La paz es posible
Esperemos las olas del mar con el corazón henchido. Burbujas de agua sobre los pies calientes. Escucha el murmullo de las gaviotas que alcanzan su altura asomándose al abismo. Creamos en la inmensidad del cielo en nuestra espalda doliente. Extendamos la virtud de la solidaridad a todos los mundos posibles de un modo fraternal y amable.
Quiero creer que la paz es posible en un rincón lúcido de nuestras entrañas. Amemos sin antojos ni patrañas. Es precisa la libertad del hombre piadoso para no caer en el olvido.
Hay una Babilonia en el mundo de lenguas y raíces caótica y enervante. Observar, pensar, atender, escuchar las voces de los otros confines.
Hoy es un día clamorosamente brillante en el azul del cielo. Que lluevan diálogos y palabras en mitad del día incandescente. Saquemos la pipa de la paz en medio de esta obcecada sin razón.
Los hombres y mujeres son inocentes en pueblos y ciudades carcomidos por una violencia inusitada.
Que sobrevuelen las palomas de la paz y que los olivos perfumen los caminos y veredas.
Son hiperreales las guerras desatadas en nuestro entorno terrenal. Aplaudamos a los hombres buenos que no pierden la esperanza a pesar del viento huracanado de la historia que nos arrastra a un sinfín de calamidades. La fraternidad de los pueblos no puede caer en un escollo del barranco. La lucidez del pueblo halla su fin en la solidaridad de los pueblos sin resquemores ni odios.
Que supuren las diferencias y sea bienvenida la diversidad.
Si los hombres se dan las manos quién cogerá las armas. Esperanzas de una tempestad sublime de paz y sosiego en las voces díscolas.
La violencia sin fin debería ser ajena en esta querida tierra que contrasta con su belleza y fuerza natural.
Si los cielos están cubiertos de bombas y misiles, quién atenderá el cántico de los niños.
Somos muchos pueblos pero con un único sentido la paz y la concordia entre diferentes. Buscamos la felicidad colmada por la sensatez y el sentido común. Sin embargo, una noche de guerra es atroz para el espíritu de un pueblo sumergido en las arenas movedizas del uso ilícito de las armas.
La paz es posible si los hombres arrumban sus odios y se enaltece la voz pacifista de los que no han perdido la esperanza y dicen las verdades de unas realidades que no debemos ignorar.