Klaus Richter
En nombre de Bidegorridxe Gernika-Lumon Ekimena

La farsa ha llegado a su final: sin bicicleta

Seguimos sin entender –hablamos del cambio climático, de la necesidad de cambiar hábitos de movilidad, en gran parte del mundo los municipios y ciudades buscan nuevas formas de una movilidad más sostenible–, por qué en Gernika-Lumo el Ayuntamiento da marcha atrás al siglo XX.

A finales del año pasado se eliminó el bidegorri en la calle Iparragirre en Gernika-Lumo, después de pocos años de funcionamiento. El eje ciclable era embrionario, pero sin embargo pieza central para la bicicleta en un municipio con una extensión tan alargada como es el caso de esta villa. Bajo el pretexto de mejorar la seguridad vial, se declaró la acera de enfrente, previsto con un nuevo pavimento, de uso mixto (con preferencia para los peatones) y listo. Para desplazarse en bici no sirve, porque entre peatones, niños, niñas y perros que se pasean, ya no hay sitio. Tema resuelto y bidegorri desaparecido. Y se vuelven a recuperar los dos carriles para el tráfico motorizado, donde antes bastaba con uno. Y podría seguir siendo suficiente, porque no hay tanto tráfico que justifique dos carriles.

Ahora sí, el número creciente de semáforos en el pueblo hace lo suyo para que se generan atascos donde antes no había. La desesperación se puede apoderar de ti un domingo, en una localidad fantasma, sin nadie, ni otros coches a la vista. Aún así religiosamente esperas tu turno de luz verde en uno de estos cruces semaforizados, que seguro conocen y padecen muchos/as gernikatarras. Semaforitis sería el diagnóstico. En municipios comparables como Amorebieta o Amurrio se encuentran... cero semáforos, y no se conocen problemas por ello. En las ciudades europeas se están retirando en favor de la responsabilidad de las personas usuarias de los viales públicos, y a favor de una movilidad segura y fluida.

Pero por lo menos hay espacio en esta calle Iparragirre para que te adelanten los coches yendo desde el sur al centro. Peor es ir en dirección contraria. Antes se podía ir por el bidegorri. Ahora tienes que volver por la calle Juan Kaltzada, remodelada hace algunos años, en seiscientos metros con un solo carril cuyo perfil estrecho no permite adelantar ciclistas. Entre metro y medio que tienes que alejarte tú en bici de los coches aparcados y otro metro y medio que tendrían que guardar los coches para poder adelantarte, no hay sitio para más. Lo que no significa que no lo intenten las y los conductores impacientes, poniéndote más que una vez en peligro con adelantamientos sin distancias o poniéndose detrás de ti a un metro con el claxon en marcha. La policía municipal habitualmente no se entera de estas situaciones de acoso al ciclista, y prefiere amonestarlos cuando se buscan la vida en la zona peatonal huyendo de los motores. ¡Qué alegría hoy en día irse por el pueblo en bici! Lógicamente la gente, sobre todo la gente joven, otra vez busca refugio con su bici en las aceras, y los viejos conflictos entre peatones y ciclistas florecen de nuevo.

Seguimos sin entender –hablamos del cambio climático, de la necesidad de cambiar hábitos de movilidad, en gran parte del mundo los municipios y ciudades buscan nuevas formas de una movilidad más sostenible–, por qué en Gernika-Lumo el Ayuntamiento da marcha atrás al siglo XX. Desde que en Gernika-Lumo se articularon las primeras demandas a favor de una nueva política de movilidad y más espacio y seguridad para las bicis, skates, patinetes etc. como alternativa al desplazamiento motorizado han pasado dos décadas. Desde que el pleno municipal se comprometió por unanimidad a implantar una red ciclable en el municipio una década. Y, hay que decirlo con tristeza, desde entonces casi nada se ha hecho para cumplir con este compromiso, y de lo poco realizado ahora nos han quitado la parte más útil a las y los usuarios de la bicicleta.

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