Pedro A. Moreno Ramiro

Nuevas institucionalidades

La implantación de eso que algunos llaman «bizi poza» -buena vida- es aquello que solo podremos ver materializado si abogamos por construir otras instituciones

La crisis del covid-19 y la gestión nefasta de ésta por parte de la «democracia representativa» y sus principales exponentes, los y las políticas profesionales, nos invita a pensar y dibujar otras alternativas organizativas que se sostengan de la mano del apoyo mutuo, la resiliencia de los ecosistemas, la salida del patriarcado, las políticas decrecentistas, la economía cooperativa o la democracia comunalista y directa. Todo esto, con el objetivo de independizar con mayúsculas a los pueblos que viven bajo la suela del zapato de la representatividad, el sistema de partidos y la «democracia liberal».

La nueva institucionalidad que ha de plantearse ha de ser local y localista, es decir, debe partir desde lo cercano y reivindicar la política de cercanía como la forma más sana de ejercer la democracia. Ya es hora de que las libertarias reivindiquemos otra manera de entender el socialismo. Un socialismo libertario de base que se sustente sobre la horizontalidad y la democracia directa y que cuente además con una militancia que se sienta cómoda y con sus necesidades básicas cubiertas fuera del Estado liberal. Todo esto como contraposición a esos Estados socialistas jerárquicos, autoritarios, militaristas y antiecológicos. Es hora de decir sí con mayúsculas a una organización fuerte, consolidada y democrática, o sea, es tiempo de construir, como dirían las compañeras de Apoyo Mutuo, un pueblo fuerte.

Estas líneas se escriben desde Nafarroa, pero son un canto de esperanza para todos los pueblos, porque por encima de ser navarras que trabajamos y vivimos en esta tierra somos internacionalistas, y es que entendemos que frente a otros procesos soberanistas de construcción nacional que se han centrado en la institucionalidad estatista y en la construcción de Repúblicas liberales, no habrá libertad alguna para los pueblos vascos mientras ésta no sea democratizada con el resto de pueblos, tanto de la península como del resto del globo. Por ello, es imprescindible en Nafarroa una organización fuerte que sea a la vez ecosocial, socialista-libertaria, feminista y que posea también las voluntades necesarias para generar servicios y trabajo donde no prime la acumulación y con el claro y decidido objetivo de construir una sociedad mejor para todas las navarras. Considero que este nuevo marco no vendrá de las instituciones españolas, ni de los fueros o de quien controle «Ajuria Enea», el verdadero proceso soberanista o la auténtica independencia la obtendremos cuando podamos cubrir las necesidades de la gente sin recurrir a un sistema político, social y económico que se centra en la explotación de los países del sur, la destrucción del territorio, el sistema patriarcal o la simple y llana dominación y explotación de toda vida, ya sea esta humana o animal. No podremos ser libres y soberanos como pueblo mientras no podamos decidir sobre nuestra propia vida sin la necesidad de aplastar y someter al resto. Hecho, este último, culpable de todos los dramas migratorios que se dan en la actualidad.

Hace unas semanas en una entrevista en Iepa! Irratia me preguntaban sobre si tenía algún nuevo proyecto en la guantera, es cierto que aún está lejano y tardará un tiempo en salir del horno, pero cada vez va cogiendo más fuerza y forma la idea del nuevo proyecto en el que ando inmerso: entrar en profundidad en cómo hacer para articular unas sociedades ecosociales y libertarias en Occidente. Para ello, será imprescindible ver e investigar cómo trasladar el confederalismo democrático kurdo a nuestros pueblos vascos y al conjunto de pueblos de la Iberia. En mi caso, ya esbocé una breve propuesta en mi anterior y único libro: “Ecologismo Integral”. En este ensayo político, planteaba a grandes rasgos la construcción de una red de consumo y producción como alternativa a las instituciones burguesas y liberales. En él sostengo que esta «red de redes» debería ser coordinada bajo la figura de una Confederación Sindical, con el objeto de tener una institución democrática, en este caso el sindicato, que pudiera defenderse de las embestidas del Estado liberal, además de utilizar esta herramienta organizativa como un mecanismo de implantación y coordinación en los diferentes pueblos y ciudades del territorio. Obviamente, y en este aspecto intentará reparar el nuevo trabajo, lo determinante será ver cómo organizamos esa nueva institución de control obrero y de qué manera generamos un cuerpo de personas técnicas que puedan ofertar sus conocimientos y saberes a la sociedad sin caer en la burocratización del funcionariado que se da en las instituciones burguesas, o que se dio y se da en países «socialistas» como Cuba. Ahí está en mi opinión, la clave de la cuestión, y es en este aspecto donde el nuevo trabajo intentará poner más énfasis.

