Oskar Fernandez Garcia
Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación

La mentira y la ocultación, consustanciales e inherentes a la derecha vascongada

Durante todos esos años, desde julio del 2010 hasta la fecha actual, los jeltzales han llevado a cabo, básicamente, dos posturas en lo que respecta al proceso independentista catalán: una, mostrarse intransigentes y beligerantes contra el proceso y otra, intentar –de manera burda, banal y fútil– hacer ver que las embestidas, la brutalidad, la necia intolerancia, la estulticia represiva y las medidas totalmente antidemocráticas contra Catalunya, por parte del Gobierno del Estado español, iban también contra la CAV.

El 28 de mayo de este año, 2018, el diario GARA desvelaba y daba a conocer la noticia sobre una carta remitida, a mediados del mes de enero, al EBB por las 34 personas integrantes del grupo parlamentario de JxCat en el Govern de Catalunya.

El siguiente párrafo de la mencionada misiva refleja de manera diáfana y meridiana el estado de ánimo de sus redactores, la finalidad de esta y la petición nada velada, dirigida a los jeltzales. En ella se muestra la «profunda sorpresa y malestar» por la actitud del PNV en el conflicto entre Catalunya y el Estado español, asegurando que no se entendería que «se pueda ayudar directa o indirectamente a aquellos que han hecho de la violencia, la represión y la negación del diálogo, su bandera, poniendo la unidad de España por encima de los derechos democráticos».

La respuesta que remite a la formación política catalana, el 2 de febrero, el presidente del EBB, Antoni Ortuzar, concretamente dirigida a la presidenta del Grupo Parlamentario de JxCat, Elsa Artadi, es realmente increíble, esperpéntica y rocambolesca: «Querida Elsa, por las históricas relaciones de amistad que unen al PNV y a mí mismo con Catalunya y el nacionalismo catalán, prefiero dar por no recibida la carta que me remitiste y así no tener que contestaros. Cuando queráis y para lo que queráis, siempre estaremos dispuestos a encontrarnos bien en tierras catalanas o en suelo vasco».

La perplejidad, el asombro y la incredulidad que seguramente se dibujaron en el rostro de Elsa Artadi, al leer semejante despropósito, a buen seguro que fueron enormes.

La brevísima y disparatada carta del EBB, exclusivamente compuesta por dos oraciones, intenta en vano cubrir el inmenso vacío que se ha creado entre la formación jeltzale, el Govern y las formaciones independentistas a raíz de que el pueblo catalán decidió comenzar una lucha estimulante, atrayente, cuajada de ilusiones y esperanzas por alcanzar un derecho inalienable e insoslayable, como es la consecución de su propio estado libre y soberano.

Como los cuadros dirigentes del PNV no tenían, ni tienen ninguna razón de peso, ningún tipo de argumentación política consistente, ni el más mínimo discurso atrayente, ni han mostrado nunca –desde que comenzó el proceso de empoderamiento político de ese pueblo que surge entre las laderas pirenaicas y el Mare Nostrum– ninguna empatía, aproximación o solidaridad con el procés, puesto en marcha, no les ha quedado más remedio que recurrir a una banal, superficial y evanescente respuesta anodina.

Andoni Ortuzar, comienza su misiva con el término «querida». Es imposible querer, estimar o respetar a alguien respondiéndole con el despropósito explícito y la indiferencia implícita. 
Seguidamente recurre a las relaciones históricas, como elemento aglutinante, evocador y de unión entre las dos formaciones, sin darse cuenta ni ser consciente que el mero hecho de utilizar ese vocablo y en ese contexto, evoca y dibuja un pasado que ya no existe en absoluto. 
La construcción de ese disparatado silogismo, de feriante en horas bajas, es completamente absurdo: [Nos unen relaciones históricas de amistad con Catalunya e igualmente nos unen relaciones históricas de amistad con el nacionalismo catalán, por lo tanto prefiero dar por no recibida la carta]. ¡Genial, qué brillante dialéctica! Al bueno de Groucho Marx le hubiese costado una barbaridad superar este dislate.

La segunda y última oración del texto, por el tipo de construcción sintáctica y la elección de léxico utilizado, más bien se asemeja a un texto medieval –donde un caballero ofrece o desea una cita– que a un texto político, y que además manifiesta una contradicción inconmensurable e inabarcable con la anterior oración. En la despedida, de la telegráfica misiva, se muestra complaciente y predispuesto, «Cuando queráis y para lo que queráis», para un encuentro, cuando acaba de manifestar y explicitar que no quiere ni desea aceptar la evidencia de que se le ha remitido una carta.

¿Pero realmente el señor Andoni Ortuzar puede llegar a pensar que pueda existir el más mínimo interés por parte de JxCAT para establecer con ellos algún tipo de relación, cuando los cuadros dirigentes de ese partido y el propio señor Urkullu han estado constantemente en contra del proceso?

Desde el mismo momento en el que el proceso independentista catalán mostró su enorme y extraordinaria capacidad de movilización, determinación y firmeza, los líderes de la formación jeltzale exteriorizaron su falta absoluta de empatía política, una indiferencia total y una nula colaboración con los principios, métodos y el objetivo final; pero a pesar de todo eso lo más grave, incomprensible y repudiable es que los dirigentes de esa formación, autonomista, por antonomasia, a medida que el procés d'independéncia se iba consolidando, agrandándose y generando una esperanza pletórica de ilusiones y de profundos sentimientos por la consecución de un Estado catalán independiente en forma de república (La República Catalana), se mostraban abiertamente, cada vez más cáusticos, agresivos y beligerantes.

