Joseba Andoni Enbeita «Gorri»
Militante de la izquierda abertzale

No enterréis a Lenin todavía

Lenin fue muy coherente siempre. Puso medios para concretar aquello que defendían. Y lo consiguieron. No creía en las «terceras vías» como alternativa global a este sistema y, sin quitarles importancia a las cooperativas, ni mucho menos, es verdad que esas vías intermedias no existen.

El pasado 17 de abril, Juan Manuel Sinde, presidente de la Fundación Arizmendiarrieta, publicaba en esta sección de opinión un artículo titulado "150 años de Lenin, 105 de Arizmendiarrieta".

A raíz del diferente aniversario del nacimiento de estos dos referentes de distintas maneras de abordar la problemática social, en ese artículo lo que se hacía en realidad era una defensa apologética de la vía emprendida en parte de Euskal Herria por el sacerdote Arizmendiarreta y un ataque, sin mayor profundidad analítica y llena de tópicos, a lo que Lenin representa.

Se echa de menos en ese artículo aunque sea un atisbo de autocrítica al funcionamiento real de ese cooperativismo oficial que empezó a andar de la mano de Arizmendiarrieta. Aunque nadie duda de la importancia económica y humana de este sector productivo, de distribución y financiero en nuestro país, un aniversario como éstos daría para reflexionar sobre lo que no funciona o requiere mejora en el mismo. Nada de eso se encuentra en el artículo. Al contrario, se habla de «realidad floreciente», «alternativa de futuro», de cómo se están conciliando «la competitividad empresarial y el desarrollo humano»... En fin, todo positivo.

En contraposición, se dibuja una caricatura de la aportación de Lenin al desarrollo de las luchas de liberación. Un Lenin preocupado sobre todo por «el Partido» (no como Arizmendiarrieta, éste sí, preocupado por las personas) y con todos los tópicos subsiguientes sobre la dictadura del proletariado, etc. Un Lenin cuya obra se derrumbaría «72 años» después, con «un rotundo fracaso» y tal.

Es difícil responder con profundidad, pero con brevedad a la vez, a esta visión de todo punto equivocada sobre el legado actual de Lenin. De entrada, es curiosa la doble vara de medir que tienen algunos sobre los procesos históricos. Si la burguesía precisó de unos cuantos siglos para hacerse con las riendas políticas de las sociedades, eso es algo que se considera normal. Que el primer asalto serio de desconexión con el capitalismo no aguantase un siglo en cambio..., eso se considera «un fracaso» de la experiencia... Curioso.

Lenin fue una figura clave para intentar esa primera desconexión y es clave también, con las adaptaciones adecuadas a estos tiempos y a cada marco nacional, para intentar sucesivas desconexiones.

El papel que le otorgaba a la reflexión teórica sobre el sistema que nos ha tocado sufrir, su consideración de la política como nudo gordiano donde confluirían todas las luchas sociales para confrontar con el estado, su visión de la organización, no sólo en relación con una práctica concreta, que también, sino con un saber acumulado que le da perspectiva hacia atrás y hacia adelante a la misma... No tenemos espacio aquí para profundizar en éstas y más cuestiones.

Lenin fue muy coherente siempre. Puso medios para concretar aquello que defendían. Y lo consiguieron. No creía en las «terceras vías» como alternativa global a este sistema y, sin quitarles importancia a las cooperativas, ni mucho menos, es verdad que esas vías intermedias no existen. No son generalizables...

Y Lenin fue muy flexible cuando fue preciso. Su concepción del eslabón clave de la cadena obedece a eso. Dejaron un legado del que todavía vivimos, aunque nos lo quieren quitar pedazo a pedazo: la defensa del derecho de autodeterminación nacional, la primera mujer ministro en la historia de la humanidad, la derrota del fascismo en gran parte de Europa, derechos sociales y democráticos para esta parte del mundo, sólo porque ellos estaban ahí... No veo yo el «rotundo fracaso» por ningún lado. Que ese ciclo se cerró a finales del siglo pasado, sí. Y que el socialismo cayó en ese asalto, también. Que la partida haya acabado no.

Mientras haya clases en este mundo, y en Euskal Herria, habrá lucha de clases. Y mientras haya pobres y explotadas, con conciencia de serlo, el nombre de Lenin se seguirá pronunciando con respeto y admiración.

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