inteligencia artificial, de impacto superlativo y me atrevo a decir que aún desconocido, están provocando en la educación e información, y, por tanto, en el futuro más cercano.

El conocimiento de la verdad siempre ha sido el arma más poderosa para combatir las falsedades e injusticias. Un pequeño país como el nuestro, pero de una dimensión cultural enorme y con un idioma propio, el euskera, debe desde una educación propia euskaldún, libre, integradora y plural contrarrestar cualquier tipo de asimilación e imposición que desde falsas equidistancias y con ridículas argumentaciones nos quieren imponer.

Hay que superar el modo resistencia para pasar a llevar la iniciativa en algo tan importante como es el pensamiento y conocimiento para tomar libremente nuestras propias decisiones y el control de nuestro futuro.


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