Mi experiencia como concejal de un ayuntamiento tras el 15M -que me llevó a dimitir al año y medio de tomar posesión-, los fracasos institucionales presentes y pasados -y cabe destacar en este punto toda la fe que puso Bookchin en los verdes alemanes y el chasco que se llevó el intelectual norteamericano- nos lleva a hablar del amorfismo que supone la política institucional, la que en el caso de los verdes y como ejemplo, les ha llevado en la actualidad a cogobernar en un tripartito con liberales y socialdemócratas. Esto no es nuevo, ya que en el pasado fueron «engatusados» por el mismo PSD y convertidos en una pieza clave de la democracia alemana, podemos decir que lo más sorprendente de esta nueva coalición, sería la perdida de filtro alguno de Die Grünen al entrar a formar gobierno con los liberales. En mi modesta opinión, este mismo suceso se podría repetir en unos años en sitios como Chile, donde una iniciativa que lleva el apellido de libertaria (Izquierda Libertaria) ha apoyado sin tapujos el proyecto socialdemócrata de Boric. ¡Ojo! Mi crítica no va hacia los militantes de base que han confiado que un cambio es posible en un país tan golpeado por los fachos y la corrupción, sino a las inercias negativas a las que te lleva el sistema neoliberal una vez entras a gobernar sus instituciones. De este tipo de decepciones saben mucho aquellas personas de base que confiaron en Syriza primero y después en Podemos, y que han visto traicionadas sus buenas voluntades pensando que de la mano de la política institucional asaltarían los cielos y conseguirían bajar a la tierra la justicia social y un mundo mejor para las clases populares.

Muy seguramente y como decía en mi último artículo, en este nuevo contexto de auge de la extrema derecha nos tocará tejer estrategias y tácticas que no nos gustan y nos tendremos que «hacer tripas corazón», eso sí, sin perder el objetivo en nuestro proyecto de base: el confederalismo democrático. Un ejemplo de esto, es que en Nafarroa deberíamos entender que hasta que consolidemos esta nueva institución y tengamos cubiertas ciertas necesidades como las sanitarias o de servicios básicos, es preferible que en nuestra tierra gobierne EH Bildu a que lo haga UPN –esto lo digo desde el más honesto análisis sociopolítico sin entrar en qué me parece a mí personalmente EH Bildu-. Esta afirmación no quiere decir, por otro lado, que compremos el discurso de la izquierda abertzale, pero sí que entendamos, que en materias como la educación, la sanidad, las políticas públicas o los derechos lingüísticos, «ganaremos» más si en las instituciones españolas están las de Otegi, que las de Esparza. Aunque se eligiera, hablo en un futurible, votar en unas elecciones como estrategia a EH Bildu, esto no significaría de ninguna manera aceptar entrar en las instituciones o militar en partidos que gestionan las mismas, si eso sucediera, perderíamos como he dicho antes nuestro principal objetivo: la construcción del confederalismo democrático en Nafarroa. Todo se definiría en una frase: votar estratégicamente en un momento determinado ok, pero creerte que ese proyecto al que votas y que está de lleno metido en lo institucional va a suponer una alternativa al capitalismo y al productivismo es un craso error; toca construir desde fuera.

Por lo tanto, y a modo de conclusión, la implantación de eso que algunos llaman «bizi poza» -buena vida- es aquello que solo podremos ver materializado si abogamos por construir otras instituciones –por poner solo dos ejemplos de los muchos que hay- que no se basen en la baja económica a la hora de adjudicar contratos a empresas en las mesas de contratación municipales o que por encima de la acumulación de capital y de los derechos sobre las propiedades que tienen los poderosos en la política actual se coloque la vida de las personas, los animales o la salud de los ecosistemas.

«Es imprescindible una propuesta organizativa que supere la institucionalidad antidemocrática que nos brinda el Estado liberal, proponiendo en contraposición a la misma, una propuesta integral basada en lo cercano: el municipio, la comarca y la biorregión, ‘con el ojo puesto’ en construir una alternativa socialista-libertaria que conjugue las prácticas feministas con la filosofía ecosocial y decrecentista, creando al mismo tiempo los posos necesarios para la consolidación de un sujeto de pertenencia identitaria nítidamente culturalista que cuestione la hegemonía de lo español en el movimiento libertario, al igual que la superación del aranismo por parte de las izquierdas soberanistas vascas»

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