Alfredo Ozaeta

Inversión de la lógica

¿No estaremos haciendo que sean las maquinas o robots las que piensen y realicen nuestras funciones, convirtiendo a la vez a las personas en autómatas desprovistas de toda capacidad de raciocinio lógico o reflexión?

Lo que en filosofía consiste en cambiar el sujeto, objeto o idea original por su contradictorio o antagónico y que perfectamente se pudiera definir como incongruencia elevada a su máxima expresión, es a lo que estamos asistiendo en el estado actual de las cosas en la deriva de la sociedad.

La existencia o trayecto de la vida humana ofrece la posibilidad de poder conocer cuál ha sido el pasado y su evolución desde hace bastantes cientos e incluso miles de años. Esto, aunque con fisuras, controversias y grandes dudas nos acerca, o al menos nos da alguna idea, vaga en muchos casos y precisa en otros, de cómo ha sido nuestro pasado más o menos reciente. Los vestigios encontrados, la natural transmisión de datos, pruebas y documentos, el boca a boca, y por supuesto los estudios geológicos y antropológicos nos orientan acerca de nuestro propio recorrido e historia.

Conociendo con reservas o remotamente de dónde venimos desconocemos, afortunadamente en mi opinión, a donde vamos, que nos depara el futuro exceptuando que inexorablemente en algún momento nuestra vida o existencia expirara. Sabido es, que ha habido genios en el pasado, contadas excepciones, y alguno habrá en el presente, que con más o menos certeza o fortuna han sido capaces de predecir el futuro con cierta aptitud visionaria y en algunos casos exactitud. Paradójicamente y por una más de las muchas injusticias de esta vida, los desheredados de la tierra o aquellos que han tenido el infortunio de venir a este mundo en las zonas más míseras o paupérrimas del planeta son los que con más rigurosidad pueden predecir su futuro más cercano: hambre, miseria y devastación.

Posiblemente en alguna parte, sin más connotaciones que las exclusivamente terrenales, algunos estén diseñando nuestras vidas y designios: que comer, en que trabajar y gastar, que hábitos adoptar, como actuar o sobreactuar, etc., etc. En definitiva, como vivir, sobrevivir, cejar o morir en el intento.

La rapidez en los avances tecnológicos es lo que a mí me hace dudar de si realmente los humanos somos inteligentes. Esto y aunque parece un oxímoron no deja de tener su lógica cuando somos el único animal capaz de hacerse daño reiteradamente o autodestruirse.

Da pánico escuchar sobre la IA, inteligencia artificial, de lo que las maquinas son capaces de hacer, desarrollar e incluso equipararse a las personas. Alguien racionalmente pudiera decir que son los humanos los que diseñan y construyen las máquinas, los que les dotan de la tecnología, circuitos inteligentes y memorias para el almacenamiento de millones de datos que les posibilite el reporte de información, responder a nuestras preguntas, dar solución a problemas técnicos y científicos e incluso mantener una fluida conversación con nosotros sobre cualquier temario.

Y es aquí donde surgen mis interrogantes, ¿no estaremos o estarán invirtiendo el rol de las funciones; ¿no estaremos haciendo que sean las maquinas o robots las que piensen y realicen nuestras funciones, convirtiendo a la vez a las personas en autómatas desprovistas de toda capacidad de raciocinio lógico o reflexión? No podemos olvidar que la falta de estímulos para pensar es lo que conlleva a pensamientos o corrientes uniformadoras o únicas. ¿Puede ser esto una de las pretensiones del nuevo orden mundial?

Esta inversión de la lógica donde las tecnologías piensen por nosotros haga o construyan el futuro suplantando a las personas, no deja de ser un objetivo del fascismo en su embrionaria idea de eliminar libertades dejando el futuro en manos de elites minoritarias. Esto, aunque pueda sonar apocalíptico no deja de ser algo real sobre lo que ya llevan tiempo construyendo el andamiaje.

Para nada quisiera que se interprete como un alegato en términos negacionista con las nuevas tecnologías y su trascendencia o implicación en determinados cambios sociales, aunque si crítico con su antidemocrático uso. Nadie cuestiona de lo importante que pueden llegar a ser para un mayor bienestar de todas las personas, e incluso contribuir a la plena igualdad y a la construcción de un planeta más justo y amable. Como cuestionar lo que conocimientos científicos, algorítmicos o tecnológicos pueden aportar en la prevención y eliminación de plagas o pandemias, en los cuidados y salud de las personas, optimización y aplicación de los nuevos recursos, justa distribución de los bienes alimentarios, energéticos e hídricos priorizando a los más necesitados o desfavorecidos, predicción y minoración de los desastres naturales y todo lo que ayude a mejorar la vida en un mundo más sostenible
Sin olvidar que los conocimientos, desarrollo y su proyección deben están siempre al servicio de las sociedades y personas y no al de los intereses de minorías cuyas prioridades se basan en el enriquecimiento, dominación y control sobre el resto. Sera que dentro de los cambios diseñados para su nuevo modelo de sociedad y que eufemísticamente llaman transiciones, también contemplan la de trasformar lo que hasta hace poco considerábamos valores en lo ahora nos venden desde el poder como posibilismo o adaptación a los nuevos tiempos, o lo que es lo mismo: individualismo, insolidaridad, desigualdad e indolencia o pasotismo social.

Existen muchos ejemplos de la anteposición a la lógica, entendido como concepto natural de lo que es más justo, ecuánime, beneficioso en el interés general o ético. Por citar alguno, tenemos los actuales conflictos, tanto los silenciados como los profusamente amplificados con los pertinentes juicios de valor desde sus instigadores y medios afines de quienes son «los buenos» y quienes «los malos». Con el consiguiente derroche de miles de millones en armamento de última generación para el sacrificio de vidas humanas, en contraposición a su inanición en la búsqueda de soluciones pacíficas y destinar esos ingentes recursos y energías a resolver las terribles crisis alimentarias, migratorias y medioambientales que están asolando el planeta.

Una vez más se constatan sus grandes mentiras cuando hablan del derecho a la vida y otros, del uso de la violencia, derechos, libertades, etc. Donde según quien sea el sujeto u objeto que la ejerce, padece o beneficia, cambia la valoración o legitimidad. Por no decir del vergonzoso papel que los organismos internacionales, ONU y ONG varias a su servicio juegan en la esfera internacional, cuya ineficacia y desidia en la defensa de los intereses de la población es absoluta.

Posiblemente la evolución humana este siendo tan vertiginosa en su quimera o imposible deseo de alcanzar a la luz que lo razonable este dejando de serlo.

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