Kutxabank, al parqué
Hace apenas unas semanas, los entendidos en materia económica de nuestro ámbito más cercano recomendaban la adaptación de las cajas vascas a la nueva legislación privatizadora de los bancos surgidos de la reforma del sector financiero, para seguir teniendo el control público (sic) y por lo tanto de las operaciones de Kutxabank.
Estos mismos expertos, con relación al porcentaje de desinversión para esquivar el Fondo de Reserva que establece la Ley de Cajas y Fundaciones Bancarias, ante posibles necesidades de recursos propios, dieron una versión un tanto optimista e interesada sobre cuál sería el tanto por ciento que debería salir a Bolsa estableciéndolo en el 7,01. Precisaban, además, que bastaría con que la caja vizcaína perdiese su posición mayoritaria en Kutxabank, pasando el control de la BBK del 57 % al 50%.
En estas mismas páginas, en mi última colaboración, advertí del error y de las consecuencias que tendría dar por buenas las interpretaciones filtradas. Dado que el texto de la Ley se aprobó definitivamente el pasado 19 de Diciembre de 2013 y deja terminantemente claro el asunto, esperaba que los medios que dieron eco a los think tank de BBK, del banco y del partido rectificasen. ¡Pues no!
El capítulo IV de la Ley, en el artículo 43, en el apartado 2, señala: «A los efectos de este título, se entenderá como una única participación la de todas las fundaciones, ordinarias o bancarias, que actúen de forma concertada en una misma entidad de crédito, en cuyo caso deberán cumplir con las obligaciones establecidas en este Capítulo de manera conjunta». Los votos a favor del PNV los justificaron sus representantes en el senado y congreso con un «ha quedado sustancialmente mejorado». ¡Buah! Esto me recuerda la anécdota del tipo que le enderezo el saxofón a un músico pensando que en el diseño del instrumento de viento no cabían las curvas, y a la pregunta del artista que tocaba el invento de Adolphe Sax de quién había ejecutado tamaña tropelía, le contestó el tonto: ¡calle, calle, que no sabe Vd. cómo estaba antes! Al final, tendremos que darles las gracias porque han conseguido legalizar la privatización del banco.
El pacto del PNV-PP aleja definitivamente la posibilidad de convertir a Kutxabank en una entidad financiera cercana, transparente y democrática y sitúa al banco muy lejos de las políticas sociales y económicas demandadas por la sociedad vasca. Kutxabank saldrá al parqué y quedará expuesto a los riesgos inherentes a toda salida a bolsa: a los factores de riesgo del emisor o de su sector de actividad, hay que añadirle los asociados al entorno macroeconómico o los relativos a los valores ofertados. Los 400.000 accionistas que apoyaron la irrupción al parqué de Bankia vieron, de golpe y porrazo, esfumarse 5.200 millones en capitalización bursátil. La incursión de Caja Navarra, dentro del paquete de Banca Cívica, al recinto de los intermediarios bursátiles se convirtió en un sonoro fracaso y contribuyó a su liquidación.
Kutxabank tendrá que desinvertir el 50,01% de sus acciones y la «ventaja» que dice el PNV que ha conseguido (un plazo de cinco años) también se puede quedar en agua de borrajas en un contexto cercano de unión bancaria europea. Si añadimos que el mayor grado de intervención de la normativa estatal recaerá sobre aquellas fundaciones bancarias que ostenten posiciones de control sobre una entidad de crédito o tengan una participación superior al 50 por ciento, se deducirá fácilmente que las «incomodidades» ocasionadas acelerarán la venta de acciones. Y si se hacen los remolones, cuando la fundación bancaria no elabore el plan financiero previsto o, a juicio del Banco de España, éste resulte insuficiente para garantizar «la gestión sana y prudente» de la entidad de crédito participada, el propio Banco de España requerirá a la fundación bancaria la presentación y puesta en marcha de un plan de desinversión en la entidad de crédito.
