Iker Casanova
Militante de Sortu

Listas, discurso, actitud

Hay que tensionar la base social, movilizar, activar, convencer, emocionar. Ni voto útil, ni voto táctico, ni elecciones
de segundo, ni «no se nos ha perdido nada en Madrid», ni gaitas. Nos van y nos vamos a contar. Vamos a salir más fuertes o más débiles

Decir que se acerca una nueva campaña electoral sería casi faltar a la verdad ya que sería más correcto constatar que llevamos prácticamente dos años inmersos en un continuum electoralista. Pero el fracaso de los partidos españoles a la hora de formar gobierno nos sitúa en la inédita circunstancia de una repetición de comicios en el lapso de apenas unos meses. La responsabilidad es alta para las fuerzas estatales que se reclaman de izquierda, ya que al no haber sabido utilizar la mayoría existente para construir una alternativa que desalojara al PP han abierto la puerta a unas nuevas elecciones que pueden fortalecer las opciones de esta formación.

Sin embargo, desde la perspectiva de EH Bildu, esta repetición puede plantearse como una oportunidad. Huyendo de la tentación de afrontar estos nuevos comicios desde el agobio, el cansancio o la rutina, EH Bildu los debe concebir como una opción para aprobar en junio el examen que suspendimos en diciembre. Pero ello sólo será posible si somos capaces de activar cambios rápidos y sustanciales en los aspectos básicos que definen una campaña electoral: las listas, el discurso y la actitud. Porque, no lo olvidemos, a pesar de los tópicos sobre la inutilidad de las campañas, las encuestas revelan que un porcentaje significativo de la población define su voto en este periodo. Actuemos con rapidez, inteligencia y ambición.

En ese sentido, la profunda renovación de las listas ha sido el primer gran acierto de EH Bildu. La renovación en sí, la selección de perfiles y la presencia de referentes de primera línea empiezan a mostrar que, ahora sí, EH Bildu se toma estas elecciones con seriedad e interés. Sin desmerecer a nadie, me parece particularmente relevante la apuesta realizada en Bizkaia con Oskar Matute. Si queremos que la independencia deje de ser un deseo y se convierta en un objetivo factible tendremos que incorporar al caudal independentista a la mayoría urbana erdaldun de identidad cultural mixta. La oferta netamente abertzale tiene aquí su recorrido, pero también sus límites, por lo que, sin abandonarla, debemos incorporar un registro complementario. La figura de Matute es casi un arquetipo del perfil que puede facilitar ese trabajo. A la adecuación a esa parte de la población que necesitamos atraer, se unen una enorme capacidad política y dialéctica y el hecho de que, como él mismo confiesa, haya hecho el tránsito hacia el independentismo después de constatar la imposibilidad de cualquier reforma federal en el Estado. Finalmente, que el cabeza de lista por Bizkaia no sea de Sortu, añade credibilidad al proyecto de EH Bildu, que no es, como a veces parecen pensar algunos dentro y fuera, un accesorio de la izquierda abertzale, sino un proyecto con entidad propia, clave para la consecución de la independencia y el cambio social.

La renovación de las listas de EH Bildu tiene un único inconveniente: que alguien pueda pensar que se sitúa la responsabilidad de los resultados de diciembre en las personas que fueron candidatas en ese momento. Nada más lejos de la realidad. La capacidad de todas ellas es incuestionable y en algunos casos ya había sido demostrada a través del trabajo institucional en Madrid. Pero las listas se configuran no sólo en base a la capacidad de las personas sino también a la presencia de perfiles. Es una pena que por eso se haya quedado fuera gente como Onintza Enbeita, igual que antes faltara gente como Xabier Mikel Errekondo. Todos ellos y ellas son parte de nuestro proyecto, queridos compañeros de viaje, que encontrarán un lugar desde el que seguir aportando como hasta ahora.

