Andoni Errazkin Beratzadi
Estudiante de arquitectura

Más luz

Según reporta el único diario vascófono de nuestra Navarra colonial, el viernes 9 de agosto de 2013 a las 23:30 horas varios seres humanos con la faz cubierta mediante algún textil arrojaron a la fachada de la comandancia imperial española de la ciudad navarra de San Sebastián varios artefactos de pintura roja y amarilla.

No sé de su reivindicación, pero sospecho que desean denunciar la ocupación imperial de ocho siglos de duración que padece la merindad navarra de Guipúzcoa desde que en el año 1200 los ancestros de los actuales españoles invadiesen, ocupasen y conquistasen la actual geografía política de la Comunidad Autónoma Vasca o la CAV. Esta administración colonial era hasta el año 1200 dominio del Reino del Estado Vascón de Navarra.

Además, la noticia aclara que la policía colonial está procediendo a la identificación de los activistas. Todo esto es una tradición de 800 años que me lleva a producir las siguientes reflexiones que creo que son urgentes para nuestra emancipación de la colonialidad secular que nos oprime.

En nuestro pueblo el cambio de paradigma ha llegado a su fin. Los fenómenos que creíamos como tales ya no lo son. Hemos comprendido en qué consistía la división entre las dos comunidades coloniales que han estado de espaldas entre sí, sobremanera desde que en el año 1978 se constituyese la Segunda Restauración del Estado imperial de España. Tanto en la CAV como en la Comunidad Foral de Navarra o la CFN cada vez hay un mayor respeto mutuo de la idiosincrasia propia y ajena. Tanto la CAV como la CFN somos miembros de un mismo pueblo, no obstante ambas comunidades coloniales han tenido su propio devenir histórico.

Somos un pueblo que respeta el mérito. Encomiamos al meritorio y más si el mérito es de los ancestros que han hecho posible que el fuego del vascuence no se haya apagado. Todas las ruinas de los castillos navarros rememoran que somos una colonia de Francia y España. No pensamos mediante nuestra lengua, no somos dueños de nuestra identidad, no dominamos nuestra geografía política mediante la ley soberana emanada de nuestro poder popular. En fin, una colonia. La historiadora Idoia Arrieta ha hallado un documento imperial del siglo XIV que certifica que en el año 1200 la ciudad navarra de San Sebastián fue invadida, ocupada y conquistada por los ancestros de los españoles. La ciudad navarra de San Sebastián ya poseía su fuero soberano otorgado en el año 1180 por el rey navarro Sancho VI el Sabio. Por consiguiente, la ciudad navarra de San Sebastián lleva 800 años gestionándose mediante un fuero ilegítimo. He de recordar que la ley es ley en tanto que es legítima: la única legítima es la soberano, no la colonial.

No tengo ningún prejuicio respecto a la violencia, ni con la física, ni con la psíquica. Sé que los ciudadanos colonialistas de las tres administraciones coloniales en las que ha sobrevivido el vascuence se valdrán hasta el último cuarto de hora de Gilles Perrault del monopolio extranjero de la violencia imperial ejecutada por los colonos de pluma y arma para proceder a mantener el estado colonial mediante el cual reproducir su hegemonía. Si los ciudadanos constitucionalistas de este estado colonial tuviésemos la suficiente osadía en no emplear eufemismos y desarrollar la dialéctica anticolonialista hasta sus últimas consecuencias habríamos dado un paso decisivo en el desmoronamiento de la hegemonía de los ciudadanos colonialistas y la descolonización definitiva de nuestra naci´n cántabro-irenaica. En resumidas cuentas: el vascuence volvería a ser la lengua hegemónica del país.

Navarra es la primera colonia del ciclo imperial que ha llevado a Europa a dominar la humanidad en la Tierra. Nuestro país ha padecido la colonización de los tres mayores imperios europeos: el español, el francés y el inglés. No en vano estas tres potencias imperialistas y colonialistas tienen su origen en el pueblo cántabro-pirenaico que, según el antropólogo David Lewis-Williams, fue el origen del arte y el creador de la consciencia humana. Nuestros ancestros viajaron hace miles de años a las Américas, y que a nadie le extrañe que nuestros descendientes sean capaces de construir un exoplaneta para viajar en el espacio infinito del universo. Sin embargo, ahora, estamos aquí. Somos una colonia, hemos de vivir mediante dos lenguas imperiales y, encima, estamos inmersos en una crisis biosistémica de escala tanto local como global que ha polarizado la humanidad en dos sociologías: en la del 99% que ostenta el mundo del alma y en la del 1% que ostenta el alma del mundo: el dinero. Las sociedades más avanzadas de la humanidad en la Tierra vivimos en una democracia plutocrática de un incipiente Estado global en el cual lo más importante es el qué heredo, el de quién soy hijo, el de quién soy amigo, el quién he tenido que pisar, el qué privilegio tengo y el a quién he tenido que calumniar. En todo esto ni es el yo gano, tú ganas, ni es el yo pierdo, tú pierdes; sino el yo pierdo, tú ganas, o el yo gano, tú pierdes.