Durante casi ocho años, los máximos responsables, ideólogos y dirigentes de la formación derechista vascongada, se han posicionado y han actuado de manera diametralmente opuesta a los intereses del pueblo catalán. En lugar de abrir otro frente contra la imposición neofascista del partido más corrupto de Europa, el PNV se aliaba ideológicamente con esa derecha reaccionaria, violenta, intolerante, heredera directa de un brutal, dantesco y sangriento golpe de estado contra la legítima II República, defendiendo la imposible, inalcanzable e inaprensible bilateralidad.

El PNV sabe perfectamente que la bilateralidad con el Estado español es absoluta y completamente imposible. Es una quimera, un deseo basado en la irrealidad, una pretensión banal carente de sentido, un sueño de enajenados. Pero de esa forma mantiene adormecida y alienada a una parte muy significativa de su electorado, que a pesar de la aborrecible y deplorable trayectoria de ese partido aún sueña con la leyenda, el mito mesiánico, la fantasía y la entelequia de una Euskadi [término que engloba exclusivamente los tres territorios vascongados] como nación foral en el concierto europeo. Una ensoñación que se repite exclusivamente pero, eso sí, sistemáticamente cada Aberri eguna eta Alderdi eguna.

El partido vascongado, derechista, autonomista y constitucionalista, desde aquella impresionante, multitudinaria, pacífica, colorista y encomiable manifestación del 10 de julio de 2010 –cuando el pueblo de Catalunya salió a la calle para mostrar su frontal rechazo y absoluta disconformidad con la sentencia del TC del Estado español, que cercenaba drásticamente el Estatuto que había sido aprobado en referéndum en el 2006– ha mostrado reiteradamente una postura impresentable, inconcebible y beligerante con el proceso independentista. Actitud que, a medida que se iba afianzando dicho proceso, se iba manifestando más impertinente, irrespetuosa, entrometida y beligerante. Y todo ello porque el independentismo catalán se iba consolidando y comprometiéndose con las personas, sus ideas y anhelos de manera unilateral, y por lo tanto dejaba la bilateralidad, de Urkullu, Ortuzar y demás responsables jeltzales, tirada, olvidada y despreciada en un obscuro vertedero político, como un objeto totalmente inservible para lograr la consecución de un estado libre y soberano.

Durante todos esos años, desde julio del 2010 hasta la fecha actual, los jeltzales han llevado a cabo, básicamente, dos posturas en lo que respecta al proceso independentista catalán: una, mostrarse intransigentes y beligerantes contra el proceso y otra, intentar –de manera burda, banal y fútil– hacer ver que las embestidas, la brutalidad, la necia intolerancia, la estulticia represiva y las medidas totalmente antidemocráticas contra Catalunya, por parte del Gobierno del Estado español, iban también contra la CAV. De esa forma tan ladina se adjudicaban una confrontación contra el mencionado Estado que no existía en absoluto, pero les servía muy bien para inocular en esa parte de su electorado «las píldoras de lucha por una Euskadi Nación Foral» y mantenerlo en el limbo de una ensoñación y de una auténtica fantasía.

La carta, mencionada en el primer párrafo de este texto, dirigida al EBB por las 34 personas parlamentarias de JxCAT, no se dio a conocer a todos los componentes del máximo organismo de la formación autonomista, tal y como reveló GARA: «este diario ha podido comprobar que no todos sus miembros tuvieron noticia de su existencia». Este hecho, evidentemente, es de una gravedad extrema, no solo se ocultaba la disconformidad y el malestar de la formación independentista, más votada en las elecciones del pasado 21 de diciembre, con la postura y actuaciones del PNV, sino que ha permanecido oculta prácticamente para toda la estructura interna jeltzale, para toda su militancia, para todos sus simpatizantes y para toda la sociedad. Es decir, los máximos responsables del partido autonomista no admiten la más mínima crítica, y mucho menos si ésta echa por tierra toda esa falsa y rocambolesca aureola de «históricas relaciones de amistad que unen al PNV» con Catalunya y el nacionalismo.

La formación jeltzale para intentar justificar lo absolutamente injustificable: su apoyo firme –eso sí, coherente con su lamentable política de derechas– a los PGE tuvo que citar hasta en siete ocasiones el sustantivo Catalunya y dos veces el adjetivo catalán en un texto, lamentable y deplorable, donde en vano intentaba explicar el porqué de su radical y copernicano cambio del no por el sí.

Ese breve texto, inútilmente exculpatorio, compuesto de un prólogo y cinco apartados se convertirá con el paso del tiempo en referencia y paradigma de la ignominia y felonía política.
El PNV, mediante su postura favorable a la aprobación de los PGE, dejo una vez más patente, y ya es la enésima, que ante el omnímodo e inconmensurable poder del dinero todo principio ético, social, humano y político se desvanece y se volatiliza, tal y como dejó sentenciado de forma aguda, sagaz y poética, hace cuatro siglos, Francisco de Quevedo, repitiendo hasta seis veces, al final de cada estrofa, «Poderoso caballero es don Dinero».

De manera más prosaica, pero con la extraordinaria capacidad de comunicación que tiene el séptimo arte, Enrique Urbizu, cuatro siglos después, confirmaba el contenido del magnífico poema de Quevedo, mediante uno de sus filmes "Todo por la pasta". Locución que podría sustituir perfectamente al lema fundacional del PNV: "Jaun Goikoa eta Lege zarra".

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