Una vez que se ha puesto rostro y dado credibilidad al concepto de renovación y ambición, hay que afrontar la cuestión del discurso. En diciembre, ante el evidente desapego de una parte de la base electoral soberanista hacia estos comicios, optamos por crear un marco discursivo propio, que obviara la cuestión del cambio de Gobierno o la reforma estructural del Estado, y nos centramos en la independencia y en negar relevancia a las propias elecciones. Tratamos de crear un marco autorreferencial sin conseguirlo y sólo logramos sacar a EH Bildu del marco analítico con el que la mayoría de la población vasca enfocaba las elecciones. El resultado es conocido: nos quedamos en el núcleo duro electoral. Ahora hay que evitar ese error. Seguimos pensando que un cambio democratizador en el Estado es casi imposible (más de dos tercios de las cámaras estarán copados por las fuerzas del Régimen) y que el único cambio real y posible se sitúa en Euskal Herria, pero aun así, debemos dejar claro que si se produce cualquier intento en ese sentido contará con el pleno compromiso de EH Bildu.

Por otro lado, aunque la reforma democrática es muy improbable, sí es más factible un cambio de Gobierno, que desea una parte abrumadoramente mayoritaria de la sociedad vasca. EH Bildu debe jugar también esa baza. Seguimos siendo la fuerza antagónica al PP, con proyectos opuestos en lo nacional y lo social. Somos sin duda el voto que más escuece a la rancia derecha neo-franquista. Hemos de proyectar con claridad la sensación de que seremos los primeros a la hora de echar al PP. Y lo haremos además muy a gusto. Por supuesto, seguimos entendiendo que el cambio ha de construirse aquí, en Euskal Herria. Pero además, somos los únicos que garantizamos que la agenda vasca esté presente también en Madrid. El PNV siempre negocia a pequeña, con los intereses del partido como prioridad. Es más que dudoso que Podemos mantenga la apuesta por el derecho a decidir si eso es obstáculo para formar gobierno con el PSOE. Cualquier delegación vasca de un partido estatal es una sucursal cuyo máximo órgano de decisión es el teléfono que recibe las llamadas desde Madrid. EH Bildu representa la única opción que en todo momento va a defender los derechos de Euskal Herria y de su mayoría trabajadora, la oportunidad de estar directamente representados, de tener voz propia.

Las nuevas listas y el nuevo discurso dan a EH Bildu grandes posibilidades de mejorar sus resultados, como parecen empezar a apuntar algunas encuestas. Pero nada de esto será suficiente si no cambiamos de forma rotunda la actitud con la que vamos a afrontar estas elecciones, desde la dirección nacional al militante y el entorno social y electoral. Es innegable que, de forma implícita, las anteriores elecciones fueron asumidas como un marrón que se afrontó con desgana. Frente a partidos que llevaban años dejándose la piel mañana, tarde y noche en una campaña que consideraban vital, nosotros tratamos de rebajar el perfil de estas elecciones con el ya sabido resultado. Si estas elecciones pueden servir para echar al PP, poner al Estado en el camino de la reforma o de manera más probable, ante el espejo de la imposibilidad de cualquier reforma en profundidad; si estas elecciones contribuyen a la consolidación del mapa electoral vasco, si pueden situar al soberanismo de izquierda al alza o a la baja… ¿cómo vamos a restarles un ápice de importancia?

Las elecciones de junio tienen un valor añadido en la CAV, ya que hemos de entender que las generales no van a ser sólo una segunda vuelta del 20-D sino también una primera vuelta de los trascendentales comicios que en octubre van a marcar un antes y después en la historia política de este país. Hay que tensionar la base social, movilizar, activar, convencer, emocionar. Ni voto útil, ni voto táctico, ni elecciones de segunda, ni «no se nos ha perdido nada en Madrid», ni gaitas. Nos van y nos vamos a contar. Vamos a salir más fuertes o más débiles. Todas las personas que creen en la soberanía y el cambio social deben tener a EH Bildu como referente. Ni un voto independentista puede ir a una opción estatal o regionalista, ni se puede quedar en casa. EH Bildu se presenta el 26-J para mejorar y lo vamos a lograr. En situaciones mucho más complicadas hemos dado la talla y en estas no va a ser menos.

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