Maite Ayarra Elia
Médica de familia

La atención primaria que necesitamos y merecemos

Desde el propio sistema sanitario, las últimas décadas hemos cultivado la inmediatez, las píldoras para todo: para adelgazar, para los nervios... La pandemia ha mostrado la fragilidad de este modelo de atención.

1. Me gusta ir a consulta de mi médica cuando yo quiero, cuando tengo mal día, si me disgusto con uno de mis hijos, me siento gorda, o esos sudores de la menopausia me ponen nerviosa, me gusta también que, ya que voy, eche un vistazo a los análisis de mi marido, y de paso, cuando vaya él, que le diga que no beba tanto. Mi médica es muy maja, me escucha, me tranquiliza, solo con ir ya me siento mejor, a veces le noto un poco nerviosa, claro es que a veces lleva retraso pero como a mí me toca esperar pues yo me tomo mi tiempo. A veces me pregunta ‘que hay hoy de nuevo María?’. Muchas veces no tengo nada nuevo, solo que me apetecía hablar un rato».

«Hace una semana le noté más nerviosa y en tono agitado me dijo ‘María, ahora no te puedo atender, tengo una urgencia’, luego me enteré que era Manuel, el de la pescadería, que se había puesto muy malo; como tenía cita me quedé esperando y después de 60 minutos mi médica volvió, se le veía cansada pero entré. Ese día solo le pregunté por mis cosas, había 8 personas en la sala esperando. Me contaron que Manuel fue en ambulancia, debe estar en la UCI... ‘más vale que no hay tanto coronavirus que si no ni UCI ni nada para el pobre Manuel que se va haciendo mayor’».

2. «Otra vez el lumbago. Tendré que pedir cita para la receta porque en la farmacia no me dan. Total, para una receta llevo una hora esperando porque la médica ha salido a atender al pescadero, no le voy a decir que vengo solo a por la receta, le tendré que decir que me duelen los riñones y ella, me dirá eso de ‘pasa a la camilla, te duele aquí, te duele allá’ y yo solo necesito la receta».

3. «Me han dicho que la médica es maja pero he ido hoy por primera vez y casi ni me ha mirado, se le veía nerviosa, no me he atrevido a decirle que a veces, si mi marido se enfada, paso miedo en casa».

4. «Hoy Manuel, mi padre, estaba en la pescadería y se ha puesto malo, me han llamado y yo, muy asustado, he llamado al 112 y, pasado un rato, han venido médica y enfermera, apresuradas, se han disculpado por venir tan tarde, le han atendido y han llamado a la ambulancia. Yo ese rato lo he pasado muy mal, necesitaba que alguien nos atendiese, pero la médica y la enfermera estaban ocupadas en otras tareas...».

Podría seguir narrando motivos de consulta, nada de lo escrito es imaginado o irreal. Atendemos en Primaria problemas de salud y problemas de la vida, malestares naturales y enfermedades o situaciones graves, sin saber a priori que va a pasar a lo largo de nuestro turno de trabajo. Conocemos y queremos a nuestra población. Conocemos la forma tan diferente de expresar los malestares y el uso tan dispar de los servicios sanitarios. Un dolor de pecho puede ser un infarto, una ansiedad, una tristeza, una discusión familiar, una respuesta airada de un compañero de trabajo... y todos los motivos son reales para quien los sufre pero no todos los motivos deben ser abordados de la misma manera, ni con la misma prioridad, por un sistema sanitario público que debe velar por la equidad, que todas las personas puedan recibir los servicios que necesitan para mejorar o mantener su salud. No dar más al que más pide sino dar más al que más necesita.

Es la sanidad que queremos la que debemos conseguir o es la sanidad que necesitamos. Cuando deseo y necesidad son similares no hay quejas. Sin embargo a mayor distancia entre la necesidad y el deseo mayor insatisfacción. Son décadas de mezclar ambos conceptos, deseo y necesidad a nivel de servicios sanitarios, y ahora es difícil cambiar, pero se hace necesario.

Atención Primaria, incluida la atención urgente, estaba herida antes de la pandemia covid. La pandemia la ha desgarrado. Nos sigue moviendo el interés genuino por la población, nuestra actitud de servicio, pero necesitamos más que nunca un apoyo real, no simbólico, de nuestros gestores dotándonos de recursos necesarios para ofrecer una atención de calidad, la que todos nos merecemos. Dado que los recursos son limitados es precisa también una reflexión. Población y profesionales debemos valorar qué preferimos, una atención que responda a nuestra necesidades de salud o a nuestros deseos de ser atendidos en cualquier momento, por cualquier motivo.

Desde el propio sistema sanitario, las últimas décadas hemos cultivado la inmediatez, las píldoras para todo: para adelgazar, para los nervios... La pandemia ha mostrado la fragilidad de este modelo de atención. Una población más envejecida, con más enfermedades crónicas, con más necesidades sanitarias nos obliga a reorganizar, a cambiar el modelo de atención y en este cambio gestores, profesionales y población somos necesarios. Atender enfermedades crónicas, dar una buena atención domiciliaria a las personas más vulnerables, seguir cuidando el final de la vida, estar atentas a señales de posible violencia de género, concentrarnos en síntomas que sugieran gravedad, etc., requiere un esfuerzo de gestores dotando de recursos, de profesionales motivados y de solidaridad haciendo un uso adecuado de los servicios...

Profesionales mostrando nuestras diferencias públicamente puede ayudar a generar debate, ¡ojala nos lleve a mejorar!, a comprender lo que está pasando, a hacer un buen diagnóstico y plantear un tratamiento adecuado. Pero, a menudo, las críticas públicas solo generan desencuentros. Es necesaria una reflexión, no cerrar en falso porque nos asuste el cambio, evitemos generalizar críticas a profesionales cansados y desilusionados pero que seguimos esforzándonos en un clima de incertidumbre, sin un horizonte temporal que nos ayude a relativizar. Tal vez sea más positivo y eficaz poner la mirada y el énfasis en lo que realmente necesitamos: más recursos en Primaria y creer que el cambio es posible.

Una Atención Primaria sostenible nos implica a todos: decisión política que aporte los recursos necesarios, población y profesionales de la salud. Son tiempos de luchar por la atención Primaria que necesitamos y que nos merecemos.

Buscar