Jesús Nieto García
Asociación Maravillas Lamberto, florecica de Larraga

Maravillas de Larraga, florecica del camino

Mujeres vejadas y mujeres asesinadas. Pero cada primavera, nacen las amapolas en los campos y caminos de nuestra Navarra, el mejor homenaje al cuerpo de Maravillas nunca encontrado.

La mañana del sábado 10 de febrero del 2018, Joseba Asiron y concejales de la corporación municipal de Iruña, acompañados por asociaciones de Memoria Histórica, representantes políticos de Navarra y una nutrida presencia de vecinos de Larraga, han inaugurado una plaza de 13.000 m2 dedicada a la memoria de Maravillas Lamberto Yoldi, en el espacio urbanizable de Lezkairu, donde se proyecta construir modernas viviendas en un terreno de 6.000 m2. Tendrá columpios y zonas verdes. Modelo de crecimiento de periferia urbana, donde ya hay calles dedicadas también a mujeres pioneras.

En el viejo corazón de Iruña, sin embargo, junto al monumento imperecedero de Los Caídos, con los asesinos ya desalojados, culpables de un genocidio todavía impune, hay una plaza llamada plaza de la Libertad, con su placa inaugurada hace unos años que eliminó otra con el nombre de un conde faccioso, y en la trasera del tétrico monumento, una plazuela que se desdobló para darle el nombre de un ilustre arquitecto, muy relevante, a lo que parece, en nuestra memoria colectiva… La Plaza de Serapio Esparza.

Sucede también que, en estos días fríos de febrero, los dos monumentos erigidos a pie de fosa en Ibero y el Perdón en recuerdo de decenas de víctimas del franquismo, han sido pintarrajeados con la rojigualda borbónica. Parece que los fanáticos derechistas que antaño predicaron odio y exterminio, y después el olvido obligado y necesario para la reconciliación, como abanderaba Felipe González, hoy no aceptan que se sepa la verdad, y siguen defendiendo «la gran obra de depuración y castigo», el gran crimen de lesa humanidad que cimenta y cimentará el Reino de España mientras no se haga justicia.

Durante el homenaje de este sábado, Josefina Lamberto agradeció el reconocimiento a su hermana Maravillas, pero recordó a todos que «no podemos perdonar ni olvidar». Nadie le ha pedido perdón. Para ella se guarda lo que tuvo que pasar con su madre durante los muchos años que siguieron a la matanza, época oscura de represión, humillación y dolor. Tras 82 años de impunidad para los criminales, la justicia brilla por su ausencia, y tal vez tarde en llegar más que la construcción de las viviendas junto a la Plaza Maravillas.

El 21 de abril próximo va a celebrarse en Larraga, su pueblo natal, un homenaje a todas las mujeres republicanas represaliadas, a su sufrimiento, y no sólo como hijas, hermanas, esposas y madres sobrevivientes, sino por haber sido objetivo prioritario de un genocidio planificado y sistemático que las mancilló, las rapó y las sacó a pasear por sus pueblos ensuciadas hasta los pies en sus propias heces después de obligarlas a tomar aceite de ricino, las difamó, se mofó de ellas, las torturó, las violó y a callar, en aquellos tiempos en que la culpa de su desgracia recaía en ellas mismas, las mujeres «rojas», castigadas por autoridades fascistas del régimen militar bendecido por una Iglesia blasfema, que cobijó cobardemente bajo palio su infernal desorden, dejando a estas mujeres en la miseria, multándolas y quitándoles lo poco que tenían, robándoles incluso a sus hijos, y viviendo por años sin término señaladas, junto a los asesinos victoriosos y laureados, a los que llegaron a servir como criadas.

Mujeres vejadas y mujeres asesinadas. Pero cada primavera, nacen las amapolas en los campos y caminos de nuestra Navarra, el mejor homenaje al cuerpo de Maravillas nunca encontrado, florecicas sencillas que nos recuerdan la tierra teñida de sangre roja y republicana. Toda Navarra cada primavera se viste de Maravillas, una niña que amaba la vida y luchó sin uñas ni violencia, agarrándose al brazo de su padre para que no se lo llevaran. Tanto amor no cabe en una placa, sólo en el corazón y la memoria que la mantendrá viva de generación en generación.

Ni perdón ni olvido, querida Josefina Lamberto, sólo justicia, verdad y reparación para una niña de la Navarra republicana, como miles de mujeres, que fueron y sois sueño y semilla de libertad.

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