Jon Ander Etxebarria Garate
Biólogo

Pandemia covid: ¿democracia o dictadura? ¿ Fin del sistema?

Es el momento de que la sociedad cree una nueva forma de relacionarse abandonando el globalismo y encaminándose hacia un localismo de auzolan, de comunidad, de manera que la resolución de las problemáticas se lleven a cabo entre personas más allegadas por proximidad.

1. Copartícipes de la dictadura pandémica

La pandemia de la covid que dentro de poco llegará a los dos años desde que está con nosotros ha sido una excusa perfecta para conculcar nuestros derechos y libertades mediante la utilización de un elemento esencial y de lo más propio del ser humano como es la salud jugando con el miedo de que la vamos a perder e incluso fallecer. Para ello se han utilizado los métodos coercitivos más propios de un sistema en dictadura que en democracia, siendo copartícipes del mismo, diferentes sectores sociales y profesionales como son los gobiernos, los políticos, los sanitarios, los enseñantes, los tribunales de justicia, las fuerzas de seguridad y los medios de comunicación, es decir los mimbres del sistema actual. Hay que decir que han existido excepciones que como se suele decir cumplen la regla pero han sido las menos.

Cada uno de esos copartícipes ha ejercido su papel en esta distopía y despropósito, los políticos y gobernantes, por establecer leyes restrictivas sin base científica y si política, por su absoluta irresponsabilidad y dictar resoluciones al más puro estilo antidemocrático propio de otras épocas, utilizando de forma demagógica salud vs economía, cuando sin salud no hay economía y sin economía no hay salud.

Igualmente se puede decir de la utilización maquiavélica durante esta pandemia de salud pública vs planificación sanitaria cuando el principal problema al igual que en años anteriores en las epidemias gripales era el colapso sanitario siendo claramente un problema de planificación sanitaria, que se tiene que resolver por los gobernantes utilizando eficazmente nuestros impuestos a través de la dotación de recursos humanos y materiales y no de salud pública en el que la solución al mismo se descarga en la población, donde además de contribuir económicamente con los impuestos tiene que contribuir con su propio patrimonio en algunos de los casos.

Los sanitarios por ejercer una profesión en el que lo que han demostrado es el miedo a la enfermedad, circunstancia que son las antípodas de lo que debe ser esa profesión, la cual ha perdido todo su prestigio con la dictadura sanitaria que han ejercido, con haber transformado la atención primaria en todo lo contrario a lo que debe ser una medicina de acercamiento y comprensión del paciente, los hospitales donde lo que imperaba era el miedo y no la confianza en que fuese un lugar donde van a velar verdaderamente por tu salud, a considerar las residencias como auténticas cárceles donde se ha usurpado el que los familiares pudiesen despedir a sus seres queridos. Con su actuación junto a la de los gobernantes y políticos han conseguido debilitar la sanidad pública y fortalecer la sanidad privada.

Los enseñantes al perder toda su esencia de empatía y cariño hacia los menores aceptando el que las escuelas sean más parecidas a campos de regimiento militar que espacios de libertad donde se desarrolle lo más esencial en un menor que es su socialización y su desarrollo cognitivo con todo lo que le rodea, además de fortalecer su sistema inmunológico cosa que no lo han podido hacer con el distanciamiento y las mascarillas.

Los tribunales de justicia por dictar leyes, que, como luego se ha demostrado han ido en contra de la ley marco esencial en una democracia como es la Constitución, así como dictar leyes con supuestas bases científicas, que en realidad y en definitiva no existen, donde se habla de la proporcionalidad sin saber como esa proporcionalidad afectará a la evolución pandémica, si a mejor a peor o seguirá igual, pero eso, en cualquier caso con una restricción de derechos y libertades.

Las fuerzas de seguridad por ejercer su profesión sin el mínimo criterio autocrítico, esencia de una policía democrática y no llevar adelante su trabajo con el latiguillo «nosotros solo ejercemos órdenes», la historia está llena de ejercer órdenes dictatoriales, y, lo peor es que estas se hagan con agresividad y violencia como se ha podido ver durante la pandemia, para que al final su trabajo por culpa de quienes les dan las órdenes quede en el más absoluto ridículo cuando se dictamina por el Constitucional que los estados de alarma y todo lo acontecido a su alrededor no ha sido legal, motivo más que suficiente para que estas fuerzas de seguridad hubiesen aprendido la lección pero parece que esto no ha sucedido ante sus últimas actuaciones.

