Elena Bezanilla
SOS Racismo-Bizkaiako SOS Arrazakeria

«Los Pichis» o la familia Cortés-Manzanares

Todo ese discurso construido ha llegado a crear un sentimiento amplio de odio y rechazo hacia el grupo familiar Cortés-Manzanares por amplios sectores de la población. ¿Cómo se puede explicar que se hayan producido manifestaciones diarias de más de mil personas en Abetxuko y protestas en Aztegieta contra una familia pobre a la que no conocen y a la que no se le ha dado ni siquiera una oportunidad?

Recientemente, hemos leído en la prensa la noticia de que las familias gitanas conocidas mediáticamente como «Los Pichis» denunciaban haber sido relacionadas con el crimen de dos personas ancianas en Otxarkoaga. También hemos leído que ese crimen derivó en una ola de informaciones falsas de marcado carácter racista.

Volviendo al caso de la familia Cortés-Manzanares, se puede decir que toda su «fama» como personas peligrosas ha sido construida. Nadie conoceríamos el mal llamado «clan» si no nos lo hubieran presentado como tal la gran mayoría de los medios de comunicación, con desaprensión manifiesta.

La práctica totalidad de la información vertida y referida a este grupo familiar de condición humilde se ha vestido de dramatismo y amenaza. La familia, en su conjunto, ha sido presentada como peligrosa, conflictiva, amenazante. Se ha exhibido mil veces el cuerpo de la mujer gitana realizando los mismos gestos indignados ante la presencia de las cámaras. Se han utilizado esas imágenes con el ánimo de crear morbo y espectáculo.

Contraviniendo toda ética periodística, rara vez se da la palabra a la familia aludida mientras se la criminaliza públicamente con el beneplácito de periodistas, presentadores y tertulianos. La palabra «gitanos» no aparece, no forma parte de lo «políticamente correcto», pero todo el mundo entiende lo que hay detrás de la palabra «conflictivos».

En la elaboración de una noticia o suceso, sobre todo si tiene un carácter negativo, el código deontológico del periodismo recomienda proteger derechos como la presunción de inocencia, el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. Sin embargo, esta recomendación ha sido incumplida permanentemente por medios de comunicación locales y nacionales, escritos y audiovisuales, salvo excepciones.

Todo ese discurso construido ha llegado a crear un sentimiento amplio de odio y rechazo hacia el grupo familiar Cortés-Manzanares por amplios sectores de la población. ¿Cómo se puede explicar que se hayan producido manifestaciones diarias de más de mil personas en Abetxuko y protestas en Aztegieta contra una familia pobre a la que no conocen y a la que no se le ha dado ni siquiera una oportunidad? ¿Cómo se puede entender si no es por el tratamiento y «espectacularización negativa» por parte de muchos medios de comunicación? Pero la narrativa de «lo gitano» sigue produciendo una gran fascinación sobre la sociedad dominante, y sigue desgraciadamente aumentando la rueda de las audiencias.

Mientras tanto, la imagen pública y el prejuicio contra un modesto grupo familiar de etnia gitana ya está instalado en las mentes de amplios sectores de la ciudadanía. Un prejuicio que se construye de manera violenta y vertical y que tiene consecuencias directas sobre la realidad y la discriminación de las personas gitanas. En realidad el prejuicio ya estaba arraigado desde mucho antes. El racismo frente a gitanos y gitanas es antiguo y mayoritario aunque no se haga explícito; es un racismo estructural. De modo que las instituciones y sus poderes, los medios. Los gitanos y gitanas condenadas muchas de ellas a la exclusión desde el nacimiento, son denigradas, negadas, y perseguidas sistemáticamente desde hace siglos sin que los ataques sean condenados, lo que es peor, sin que los ataques sean comúnmente considerados como tales.

En su comunicado publicado recientemente, las familias Cortés-Manzanares han declarado haber sentido miedo y tensión en los vecindarios después de haber sido falsamente acusadas de asesinato. Han anunciado, además, acciones judiciales contra los medios de comunicación que les han relacionado con él. Raro sería que la justicia protegiera a personas gitanas. Esperemos que se haga.

Buscar