Txema Lestón Malvarez
Colectivo Memorialista Zurbau (Oltzako Zendea)

La resignificación a cambio de la dignidad

¿Cómo le explico a mi abuelo que hoy estamos a punto de vivir sin memoria?

Él que lleva tanto tiempo batallando contra el olvido, condenado a la orfandad, a la humillación y la pobreza.

¿Cómo le miro la cara después de que me contara que destruyeron su infancia, que desbastaron sus vidas?

¿Cómo le explico a mi abuelo que en la Comisión de Memoria del Parlamento, de siete partidos representados, después de dedicar la mitad de su tiempo a alabar el trabajo de las asociaciones memorialistas y a reconocer que los caídos es el mayor elemento urbano que homenajea y ensalza al fascismo solo uno aposto firmemente por el derribo, mientras que cuatro apostaban por la resignificación y los otros dos no se definían y evitaban el posicionarse basándose en que es una decisión política y pasándole la responsabilidad a otra institución?

¿Cómo le explico a mi abuelo que en la ley de memoria que firmaron esos partidos en Madrid no se reconoce en ningún momento la posibilidad de resignificación en los elementos de exaltación fascista, incluidos los edificios, los que por ley invita a demoler?

¿Cómo le explico a mi abuelo que en Navarra hay un censo de elementos de exaltación del fascismo donde está incluido el edificio de los Caídos?

¿Cómo le digo a mi abuelo que nuestros políticos no respetan, ni cumplen, incluso, que desconocen las leyes que sus partidos firmaron?

¿Cómo le explico a mi Abuelo, que lo que nos proponen en el Parlamento Navarro es ilegal?

¿De qué manera le digo que pretenden hacer de ese edifico un sitio donde se eduque a las nuevas generaciones para que conozcan el pasado, cuando en ninguna escuela se habla sobre aquel golpe de Estado militar a un gobierno surgido de las urnas?

¿Cómo le explico que el Estado español, después de Camboya, es el país del mundo con más desaparecidos tras ese golpe de Estado (120.000) y a las nuevas generaciones nadie se lo ha enseñado?

¿Cómo pretenden enseñar con visitas cuando en el colegio no se les dice que el fascismo mato en Navarra, sitio donde no hubo frente de guerra, con un tiro en la nuca a más de 3700 personas, a las que enterró en cunetas y de las cuales muchas, más de mil están sin aparecer y represalió a más de 40.000 la mayoría mujeres, huérfanas, viudas, exiliadas, desterradas, multadas, expoliadas, violadas, embargadas, rapadas, y que sufrieron el escarnio público?

¿Cómo le explico a mi abuelo que la gente en la que confiábamos para acabar con este edificio ha aconsejado a sus cargos, a sus responsables, incluso sus medios de prensa que ignoren este tema?

¿Cómo le explico a mi abuelo que sobre una mesa de negociación por la gobernabilidad se ha puesto la dignidad de nuestras personas asesinadas y represaliadas como moneda de cambio?

¿Cómo le digo que tengo miedo de que todo haya sido en vano?

Que después de tanto tiempo de período democrático, el lastre no se ha acabado. Todavía. Que el país se ha cimentado sobre una historia de mentira, mal contada y manchada de sangre.

Que tiene que seguir aguantando, ya con 86 años, como los Caídos homenajean a los asesinos de su padre, a quien nunca supo en qué tumba dejarle flores, con quien todavía sueña que un día aparezca entre la tierra, tras años de batalla y búsqueda, el abuelo aún espera.

Y ahora cómo le explico que hay total impunidad.

La apología del genocidio sigue aquí, porque siguen aquí los mismos que vienen a arrinconar las fosas, a mantener la humillación de los Caídos y a aniquilar la memoria histórica.

A llamarlo carca, busca huesos y desfasado.

¿Cómo le explico al abuelo que puede que en realidad este lugar no haya cambiado tanto como soñábamos y que los políticos de ahora son parecidos a los de entonces?

Pero yo al abuelo no tengo que explicarle nada, porque él mira a ese edificio y llora.

Porque tal vez tiene miedo de despedirse de esta vida con los ojos cansados, de no haber visto jamás, a la justicia con el valor suficiente para ver derruido ese mamotreto.

Pero abuelo, no te preocupes que seguiremos luchando, que mientras corra la sangre por estas venas, no me callo.

Que tenemos el corazón, la verdad y al amor de nuestro lado. Nuestra bandera en el balcón y seguiremos luchando.

Abuelo, no te preocupes, que, aunque siempre hayamos perdido. Abuelo, no te preocupes, que como dijo Machado: Humanamente.

Humanamente, ganamos (basado en el poema de Marina Gil).

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