Los medios de comunicación auténticos tanques de la inoculación del miedo a la población que junto con el discurso de políticos y sanitarios ha llevado a nuestro sociedad a tener una pandemia neuronal de la que difícilmente se va a recuperar y, además, quienes lo han inoculado, en ningún momento se plantean el extender una verdadera vacuna que lleve en su composición, la verdad, y la esencia de lo que es recuperar la empatía y sociabilidad en una población y, en definitiva la humildad para reconocer que lo han hecho muy mal durante toda esta pandemia, no dando voz en ningún momento a la disidencia y calificándola con un término de auténtico corte nazi cuando la realidad es que quienes se han posicionado en el ámbito del nazismo han sido ellos como se ha podido ver con el ocultamiento del pensamiento crítico de la disidencia y su participación en la estigmatización de una parte de la sociedad con la vacuna y el pasaporte covid..

2. Cronología del relato pandémico fracasado y antidemocrático

Si repasamos los diversos eventos de esta pandemia veremos como en todos ellos el común denominador es el mismo «miedo y la falta de libertad», denominador común que siempre se utiliza para el control de la sociedad e instaurar el recelo y la insolidaridad entre sus gentes.

Si empezamos por el inicio de la pandemia primavera 2020, vemos que los elementos utilizados fueron el confinamiento, obligación de mascarillas, los cribados y lo que conllevaba de introducir en la sociedad la figura del delator al más puro estilo franquista, el cierre de la sanidad pública, la mala praxis sanitaria, el cierre de residencias a modo de cárceles, el cierre de la hostelería, con el fin de que no socialice la gente, con el fin de evitar cualquier debate en el seno de la población, por si de ese mismo debate salen ideas críticas con el relato oficial, el teletrabajo, minando en definitiva la fuerza de los trabajadores para que el día de mañana se negocien las condiciones laborales más a nivel individual (más debilidad) que colectivo, el cierre de pequeños negocios a nivel de autónomos, con el fin de que sean absorbidos por las grandes franquicias. Todas estas medidas basadas en la restricción de derechos y libertades, en definitiva, estuvieron impregnadas de la inoculación de grandes dosis de miedo a la población, empezando a vacunarla de ese virus neuronal que todavía hoy en día tenemos. ¿Realmente sirvieron de algo a nivel sanitario estas medidas?Rotundamente NO solo sirvieron para debilitar el sistema en su aspecto básico como es el que sea sólidamente democrático, así como el crear una sociedad recelosa y con total falta de empatía.
Posteriormente continuaron con el relato restringiendo derechos y libertades en verano del 2020 para continuar con la dosis de la vacuna del miedo no vaya a ser que la población generase anticuerpos y considerase que ese relato estaba terminado como así debía de haber ocurrido, lo cual no se dio porque por una parte se nos había dicho que con la mascarilla la gripe había desaparecido y, por otra, que hasta que no llegase la vacuna no habría solución alguna a la pandemia, de manera que la mayor parte de la población con el virus neuronal inoculado creyó a pies juntillas ese discurso y esperó a que viniese el «santo grial» de la vacuna como salvadora..

Es por ello, por lo que ante la subida de hospitalizaciones y UCIs propias de las epidemias estacionales de la gripe, se crean las diferentes olas durante el otoño invierno del 2020/2021 mediante la realización de pruebas de PCR de forma, que, por una parte, se enmascarasen esas hospitalizaciones y UCIs propias de esas épocas gripales en las que casi siempre se ha dado en mayor o menor medida el colapso sanitario y, por otra, se haga ver a la población mediante el engaño de subir pruebas de PCR en la fase de ascenso de la ola donde se adoptan medidas restrictivas para luego bajarlas drásticamente en la fase de descenso, que la decisión de sus medidas han sido las que han conseguido bajar el número de contagios, cuando la realidad es que el contagio baja porque se baja el número de pruebas de PCR y porque el virus de la gripe llegada la primavera desciende rápidamente quedando a nivel basal. ¿ Por qué razón no se mantiene el número de pruebas de PCR tanto en la fase de ascenso como en la de descenso durante las diferentes olas? ¿se habrían obtenido entonces esos descensos que se consiguen de forma intencionada para justificar las medidas restrictivas?La respuesta es muy clara NO, porque estadísticamente hay una gran correlación entre número de pruebas PCR y número de positivos obtenidos y con ello poder jugar al libre albedrío con la Incidencia Acumulada a 14 días estadístico utilizado como referente durante toda la pandemia.

