Mati Iturralde
Médica

La pandemia y sus actores

Ni una sola autocritica ni una sola rectificación... solo la cara indescifrable del lehendakari en el final de año no por haberse equivocado sino por no haberse explicado… al final la carga de la prueba como siempre acaba en al población y sus entendederas.

Estos últimos días el Ómicron se ha convertido en la variante del Covid mas justiciera. Sin descanso está poniendo en evidencia el disparate en el que se ha convertido la estrategia antipandémica y ha conseguido que mucho de los actores de todas las categorías hayan tenido que improvisar discursos para cambiar los mensajes del pánico a los de «aquí no pasa casi nada».

Estos actores, profesionales, políticos y hasta opinadores sin más, nos han acompañado durante todos estos largos meses y nos han aportado sus múltiples saberes desde diversas atalayas y además con el privilegio de jamás responder por las barbaridades que nos han regalado en demasiadas ocasiones.

Los representantes políticos y políticas sin duda han sido los que más se han expuesto con propuestas peregrinas, eso sí, sin sonrojo. Desgraciadamente no se ha podido diferenciar su ideología, la niebla pandémica lo ha cubierto todo difuminando hasta los colores. En ningún momento han necesitado fundamentar las famosas «medidas anticovid sin ciencia ni conciencia» en argumentos de conocimiento. Solo se han remitido a un panel de expertos tan ocultos como los estudios en los que supuestamente se han basado. Con cada vuelta de tuerca he imaginado a los responsables del «despropósito» la víspera de cada nuevo catálogo de restricciones, volcando sus fobias y traumas: la juventud, la disidencia, la cultura, la vida social y en definitiva la alegría de vivir. Impertérritos han ido de comparecencia en comparecencia mintiendo sin sonrojo y yo creo que hasta íntimamente satisfechos por el poder inusitado que la sociedad sin saberlo les habia otorgado.

Otro colectivo emergente han sido los expertos a menudo en nómina de los medios de comunicación. La mayoría con titulaciones académicas hiperbólicas y cargos de más o menos confianza de distintas administraciones han sabido defender el argumento de la verdad única epidemiológica, virológica, salubrista o asistencial con una unanimidad digna de los congresos de Corea del Norte. Ni un atisbo de incertidumbre ni de posibilidad de debate científico en toda la pandemia. Sus augurios se han convertido en las predicciones catastrofistas de la bruja Lola que si se cumplen es que han acertado y sino mejor, porque al final siempre es un alivio no morirse.

En el mismo noticiario hemos podido ver anunciando los horrores del Averno a señores y señoras en sus despachos forrados de libros, o con la autoridad que confiere cualquier uniforme, en estos tiempos más si es una bata blanca con fonendoscopio incluido, y por ultimo consejeras y viceconsejeros con cara de circunstancias para reprocharnos nuestro mal comportamiento. Ni una sola autocritica ni una sola rectificación... solo la cara indescifrable del lehendakari en el final de año no por haberse equivocado sino por no haberse explicado… al final la carga de la prueba como siempre acaba en al población y sus entendederas.

Para todos ellos el solo hecho de poder intuir el fin de la pandemia es un drama. Porque en este momento de la historia de las sociedades sí que saben que muy pocas cosas son permanentes y que han dejado tantos pelos en la gatera que la mayoría presentan tremendas calvicies a la hora de volver a los grises lugares de los que mejor no hubieran salido.

Asi que preparaos para la traca final. Porque aunque todavía seguirán a pesar de los pesares anunciando muertes y enfermedad por nuestras malas cabezas, también irán modulando el discurso... Ayer mismo oí a uno de los expertos más prominente decir que «ya la tasa de incidencia no es un parámetro útil»; a un político que habrá que aclarar «las muertes por y con covid», a una académica diciendo que «igual todo acaba en endemia» y otra diciendo que «todavía es muy pronto...». Debo decir que he echado de menos al impecable doctor con su cara compungida, que nos ha ido contando la pandemia con el «rigor de los datos exclusivos del servicio que dirigía» como muestra inequívoca de toda la realidad asistencial de Osakidetza; eso sí, sin perder la ocasión de abroncar a la población por simplemente intentar vivir y sin asomo de la mínima critica a la gestión sanitaria.

En un articulo de Juan Manuel Blanco hace unos días en "Vozpopuli" decía que: «es conveniente buscar la opinión de verdaderos profesionales con rigor y sin conflicto de intereses, contrastar la información, y en general, tomar las aseveraciones de los expertos cum grano salis» (como granos de sala).

Y de mi cosecha: recobrad la sabia desconfianza de nuestro pueblo a las «verdades oficiales», no olvidéis que esa desconfianza en muchas ocasiones nos ha permitido sobrevivir.

Salud y vida.

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