Iñigo Muerza Erroz
Exmiembro de Podemos Navarra y de Aranzadi-Pamplona en Común

No fue una asamblea

Lo personal cuenta mucho en política, a veces más que lo ideológico, y aunque apenas les separen nada a estos grupos con aquel que dirige el partido en Navarra en estos momentos, más allá del énfasis con el defienden una identidad política, las desavenencias personales de unos y otras con el actual secretario general de Navarra también vienen de largo y resultan irreconciliables.

Aunque se trate de presentar como tal, el acto que este viernes escenificaron en el palacio del Condestable de Pamplona los sectores podemitas que están intentando impulsar un nuevo espacio político en Navarra no puede considerarse como una asamblea en tanto en cuanto no hubo debate real alguno de cual se recogiesen más decisiones ni conclusiones que las que ya estaban preestablecidas de antemano por los organizadores del encuentro. Lo que aparentemente iba a ser una deliberación sobre si lanzar o no un nuevo partido político en Navarra «de izquierda no abertzale» quedó en una sucesión de exposiciones por parte de algunos de los impulsores de la iniciativa en lo que lo importante era lanzar a los medios presentes algunos mensajes como que el gobierno del cambio llevaba a cabo políticas neoliberales o que ellos eran las víctimas de las maniobras de una dirección poco democrática y muy autoritaria, llegando a señalar a la actual presidenta del Parlamento de Navarra, Ainhoa Aznarez, como la cabeza de un complot para derrocar a Laura Pérez en connivencia con Pablo Iglesias. Acusaciones graves e irresponsables que en cualquier otra formación política implicarían la inmediata apertura de un expediente disciplinario con visos de expulsión. Lo que posiblemente anden buscando en el fondo para aumentar su relato victimista del conflicto en ciernes.

Porque que van a lanzar dicho proyecto político es tan real como el que si lo manifiestan ahora el Parlamento Foral les aplica el acuerdo contra el transfugismo que les impediría entre otras cosas disponer de los más de 400.000 euros a los que están tratando de acceder de manera poco legítima con el cambio de portavocía y nombre del grupo parlamentario de Podemos Navarra. Así que han de moverse en la incertidumbre, la indefinición, las contradicciones y los pasos en direcciones opuestas para alimentar un fraude de ley que está alejadísimo de los postulados que otorgaron a algunas de estas personas las responsabilidades que ostentan.

Olvidadas quedaron en el soporífero acto del viernes algunas acusaciones que militancia y dirección vierten sobre el grupo tránsfuga, como que mientras tuvieron la dirección del partido su gestión se caracterizó por la exclusión, el sectarismo y el autoritarismo o que los cargos públicos rebeldes hace tiempo que no cumplen con el compromiso adquirido de donar parte de su sueldo al partido. Llegando a eludir dicha obligación subiéndose la cuota del IRPF para declarar a hacienda más de lo que les corresponde y recibir así el dinero al que debían haber renunciado al final del periodo fiscal. Práctica, por cierto, bastante más extendida en el partido morado de lo que se piensa. Olvidadas quedaron también algunas viejas rencillas entre los dos sectores promotores del nuevo proyecto, los acólitos a Laura Pérez y el núcleo duro de la candidatura municipalista Aranzadi. Rencillas que vienen de tiempos pretéritos a la entrada en política de ambos grupos y que ocasionaron más de una fricción y numerosos problemas hace escasos tres años cuando cada uno de estos grupos pelearon por sus respectivos espacios de poder político, de poder interno y por los huecos en las listas para entrar a las instituciones. Tiempos aquellos que se cerraron con una amplia militancia alejándose de unos y otros tan rápidamente como se habían acercado.

Y es que lo personal cuenta mucho en política, a veces más que lo ideológico, y aunque apenas les separen nada a estos grupos con aquel que dirige el partido en Navarra en estos momentos, más allá del énfasis con el defienden una identidad política, las desavenencias personales de unos y otras con el actual secretario general de Navarra también vienen de largo y resultan irreconciliables. Por ello a la situación que estamos presenciando en Navarra aun le queda un buen recorrido que se dibuja tan agotador y obstinado como las ganas y las necesidades de sus diferentes protagonistas de seguir viviendo de la política. Que es en definitiva a lo que ha quedado reducido todo esto.

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