Ramón Contreras López
Asociación Vecinal del Valle de Egüés URBI Auzo Elkartea (forma parte de la Plataforma Salvemos Eguesibar Zain Dezagun y Coordinadora Haize Berriak)

Paralización de los proyectos de polígonos eólicos y solares y creación de comunidades energéticas locales

Se trata de organizar desde abajo, desde la participación voluntaria, de una localidad, una urbanización, una comunidad vecinal, un polígono industrial..., un modelo distinto descentralizado y adaptado a cada comunidad de producción y consumo de energías renovables, ya sea eléctrica, térmica o combustible.

Reproducía en la revista "Cruz y Raya", José Bergamín, en 1934, un párrafo de José Ortega y Gasset publicado en "El Sol" en 1920 que decía: «Yo creo todo posible en nuestro país: es éste un cuerpo podrido en penúltimo grado de disociación...». Y, años más tarde, exactamente en marzo de 1978, José Bergamín escribía en "Sábado Gráfico": «La confusión reina, pero no gobierna».

Sirvan estas frases premonitorias para ilustrar la actual situación que tenemos con la avalancha de proyectos de polígonos eólicos y solares que nos invade.

Desde el año 1998 hasta la actualidad, Navarra tiene instalados 53 polígonos eólicos con 1.318 aerogeneradores y una capacidad de producción de 1.332 megavatios (MW), y 657 hectáreas de polígonos solares con una potencia de 142,70 MW (un MW equivale a un millón de vatios o mil kilovatios).

A pesar de esta implantación de polígonos de energías renovables, en estos momentos el 80,6% de la energía consumida en Navarra sigue proviniendo de los combustibles fósiles. Con lo que estas instalaciones no han conseguido contribuir a la reducción de la emisión de partículas de efecto invernadero, ni ayudar a revertir la crisis ecológica ni el cambio climático y, por el contrario, si han incrementado las afecciones negativas al paisaje, al suelo, a la flora y fauna y a las personas.

A pesar de ello, se han presentado ante el Gobierno de Navarra diecisiete nuevos proyectos eólicos, que suponen 329 aerogeneradores y 1.279 KW de potencia y seis grandes polígonos solares fotovoltaicos que ocuparían 3.124,3 hectáreas con 1.522 MW de potencia.

Esta es la «solución» de los poderes económicos: aumentar la superficie de suelo ocupado y destrozado, implantando nuevos polígonos eólicos y solares, para incrementar la producción, el consumo de energía y, sobre todo, aumentar sus beneficios.
Todos estos proyectos representan las salidas que no hay que adoptar y van en sentido contrario a las medidas que son necesarias poner en pie:

-En primer lugar, porque todos ellas son iniciativas privadas promovidas por grandes empresas.

-En segundo lugar, porque no existe una planificación que racionalice y de sentido a lo que hace falta y a lo que sobra.

-En tercer lugar, porque están basadas en el incremento del consumo, manteniendo y superando los picos de los combustibles fósiles, haciendo que las energías renovables no puedan absorber esos incrementos de consumo, ya que las reservas de minerales finitos son la base de los aerogeneradores y de las pilas de acumulación de energía.

Y, sobre todo, porque esta avalancha de proyectos de polígonos forma parte de un ataque sistemático de los poderes económicos contra la vida y contra los sectores de la población más desprotegidos, a los que la crisis ecológica y el cambio climático incide de forma más dolorosa. Como dice Jorge Riechmann: «el cambio climático es el síntoma, la enfermedad se llama capitalismo».

Ante esta agresión a nuestra vida, entorno, hábitat, naturaleza... la administración se limita a no hacer nada o, a lo sumo, a jugar el papel de «portero de discoteca». Y eso, porque la mayoría de las formaciones políticas que gobiernan, o se mueven por ideologías neoliberales, o no son conscientes del contenido económico y social de la crisis ecológica existente.

Lo que decían Ortega y Gasset y Bergamín: «cuerpo podrido y reinado de la confusión».

Rompiendo su inacción, la administración debe, en primer lugar, paralizar mediante una moratoria todos los proyectos de polígonos eólicos y solares, aunque estén en tramitación.

Adoptando medidas de protección de los bienes comunes, de nuestros hábitats y nuestra naturaleza.

Planificando y regulando la economía al servicio de las necesidades de la población, no de las multinacionales.

Acometiendo medidas de sensibilización y educación ecológica sobre la necesidad de reducir consumos y adoptando principios de suficiencia y adaptación a la crisis mundial existente... etc.

Y, como somos partidarios de las energías renovables, se debería, desde la administración, propiciar la creación de Comunidades Energéticas Locales para una transición energética democrática, implicando a la ciudadanía en la implantación de energías renovables en sus entornos de vida.

Es una orientación totalmente contraria a la que representan los grandes proyectos de polígonos eólicos y solares promovidos por empresas privadas. Se trata de organizar desde abajo, desde la participación voluntaria, de una localidad, una urbanización, una comunidad vecinal, un polígono industrial..., un modelo distinto descentralizado y adaptado a cada comunidad de producción y consumo de energías renovables, ya sea eléctrica, térmica o combustible.

De esta forma se fomentan las energías renovables y el autoconsumo, lo que contribuiría a mitigar las situaciones de vulnerabilidad y pobreza energética, colocando a las personas consumidoras, convertidas en productoras, en el centro de la toma de decisiones.

Este modelo democrático y participativo debe garantizar la producción cercana al punto de consumo, siendo respetuoso con el entorno natural, desarrollando el autoconsumo y la eficiencia energética, reduciendo las perdidas por transporte y distribución, aprovechando el espacio urbano para generación de renovables.

En Navarra tenemos los concejos, que son entidades locales cercanas y accesibles a la población. Supondría un gran avance que en lugar de tantos proyectos presentados por empresas privadas y que tienen en frente a las poblaciones afectadas, los Concejos o Ayuntamientos de esas localidades promoviesen Comunidades Energéticas. Esta sería una línea de actuación diferente y alternativa a la que nos ofrecen las empresas y por ahora, el Gobierno de Navarra.

(No quiero acabar este artículo sin mostrar mi agradecimiento y admiración por el excelente trabajo que está llevando a cabo en este terreno la Fundación Sustrai Erakuntza y del que se han extraído los datos aportados).

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