Si la negativa a cumplir los mandatos financieros de la UE no es una opción que contemplen el PNV, PP o PSOE, predecir el futuro del banco vasco-andaluz no requiere conocimientos en artes adivinatorias, se cumplirá a rajatabla el espíritu de la Ley de cajas y fundaciones, y aunque parezca una paradoja, con esta desaparecerán definitivamente las cajas, y las fundaciones, exclusivamente y mientras les dure el dinero obtenido por la venta de las acciones, se dedicarán a funciones no financieras. A los escépticos o poco crédulos, les recomiendo que se ilustren leyendo el proceso de privatización de las cajas italianas. Verán el calco y constatarán, más pronto que tarde, que aquí también chafarán las expectativas de control del banco desde las fundaciones, porque se decretará una ley Ciampi que fijará un plazo límite para completar la privatización.
Logrado el control pleno del Banco, el partido jeltzale se apresta para el desembarco en la fundación BBK para disgusto con exabrupto de su socio el PP. Digo descortesía porque la presidenta del PP vascongado calificó de grotesco el nombramiento del nuevo presidente de la caja vizcaina. Entendido que hay jugadores que mueven rápidamente sus piezas y que otros carecen de visión de la partida enrocados en debates a destiempo, remarcaré que para la Vital, la Kutxa y la BBK empieza a correr el reloj y que en un plazo breve tendrán que transformarse en fundaciones bancarias. En consecuencia, lo que preocupa y ocupa al PNV ahora es cómo dominar la fundación BBK, y a poder ser también la de Kutxa y Vital. Si gozan en estas instituciones de mayoría dispondrán –así lo esperan– de abundantes caudales por la venta de las acciones de Kutxabank y los repartirán a gusto de sus amigos del tercer sector. Que en el banco vasco-andaluz entren nuevos accionistas o que se diluya el control público sobre él, no es el problema fundamental para los actuales dirigentes de la entidad ni para quienes les nombran: ambos acatan siempre la legalidad y se reposicionan para pintar lo que les dejen.
Y con el sentido práctico que les caracteriza, urdirán un plan de desinversión para que los nuevos socios no sean demasiado hostiles, o intentarán una operación de compra o fusión que les dé vida y continuidad en el control del banco. Así definen el presente escenario: «Una ampliación de capital se puede hacer a través de una invitación concreta a una empresa o fondo de inversión, de manera que una vez asumido el hecho de que la propiedad se reparte, al menos eliges la pareja de baile». Como tactismo les puede cuadrar; el problema, que te salga bien. Ejemplo de fracaso: el BBV. Me resisto a creer, vistos los resultados desastrosos de la adquisición de CajaSur, que la desaforada venta de participadas tenga que ver con una nueva compra. Según fuentes de Kutxabank su cartera industrial se ha reducido a la mitad en los dos años de vida de la entidad creada tras la fusión de las cajas vascas y la inversión del banco en esas empresas se ha reducido en cerca de un tercio.
También resultan llamativas las continuas noticias sobre ventas de edificios de Kutxabank. Las últimas: la finca sita detrás del Palacio de la Diputación de Gipuzkoa, la sede de Gran Vía 23 y Rodríguez Arias 1, en Bilbao. Mal menor: que se traspase a las instituciones públicas. Problema: que estén forzadas, en el caso del herrialde guipuzcoano, para captar el dinero que cubra los mínimos de su obra en colaboración. Preocupación: que no sea para la racionalización de la cartera de inmuebles y que se destine, en realidad, a tapar los agujeros de una mala gestión empresarial.
Para acabar, lo básico resumido: desaparecen BBK, Vital y Kutxa, nacen las fundaciones bancarias, estas irán perdiendo el control de Kutxabank en un plazo que acelerará la unión bancaria europea e incluso, una fusión pactada con otra entidad financiera; finalmente, se culminará la privatización.