Este ha sido uno de los mayores engaños de esta pandemia por parte de todos los coparticipantes anteriormente mencionados, las pruebas PCR junto con los asintomáticos, nueva definición que nos ha traído la sanidad con esta pandemia, todos estamos si damos positivo enfermos aunque no tengamos síntomas, cuando la realidad es que se ha utilizado junto con la mascarilla, de una forma perversa para sembrar el recelo, la falta de empatía y la división en la población. ¿Realmente han sido las pruebas de PCR fiel reflejo de la pandemia a nivel sanitario? o más bien, ¿han sido reflejo de la utilización política para justificar su relato con medidas propias de lo que no se debe hacer en un estado de derecho? Mi respuesta es negativa en la primera pregunta y afirmativa en la segunda.

Posteriormente en primavera y verano de 2021, y ya con la vacunación en marcha en las franjas de edad de los mayores, en vez de volver a la situación del verano de 2020 seguimos con la inoculación neuronal del miedo para que la gente se vacune con las dos primeras dosis, centrándose en las franjas de los jóvenes con una utilización del todo antidemocrática, y propio de sistemas dictatoriales como es el chantaje mediante la realización de más pruebas de PCR en las franjas de edad a las que se pretendía vacunar. Todos estos chantajes iban dirigidos al ocio de esos jóvenes, nuevamente restringiendo derechos y libertades, llegando a decirles que se podrían reunir si se subía el porcentaje de vacunación en esa franja de edad al más puro estilo militar. ¿Es esto propio de lo que debe ser un país en democracia?

Durante ese final de primavera y verano de 2021 se procedió a crear las siguientes olas para encubrir el problema de las hospitalizaciones y UCIs generadas por la propia vacuna y de esa manera seguir con el inóculo del miedo con el fin de conseguir el que los porcentajes de vacunación fuesen al alza sin importarles en ningún momento si esa elevación iba a generar mayores hospitalizaciones y UCIs debidas a los efectos adversos de la vacuna (pericarditis, miocarditis, ictus, trombos, etc).

Se continúa con el relato de los beneficios de la vacuna pero la realidad es que es todo lo contrario, cada vez se dan más casos de covid en las diferentes franjas de edad cual sea el porcentaje de vacunación en las mismas y, lo que es más grave, cada vez se dan un mayor número de efectos adversos de gravedad, llegando al despropósito de querer vacunar sin importar un mínimo estos efectos adversos hasta el punto de volver a incidir en medidas de total corte dictatorial como son el pasaporte covid, con total falta de criterio científico ya que se sabe que un vacunado también puede contagiarse y contagiar, luego, ¿cuál es la razón científica para exigir ese pasaporte cuando hay más personadas vacunadas que no vacunadas? La respuesta es que no existe razón científica y si política.

Igualmente se puede hablar del empecinamiento en querer vacunar a los menores sin el mínimo criterio científico ya que el único latiguillo que repiten es que aunque esos menores lo pasen levemente se tienen que vacunar para proteger a los mayores que en muchos casos están con la tercera inoculación, entonces, ¿para qué sirve la vacuna? ¿No inmuniza? ¿por qué es más problemática para contagiar la inmunización natural que la artificial? Es evidente que ellos mismos implícitamente están reconociendo que la vacuna no sirve, no inmuniza y la inmunidad natural contagia a lo sumo igual que la artificial.

