Susana Cañete de Cárdenas

Madres solteras, criaturas de segunda

Los tiempos han cambiado. Las madres solteras ya no sufren rechazo familiar y social: su familia no las echa de casa, no son encerradas en instituciones, no les roban sus criaturas tras el parto... como sociedad hemos avanzado mucho. Aunque algunas no piensan lo mismo: recomiendo seguir a la Sindicata de madres y a Madrecitas, colectivo de mujeres racializadas que denuncia racismo en quitas de custodias.

Pero no íbamos a creer que violar mandatos de género, como el de tener hijos dentro del matrimonio y la omnipresente pareja, aunque seamos blancas y europeas, nos iba a salir gratis.

Desde luego, es todo menos gratis: exclusión en la reproducción asistida durante años, obligándonos a pagar altos precios en clínicas privadas, discriminación en tarifas y tasas bonificadas para las numerosas (eso sí que son familias de bien); como en el bono social, gravamen fiscal, etcétera. Y por supuesto, no nos sale gratis disfrutar de la mitad de permiso retribuido por nacimiento, acogimiento o adopción que las demás familias.

No, ya no insultan a los hijos e hijas de madres solteras por la calle, pero no creamos que van a tener los mismos derechos que las demás, que se lo hubieran pensado antes sus madres, que ya sabían lo que había.

El Parlamento de Navarra, por unanimidad, a instancias de EH Bildu y con apoyo de Geroa Bai, Podemos e I-E, aprobó el año pasado una moción para equiparar los permisos de las trabajadoras y trabajadores públicos navarros que tienen criaturas en solitario con los del resto de familias de trabajadores y trabajadoras de la Administración.

Mientras esperamos a que el Gobierno escuche al Parlamento, incluido a su propio grupo y se ponga manos a la obra, los hijos de las privilegiadas trabajadoras públicas navarras sin pareja, tendrán que ir a la escuela infantil a los 4 meses, mientras que, sorpresa, los de los doblemente privilegiados trabajadores y trabajadoras públicas que tienen a sus hijos en pareja, podrán hacerlo a los 8 meses.

Esta discriminación se termina, como dijo el Parlamento, añadiendo un par de frases en un artículo de la ley que regula los permisos del personal de la función pública navarra.

Supongo que el Gobierno estará muy ocupado pensando cuál puede ser su contribución al fin del genocidio de la población de Gaza o en algo de similar importancia, si lo hay.

Recordemos que, sea cual sea nuestra situación familiar y laboral, es privilegiada si la comparamos con la de las familias palestinas, cuyas criaturas están siendo asesinadas diariamente mientras el mundo lo contempla, pasiva y cómplicemente.

Pero como no parece que el Gobierno esté demasiado ocupado en esta cuestión, una de las más graves a nivel mundial en la Historia reciente de la Humanidad, no entiendo el porqué de la tardanza en acabar con una discriminación histórica.

Histórica, porque no debemos olvidar la dolorosa vida de muchas mujeres que fueron madres solteras, a aquellas cuyos hijos les fueron arrebatados, a quienes fueron explotadas y maltratadas por monjas a instancias del Patronato de Protección a la Mujer y a quienes fueron excluidas y humilladas por el resto de la sociedad. Para saber más sobre el escalofriante Patronato de Protección a la Mujer, leer a Consuelo García Cid, Andrea Momoitio o Carmen Guillén.

Por cierto, que también es urgente realizar acciones de reparación histórica, como víctimas del franquismo y de la transición que son, para estas mujeres y sus hijos e hijas.

Somos porque fueron. Y se lo debemos a ellas, a nosotras y a las que vendrán. Y sobre todo, a nuestras criaturas, que merecen el mismo trato que las demás. Al fin y al cabo, no viven en Gaza.

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