Alfonso Ríos
Responsable de Salud Laboral y Medio Ambiente de CCOO de Euskadi

La incineración de residuos: un peligro para la sostenibilidad medioambiental

Es necesario que abordemos una transición energética y de modelo productivo, potenciando sectores como las energías renovables y la movilidad sostenible, pero también una gestión de residuos que no sea problemática para el medio ambiente ni para la salud pública.

Durante los días 20 y 21 de septiembre se va a celebrar en Bilbao el noveno congreso de la Confederación Europea de Plantas de Valorización Energética (CEWEP). Es obvio que Zabalgarbi viene a ser algo así como anfitriona del evento, pero no sabemos bajo qué criterios exactamente puesto que, tal y como ha denunciado el movimiento ecologista, Zabalgarbi ha incinerado residuos en determinadas ocasiones sin la correspondiente generación eléctrica, por lo que estos residuos no podrían ser considerados como valorizados energéticamente. Quizás por ello Zabalgarbi no sea el mejor ejemplo de lo que CEWEP pretende trasladar a la sociedad: que la incineración de residuos es una pieza clave de la economía circular y un ejemplo del aprovechamiento sostenible de los residuos. Para CCOO ninguna de estas dos cosas es cierta.

En Italia, el Consejo Nacional de Investigaciones, que vendría a ser nuestro CSIC a nivel estatal, ha alertado sobre la mayor incidencia de la leucemia y el cáncer linfático entre la población residente en las inmediaciones de la incineradora que hay en la ciudad italiana de Pisa, situando a la propia incineradora como causante de estas patologías. Es la segunda vez que esto ocurre, puesto que en el año 2002 ya se alertó sobre esta problemática. El Instituto de Salud Carlos III, por su parte, elaboró un estudio que abarcaba el conjunto del estado entre 1997 y 2006, en el que se refleja un sustancial incremento de fallecimientos por cánceres de diversos tipos si se reside cerca de, entre otras instalaciones, plantas incineradoras, debido a las emisiones de dioxinas, arsénico, cromo, hidrocarburos, cadmio, plomo, tetracloroetano o hexaclorobenceno que éstas generan. Ignoramos si todo esto va a tratarse en congreso de la CEWEP, pero creemos que debería.

Es necesario que abordemos una transición energética y de modelo productivo, potenciando sectores como las energías renovables, la movilidad sostenible y la rehabilitación de edificios para la eficiencia energética, pero también una gestión de residuos que no sea problemática para el medio ambiente ni para la salud pública. Los beneficios de una gestión de residuos más sostenible no serían sólo medioambientales, sino que habría también un impacto muy positivo en la creación de empleo. La Comisión Europea afirma que si hubiese cumplimiento efectivo (es decir, la propia Comisión Europea da por hecho que no lo hay) de la legislación sobre residuos, se podrían crear 400.000 puestos de trabajo en los países de la UE. El impulso de la economía circular y la reutilización supondría un ahorro de 600.000 millones de euros a las empresas de la UE, es decir un 8% de su volumen de negocio. Este ahorro podría asimismo tener un impacto, mediante la negociación colectiva, en mejoras salariales y de condiciones de trabajo.

El Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud de CCOO ha llevado a cabo sendos estudios en los cuales se ve que habría un impacto muy positivo sobre la creación de empleo al fomentar una gestión de residuos no basada en la incineración. Por un lado, de aplicarse el sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) de envases, se podrían crear en el conjunto del estado 14.000 empleos directos e indirectos, mientras que mediante la recogida selectiva de materia orgánica, experiencia que ya se ha puesto en práctica en algunos municipios de Gipuzkoa mediante el sistema puerta a puerta, se podrían crear más de 5.000 empleos sólo directos. Esta última medida serviría también para incrementar la generación de compost, reduciendo el déficit de materia orgánica de los suelos y ayudando en la lucha contra la desertización. No es una cuestión menor, puesto que alrededor del 20% del suelo en el conjunto del estado se encuentra en riesgo de desertización.

El Ayuntamiento de Madrid anunció en junio que va a cerrar en 2025 la incineradora de Valdemingómez, instalación que desde su puesta en marcha hace 23 años ha quemado 300.000 toneladas al año de residuos, con la consiguiente emisión de dioxinas y furanos, elementos para los que no existen límites seguros de exposición. Si esto se ha conseguido ha sido gracias al trabajo y la movilización de la "Alianza Incineradora de Valdemingómez No", de la que CCOO forma parte. Para nosotros ese es el camino y el ejemplo: el trabajo conjunto de sindicatos, movimientos ecologistas y asociaciones vecinales movilizándose, informando a la población y planteando propuestas alternativas a la incineración.

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