Es imposible resolver toda esta crisis biosistémica mediante las ideologías ya conocidas. Ni la ciencia materialista, ni las ideologías materialistas, ni las ideologías espiritualistas como el judaísmo, cristianismo o islamismo nos pueden sacar de ésta. La peor ilusión de todas es la ciencia materialista que niega la existencia de la voluntad, dado que todo el universo es causa y efecto. Negar la voluntad es negar la libertad. Pero, para que un científico materialista niegue la existencia de la voluntad, por consiguiente niegue también la existencia de la libertad, tiene que haber tenido voluntad de negación, por consiguiente haber tenido también libertad e negación. Esta contradicción invalida la ciencia materialista que otorga la supremacía de la materia sobre la idea. Por ejemplo, el marxismo, junto con el capitalismo, ha sido la ideología que más ha impedido el desarrollo del vascuence, dado que al ser una ideología materialista niega al vascuence la posibilidad de dominar la materia. El marxismo, como el capitalismo, emplea para nuestra liberación las lenguas imperiales. La lógica es la siguiente: primero construyamos el Estado Vascón mediante las dos lenguas imperiales y después fomentemos el vascuence mediante el Estado Vascón. El marxismo supuestamente vascón, como el capitalismo supuestamente vascón, no ha sido capaz de producir en vascuence ni un diario ni una editorial. Es el fracaso histórico del materialismo frente al vitalismo, animismo, idealismo.

El idealismo pone la idea sobre la materia, la mente sobre el cuerpo, la vida sobre la muerte. La ciencia materialista se ha mofado de todo el instinto acumulado por toda la humanidad. Los científicos materialistas niegan hasta su propia mismidad, es el colmo del autismo. Por supuesto que somos alma, es más, no somos más que alma. En las ideologías espiritualistas antes mencionadas la distancia entre una persona y Dios es infinita, por eso todos sus prosélitos terminan perdiendo la razón. No obstante, la verdad es que la disntacia entre una persona y Dios es cero, tal como nos enseñan Lao Zi, Siddharta Gautama o Pitágoras. Dios es saber, no fe. No es que seamos parte del universo, somos el universo.

Desde que el psiquiatra Ian Stevenson demostrase que la reencarnación es un hecho su nombre es molesto en los círculos de las ideologías materialistas y espiritualistas que dominan la democracia plutocrática. Aceptar la evidencia de la reencarnación las llevaría a su autodestrucción, dado que sus estructuras se basan en la negación de la reencarnación espiritual y la imposición de la herencia material. La única forma de destruir la democracia plutocrática es sustituirla mediante la democracia meritocrática: impuesto del 100% sobre la herencia. No al nepotismo. No al amiguismo. No a la discriminación. Sí a la igualdad de oportunidades. Sí al premio del mérito. En todo esto lo que vale es el yo gano, tú ganas.

La ciencia idealista, comúnmente conocido como el iluminismo, aúna la religión y la ciencia. Así, es tan importante lo interior como lo exterior. Sus miembros más meritorios han sido Salomón, Pitágoras, Heráclito, Empédocles, Simón, Hipatía, Leibniz, Weishaupt, Hegel o Göethe. Qué distinto habría sido nuestra contemporaneidad si todo hubiese sido según la Grecia Clásica, la Toscana Renacentista o la Alemania Ilustrada. Según el iluminismo las matemáticas no son una mera interpretación del universo sino el mismísimo propio universo: Dios.

Hago apología del Estado Vascón, y para evitar esa pesadilla que se denomina la glotofagia el Estado Vascón ha de ser el vascuence. Todo aquello que no se haya producido mediante el vascuence no es ningún Estado Vascón. Por ejemplo, este artículo no es de la extensión del Estado Vascón sino de la del Estado Español. A este respecto hablaba el escritor africano Ngugi wa Thiong’o en la entrevista que le realizaron hace un mes en el programa Hard Talk de la cadena británica BBC. Él mencionaba el concepto de imperio metafísico. No hay que confundir el imperio metafísico con la colonialidad de la sociología colonialista. Por ejemplo, el filósofo colonialista Fernando Savater o el grupo musical La Oreja de van Gogh poseen tanta españolidad como el dictador imperialista Francisco Franco o el poeta republicano Federico García Lorca. El principio acuñado por el escritor africano hace referencia a la parte de la sociología constitucionalista de una colonia que haya interiorizado la lengua imperial y que se exprese mediante ella pensando que en ese acto no hay nada de lo colonial. Es el caso del historiador constitucionalista Tomás Urtzainki o el grupo musical Soziedad Alkoholika. La descolonización cognitiva es la más larga, dura y difícil en realizar.

Creo que los ciudadanos constitucionalistas hemos de constituir una federación con los restos del Reino del Estado Vascón de Navarra. A la vez, tenemos una ineludible historia colonial de 800 años en la CAV, 500 años en la CFN y 400 años en el Departamento de los Pirineos Atlánticos o el DPA. Es nuestra historia y la aceptamos. Vindico la transformación del DPA en una autonomía constituida por los cuatro territorios históricos desestructurados en el año 1791 por la Primera República del Estado imperial de Francia. La capital autonómica es la ciudad navarra de Pau. Así, la Autonomía de los Pirineos Atlánticos o la APA se federa con las dos restantes autonomías coloniales en la Federación Cántabro-Pirenaica. De esta manera, las tres capitales autonómicas situadas en Vitoria, Pamplona y Pau quedan sometidas a la capital federal situada en la Nueva Pamplona que alberga en su nueva urbanidad los edificios de los tres poderes, los edificios de los ministerios y los edificios de la diplomacia.

Imagino el parlamento federal. Hay luz. Hay agua. Hay vegetación. Dentro un improvisador de versos inicia la sesión ordinaria con unos versos sobre temas ordinarios. Cuántas obviedades. Yo, desde el porvenir al más allá, quiero recordar las últimas palabras de Johann Wolfgang von Göethe: más luz.

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