Isidoro Berdié Bueno
Doctor en Ciencias de la Educación

Jung y el psiconálisis

Ni Freud ni Jung jamás curaron a nadie. Como diría Nietzsche, «todo era humano, demasiado humano», concluyendo, de todo lo que venga de ahí no me fío

Las obras de Carl G. Jung, en los años 60, 70 y 80 del siglo pasado, eran pasto de la cultura progre, fundamentalmente freudomarxista, que seguía a los gurús de la Escuela de Franfurt, como Marcuse y otros que están olvidados, porque sencillamente la gente varió su punto de atención colectiva y pasaron del libro al teléfono móvil, quedando los anaqueles de las librerías llenas de volúmenes a la espera de algún distraído o friki lector.

Freud siempre vio a su alumno aventajado Jung, como continuador en la Dirección de la Asociación Analítica Internacional, hogaño difunta, pero surgieron entre ambos serias diferencias que llevaron a Jung a actuar por su cuenta. No obsta decir que también está su cruz en el mismo cementerio que Freud, y que subsiste en algunas universidades suramericanas.

Freud nos habla de un inconsciente individual que tiene su raíz en la infancia personal de cada uno, donde las relaciones familiares marcan la trama de la urdimbre afectiva del individuo. Jung por su parte, sin negar ese inconsciente individual, lo complementa con un inconsciente colectivo que tiene por sujeto a la experiencia de la humanidad como especie, que se nutre de arquetipos esenciales de la especie humana, como la familia, la sociedad y la religión.

Para él la religión es la creadora de los símbolos que vienen a establecer el espacio vital del ser humano. La veneración de la cruz, de la media luna, cada religión tiene sus dogmas, liturgias y simbología, instituidas para presentar a los fieles los conceptos fundamentales de su creencia, representados por tantras, cánticos, misa, etc.

Nadie ha profundizado como Jung en la psicología religiosa, algunos místicos como Santa Teresa, San Juan de la Cruz y otros han desarrollado experiencias espirituales y contemplativas, que han expresado mediante el arte, la poesía y la filosofía.

Jung distingue dos principios en el inconsciente individual, uno el «anima», principio femenino que cuando el hombre se enamora de una mujer es porque puede identificarla con la imagen que él tiene de mujer en su «anima». La fémina se enamora del hombre porque su «animus», principio masculino, lo identifica con la persona de la cual se enamora.  

Carl G. Jung fue un creador de relatos y como psiquiatra otro malabarista de sueños al igual que Freud. No se debieron divinizar, pero sus seguidores los leían como si fuesen la nueva Biblia, aplicándose sus conceptos como si fuesen reales, cuando simplemente eran inverificables y pura creación humana. Ni Freud ni Jung jamás curaron a nadie. Como diría Nietzsche, «todo era humano, demasiado humano», concluyendo, de todo lo que venga de ahí no me fío.

Por tanto, no hay que dar demasiada importancia a estas psicologías y psiquatrías en la historia, ninguna de ellas era altruista, siempre tenían un reloj junto al sofá que contaba el tiempo y la minuta que había que pagar. Carne de psiquiatra y del psicoanálisis fueron la mayoría de los actores y directores de Hollywood, que no evitaron suicidios y ruinas.

Cada relato histórico o filosófico, expresado metafóricamente, es como una invitación a la danza, al vals de la vida. Para Heráclito todo era movimiento y danza para adaptarse a ese movimiento vital. Todo comenzó con la danza en las artes, utilizada tanto en la religión, teatro o conmemoración social, incluidos los sacrificios rituales, judiciales y religiosos.

Al final de mi vida me doy cuenta de los ídolos falsos que he venerado, eran de barro que solo sirve para hacer tejas y que ahora me desembarazo de ellos. Aunque falsa, estos me daban sombra, quedo cara al sol abierto ante una esperanza en equilibrio inestable, sin apoyos. Amenazado por todas partes por el miedo, la pobreza y la esclavitud, esto no es un destino fatal enviado por el cielo, sino fruto de la maldad humana, y la pregunta que me surge es: ¿Quien me protegerá ahora? Esta es la triste situación de la humanidad en el siglo XXI.

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