Enrique Vivanco Fontquerni

Neocaciquismo

El futuro político para la próxima generación es el resultado de una transición política que su única misión ha sido idiotizar con gran éxito a una mayoría poblacional

Los aromas que circulan por Europa, desde que la política económica se trasformó al aniquilar el control público de la misma, a la locura de la productividad privada, que no tiene el menor decoro en arrasar con lo que haga falta, ni medir sus consecuencias sociales. La ingenuidad que Europa, nos salvará de la barbarie, cuando es participe de ella, es el error que nos congela para poder cambiar de rumbo.

Las elecciones demuestran el descontento de una parte importante de los votantes europeos, que hace evidente que las políticas de los últimos 40 años están haciendo aguas por todos lados. Lo que sucede en el Estado, es un reflejo más exagerado que lo que pasa en el resto, como siempre ha sido a lo largo de la historia. El déficit de conocimiento político, filosófico y musical de la población en general es y sigue siendo inferior a la Europa más culturizada. La prueba está con lo que ha sucedido con la gran aceptación del discurso dominante respecto a la profilaxis médica, que se ha digerido de una forma sumisa sin capacidad para plantearse como mínimo dudas, cosa que no ha pasado en ningún país europeo, y sobre todo los Estados del este del continente.

El resultado en las elecciones en Castilla y León, refleja a la perfección, que la mentalidad del Estado como estructura coercitiva, y no como un Estado social, es el núcleo de continuidad con la dictadura militar vivida y soportada de forma borreguil. Joaquín Costa, sigue iluminando, lo que en realidad es el centro peninsular con periferias insanas. El caciquismo sigue navegando a toda vela con estos partidos inventados por fuerzas locales que lo único que temen es perder sus privilegios ancestrales, con discursos que solo los bobos se pueden creer. Los funcionarios del Estado, concentran el voto al partido salvador de las esencias mitológicas fundacionales de un espacio que siempre ha necesitado imponerse por la coerción bárbara.

El futuro político para la próxima generación es el resultado de una transición política que su única misión ha sido idiotizar con gran éxito a una mayoría poblacional que lo único que le interesa es hacer cruceros, o ir de fiesta hasta las 6 de la mañana, para dormir durante el día sin posibilidad de hacer nada para superar su ignorancia congénita. Es el éxito sin precedentes de un Estado, peor que todas las religiones juntas y más alejadas de la humanidad. El presente ya está aquí, las triquiñuelas del salario mínimo, el aprobar una reforma laboral que solo beneficia al empleador, no cambia ni cambiará el malestar estructural de una mayoría poblacional que está atrapada por su ignorancia y por los cantos de sirena de un Estadio opresor.

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