¿Osakidetza prefiere la rentabilidad a la seguridad de sus fármacos?
Los costes de farmacia para la Sanidad son muy importantes. No pocas veces las secuelas farmacéuticas, incluso mortales, corresponden a algunos de los fármacos más baratos y que, por serlo, Sanidad los prioriza. Esa situación se da no solo en Euskal Herria y resto del Estado español, también en Europa y el mundo. La respuesta a esas situaciones, sin embargo, es distinta y desigual.
Osakidetza y Gobierno Vasco parece que están a la espera de constatar con mayor claridad si cabe las funestas consecuencias, incluso mortales, que pueda tener el suministro del peligroso Sintrom para decidir financiar otros fármacos más seguros, ya demostrada su mayor seguridad y eficacia negada por algunos, pese a ser más caros. Como son los ACODs o los NACOs.
¿Tendrán que producirse más hemorragias cerebrales, más parálisis, más reducciones motoras, incluso más muertes de consumidoras de Sintrom para que las instituciones vascas den el paso a los fármacos alternativos más seguros pese a ser más caros? En la CAV, solamente pueden acceder a esos fármacos alternativos financiados por Osakidetza si previamente se ha pasado seis meses dentro de los programas de consumo de Sintrom y se ha registrado algún problema. Es decir, que primero tenemos que sufrir hemorragias o parálisis o fallecemos, y es entonces cuando se puede acceder a los fármacos alternativos. ¡No tiene ningún sentido!
En este contexto bueno es mirar a nuestro alrededor y ver qué ocurre con situaciones similares, aunque sea con otro tipo de fármacos para otra clase de enfermedades. Tienen, sin embargo, en común el coste mayor o menor de unos fármacos u otros y las secuelas nefastas de algunos de los más baratos.
Así, el 25 de febrero de 2025 se publicaba esta noticia en "El Correo" relacionada con la sanidad británica: «Un fármaco más barato de la sanidad británica empeora a sus pacientes de esclerosis múltiple». La información decía que «alrededor de 170 enfermos de esclerosis múltiple en el Reino Unido han sufrido importantes efectos secundarios al cambiarles uno de los fármacos que se les administra para combatir esta enfermedad por otro más barato. Entre esas consecuencias se encuentran la imposibilidad de mover las piernas, fatiga, dolor y repentinas ganancias de peso».
«El Servicio de Salud británico (NHS), que atraviesa una crisis galopante, añadía, pretende ahorrarse cerca de 1.200 millones de euros en los próximos cinco años apostando por los llamados «medicamentos biosimilares», parecidos a los genéricos pero con una estructura más compleja. Su ventaja respecto a los fármacos de referencia es que son mucho más baratos al haber expirado la patente que los protegía de la competencia».
Y concluye así: «El cambio en la medicación comenzó a aplicarse en abril del año pasado a 345 pacientes en el Hospital Charing Cross de Londres. Se les administró Tyruko en lugar de Tysabri. La esclerosis múltiple es una patología en la que las defensas del cuerpo atacan la mielina, una sustancia que recubre el «cableado» del cerebro. Lo que hacen ambos fármacos es impedir que los glóbulos blancos –las defensas− lleguen al cerebro. En teoría, Tyruko y Tysabri son intercambiables, pero en este caso no ha sido así y la mitad de ellos empeoraron».
Aprendamos la lección. Ya en septiembre de 2022, expertos vascos anunciaban que un 40% de los pacientes que toman Sintrom no tiene un buen nivel de coagulación. La Comisión de Salud del Parlamento Vasco lo analizó. Sonia Velasco del Castillo, cardióloga entonces del Hospital de Galdakao y Presidenta de la Sociedad Vasco Navarra de Cardiología, y Félix González, neurólogo y coordinador de la Unidad de Ictus del Hospital de Donostia, explicaron los problemas que genera el Sintrom. Y es que este fármaco no interacciona bien ni con otros medicamentos ni con la dieta que sigue el paciente. Por ello, los que reciben Sintrom deben acudir periódicamente a un centro de salud a medirse los niveles de coagulación en sangre y ajustar a ellos la cantidad de fármaco a recibir.
Para evitar esas discordancias y garantizar la salud de los enfermos existe desde hace más de una década otra alternativa farmacológica: los anticoagulantes orales de acción directa, conocidos como ACOD. Su dosis es fija y no varía y es más segura. ¿Por qué, sin embargo, en la CAV Osakidetza, años después, sigue decantándose más por el Sintrom que por otras alternativas más estables y seguras? Velasco, uno de los expertos, respondió sin rodeos: «el motivo es económico. Una caja de Sintrom sin financiación cuesta 3, 45 euros, mientras que una de ACOD tiene un precio de 85».
Cada año en la CAV 3.500 personas sufren un ictus, de las que el 30% fallece y el 5% sufre algún tipo de secuela. El coste de estos problemas para la sanidad vasca ronda entre los 80 y 100 millones de euros al año entre tratamientos y procesos de recuperación. Por esa razón el neurólogo Felix Gonzalez sostuvo que para el sistema vasco resultaría más económico prescribir medicamentos como el ACOD que el hecho de que pacientes diagnosticados y tratados con Sintrom puedan sufrir un ictus o una hemorragia cerebral.
Algo similar a lo que ocurre con la sanidad británica, un fármaco más barato empeora a sus pacientes de esclerosis múltiple. Las secuelas del Sintrom entre nosotros cuestan mucho más que la administración de fármacos alternativos pese a ser más caros. ¿A qué espera Osakidetza? ¿Más hemorragias cerebrales, parálisis o muertes provocadas por el peligroso Sintrom? Expira ya la patente de Bayer, monopolista del Xarelto (ACOD) que le protegía de la competencia y lo hacía muy caro. A ver si Osakidetza se plantea ahora financiarlo al bajar previsible y drásticamente su precio.
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