Finalmente y, en el momento actual en el que estamos en la época álgida de la epidemia estacional de la gripe, se ha procedido a crear esta sexta ola realizando de una forma exagerada pruebas de PCR, las cuales nuevamente han generado restricción de derechos y libertades, de manera que les sirva para justificar el descenso de positivos bajando el número de pruebas como siempre lo han hecho, y, de esa manera, encubrir las hospitalizaciones y UCIs que siempre se dan en esta época de forma que para marzo tengan como salida de su relato fallido el que la covid quedará como un virus endémico al igual que la gripe, eso si con dos vacunas o una vacuna doble vírica para todos los años.

¿No es este relato pandémico un relato fracaso y antidemocrático? La respuesta es claro lo es en ambos conceptos.

3. Desestructuración de la sociedad y fracaso del sistema

Con todo este relato, en el que se ha inoculado un virus neuronal del miedo y con el denominador común de la restricción de derechos y libertades, han conseguido llevar al sistema a posiciones propias de una dictadura, abandonando los principios básicos que deben regir una democracia, y, siendo las consecuencias la desestructuración de las familias y la propia sociedad, creando recelo, falta de empatía e individualismo, de manera que ahora tenemos una sociedad bastante peor que la que teníamos antes de la pandemia y de la que difícilmente se saldrá mientras no se logre vacunar de ese virus neuronal del miedo.

Es el propio sistema con sus poderes fácticos el que se ha cargado el sistema dejando de lado cualquier principio democrático de lo que son la defensa de los derechos y libertades, renunciando a su defensa por parte de los supuestamente partidos que ideológicamente siempre han estado al lado de ello, dejando libre a la demagogia de opciones más extremas dicha defensa, que, como todos sabemos, solo será eso demagogia, de manera que se pudiese llegar el caso de erigirse como salvadores de la patria, cuando lo que nos ha enseñado esta pandemia es precisamente que nadie nos tiene que salvar, somos nosotros mismos la propia sociedad quien se tiene que empoderar y colocarse por encima de este sistema fracasado precisamente por causa de un virus que ellos mismos lo han querido utilizar para encarcelar y anular a la sociedad. Al final el virus pandémico será el virus que resquebraje el propio sistema, donde la clase política tiene que tener presente que han usurpado un poder por dejación de los derechos de una sociedad que no ha interiorizado que esa clase política está al servicio de los ciudadanos, y no al revés como a ellos les gusta que sea, es decir, ellos tienen que ser nuestros empleados y no nuestros jefes.

Este mismo virus se ha cargado también el sentido identitario de los territorios desde el punto de vista que para plasmarlo es necesario el respeto al derecho a decidir de los pueblos, circunstancia que con este virus se ha visto que las opciones nacionalistas e independentistas que defienden esa posición no lo han respetado de ninguna manera, ya que para respetar ese derecho a decidir de un pueblo es imprescindible empezar por el respeto al derecho a decidir individual y colectivo el cual en ningún momento se ha protegido sino todo lo contrario, como por ejemplo se ve de forma clara con la vacuna, la cual es voluntaria pero se hace de facto obligatoria mediante el chantaje y la extorsión.

4. Cambio de paradigma social

Llegado este momento en el que se podría decir que el sistema se ha anulado a si mismo es el momento de que la sociedad cree una nueva forma de relacionarse abandonando el globalismo y encaminándose hacia un localismo de auzolan, de comunidad, de manera que la resolución de las problemáticas se lleven a cabo entre personas más allegadas por proximidad y que su enfoque esté dirigido hacia la resolución de los problemas que se tengan en ese localismo comunitario por parte de sus ciudadanos sin que tengan que intervenir elementos totalmente ajenos a esas problemáticas los cuales las desconocen por completo, no suponiendo, por lo tanto, valor añadido alguno a la comunidad, como en realidad estaba ocurriendo con el sistema actual.

Por otra parte esa forma de autoorganizarse trasciende más allá de las fronteras ya que esos localismos de proximidad pueden una vez autoorganizados, ayudarse y cooperar mutuamente con otros localismos, aunque en este momento estén enclavados en el sistema caduco de los estados como los conocemos actualmente, siendo la realidad como se ha visto en esta pandemia que no nos sirven en absoluto porque todos forman parte de un estado a nivel mundial globalizado donde lo que impera es el beneficio económico de los poderes fácticos y no el beneficio de las personas y de los colectivos sociales.

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