Edurne Eguino y Eduardo Navascués
Izquierda Ezkerra

Modelos de movilidad y ciudades seguras, una apuesta política

Una ciudad más amable y segura pasa por restar protagonismo y quitar privilegios al vehículo privado para otorgárselos al peatón, a la bicicleta y al transporte colectivo

Lamentamos profundamente la muerte hace unos días de un niño de 4 años en un accidente de tráfico en Pamplona mientras cruzaba un paso de peatones, de la mano de su padre, en verde para los peatones, en ámbar para los vehículos. Nos sumamos al dolor de su familia y entorno y, en particular, a la comunidad educativa a la que pertenecía.

Un suceso escalofriante, como lo es el dato terrible de que se trate del cuarto atropello mortal en lo que va de año, con una cifra total de 15 fallecidos por la misma causa, desde 2014.

Cada accidente de tráfico está originado por un conjunto de causas pero, más allá de las diferencias y particularidades de cada caso, el actual modelo de transporte y movilidad de Pamplona nos arroja una cifra de personas fallecidas demasiado alta. Algo no va bien. Es preciso un giro de 180 grados en este modelo. A la vista está que Pamplona necesita un modelo que haga de ella una ciudad más amable y, sobre todo, más segura.

Instamos al Ayuntamiento de Pamplona a implementar de forma urgente y decidida medidas que conduzcan a ese cambio. Algunas  contempladas en el Acuerdo Programático que firmaron las cuatro fuerzas del cambio en 2105 pero cuya implantación está siendo desesperadamente lenta.

Algunos ejemplos:

- Reducir en toda la ciudad de la velocidad a 30 kilómetros por hora, siguiendo las recomendaciones de la Dirección General de Tráfico y de la Unión Europea, efectivas para minorar el riesgo de fallecimiento.

- Crear «entornos seguros» junto a los centros escolares. ¿Cómo? Con la  prohibición de aparcar a menos de 100 metros de la puerta de los colegios, o  la puesta en marcha de «caminos escolares» y rutas ciclables seguras hasta los mismos. Implementando, de forma paralela, campañas que fomenten la movilidad sostenible a pie o en bicicleta determinando, por ejemplo, días concretos para desplazarse a pie o en bicicleta hasta el colegio.

- Establecer y señalizar «zonas 20» en lugares especialmente «sensibles»,  que incluyan centros escolares, centros deportivos o de ocio, centros de salud, de mayores, ejes comerciales…

- Eliminar la plaza anterior y posterior en cada paso de peatones y paso para ciclistas, para ganar visibilidad.

- Revisar los semáforos, de forma que no se cree conflicto entre personas a pié  y vehículos a motor. Evidentemente hay que decantar la balanza hacia el elemento más vulnerable de la movilidad urbana: la persona que se desplaza a pié.  

Y muchas más medidas que son posibles en una ciudad que apuesta de forma decidida por la movilidad sostenible, la mejora medioambiental y la seguridad de todas las personas: control riguroso de la velocidad; apuesta firme y decidida por el transporte colectivo sostenible con vehículos de emisiones cero, acompañado de la creación de más aparcamientos de periferia; reducción de las autopistas dentro de la ciudad; desarrollo de zonas de exclusivo tránsito vecinal y peatonal; creación de conexiones peatonales y ciclables seguras entre barrios y a los polígonos industriales… la lista es larga. Soluciones existen.

En definitiva, una ciudad más amable y segura pasa por restar protagonismo y quitar privilegios al vehículo privado para otorgárselos al peatón, a la bicicleta y al transporte colectivo. Eso es movilidad urbana sostenible. Pongamos a su servicio toda la voluntad política y toda la capacidad técnica.

Sólo así podremos ir recuperando el espacio que el vehículo privado nos ha ido usurpando poco a poco y garantizar la seguridad de las personas más vulnerables, para que estos atropellos mortales que forman parte de la crónica negra de la ciudad no vuelvan a suceder.

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