Iñaki Uriarte
Arquitecto

No llores por mí, Palestina

Ni por ti, ni por él, ni por nosotros, vosotros o ellos. Palestina, Palestina, el mundo, en general, os ha abandonado en vuestro holocausto. Perdonadnos por nuestra indiferencia, pasividad y cobardía, pero no lloréis por tanto olvido. El llanto solo lo merecen los vuestros, familias, padres, madres, hijos, hijas y neonatos en un país sin la tierra prometida y desde hace años humillado, arrasado.

Hoy, en muchos hogares del occidente cristiano se colocarán, como adornos de temporada, nacimientos o belenes, para celebrar el único y milagroso parto acontecido, secundum scripturas, allí por el año 0, el origen de unas coordenadas temporales.

Una entrañable escenografía doméstico-infantil y también en templos y algunos edificios oficiales con luces intermitentes. En la Palestina actual, las luces se apagaron total y brutalmente hace semanas. Y se seguirán sepultando personas palestinas de todas edades, seres humanos como nosotros.

Mientras, una parte de la humanidad se saciará de comer y beber abundante, pero en Gaza y Cisjordania, enormes territorios-cárcel sin techo, apenas llega el agua. Aquella multiplicación de los panes y los peces solo está en los libros litúrgicos y, al parecer, sólo ocurrió una vez y se acabaron raudos.

Esta noche tiene su universal himno oficial, noche de paz, noche silenciosa, etc. ¡Qué ironía! Antaño, en los conflictos bélicos incluso se instauraba una tregua de Navidad, pero este Estado asesino sionista, una versión del nazismo siglo XXI, seguirá arrojando toneladas de indiscriminadas dosis mortales sobre plazas, escuelas, hospitales y campamentos de refugiados.

Mañana, Natividad, el supremo hechicero, desde el balcón vaticano, después del solemne oficio ritual tendrá unas piadosas palabras y desperdiciará, dispersando al aire, unas palabras y unas gotas de bendita agua. Lo mismo que otros patriarcas de credos que invocan al mismo Dios y de diferentes religiones. No se quieren enfrentar al demonio personificado con el criminal Estado de Israel temiendo sus sutiles represalias vengativas.

Entretanto, en Palestina familias enteras, comunidades vecinales, barrios, continuamente desaparecen de la vida apenas identificadas en una simple y urgente mortaja blanca, como la santa síndone, sin tiempo apenas para un responso, hay que acudir a seguir desescombrando y rescatando, vivos o muertos. Ayer, hoy, mañana, quizá estos voluntarios enterradores otro día también serán enterrados, ya que desde el cielo se escupe a un heroico y sacrificado pueblo permanentemente ira y fuego, muerte y exterminio.

La actitud de los organismos mundiales, desde ONU, Unesco, Unicef, FAO, uniones internacionales de la medicina, sanidad, deporte, arquitectura, las personalidades mundialmente relevantes, etc., es deplorable, su silencio, cómplice.

En la Tierra Santa, Belén, Nazaret, las arenas que invoca la Biblia, sitiadas con alambradas de espinos y trincheras, son el escenario de la matanza por la suprema maldad armada de esa extirpe criminal extendida e infiltrada en todos los ámbitos del poder por todo el mundo.

Gernikatik Palestinara, el pasado día 8 en la villa foral participamos en un bello y profundo acto de conciencia colectiva con dos momentos de enorme impacto emocional: el sonido de la sirena y el sonido del minuto de silencio.

Solo una plegaria para la universal esperanza: Palestina vencerá.

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