Pedagogía en la izquierda abertzale
Coincido con la inmensa mayoría social que opina que el proceso de resolución del conflicto político nos exige y va a exigirnos altos niveles de compromiso y responsabilidad para superar la constante del enfrentamiento y la bronca.
Aunque cada cual va a colocar el listón de las exigencias siempre más alto cuando le toque saltar a otro, de lo que no tengo la menor duda es de que todos y todas vamos a tener que saltar. Otra cosa bien diferente es que además de poner ese listón más alto al prójimo, se ponga el acento para exigirle incluso el estilo sobre como debe hacerlo.
Sirva esto para explicar de forma gráfica mi crítica sobre lo que dijo Andoni Ortuzar en la rueda de prensa que dio en nombre del PNV valorando la manifestación de Bilbo. Entiendo que se sintiera decepcionado por los gritos a favor de los presos en una manifestación que estaba acordado que debía ser silenciosa. Entiendo que, por la presión política y mediática, el PNV y Ortuzar, aun sabedores de las circunstancias y condiciones que rodearon la manifestación, hicieran un tremendo hincapié y destacaran que «una de las tareas más importantes que tiene la izquierda abertzale es hacer mucha, mucha, mucha pedagogía en sus bases». Lo que no entiendo es que tras «poner los deberes» y levantar el listón de las exigencias hacia la izquierda abertzale, incidan a modo de contrapunto en que el PNV «cumplió su palabra».
Pues bien, desde el respeto y como militante de base de la izquierda abertzale, quisiera decirle a Ortuzar que, sin dejar de ser cierto que la izquierda abertzale ya está y debe seguir haciendo un trabajo pedagógico en su base, no es menos cierto que el PNV también tiene que acometer ese trabajo pedagógico y no sólo en lo que respecta a su base. ¿Es que acaso alguien cree que las bases y militancia del PNV respondieron de forma masiva y disciplinada a la convocatoria del partido? Solo hay que repasar someramente la asistencia a esta manifestación el año pasado sin el llamamiento del PNV y el incremento de esa participación este año. Desde luego, el PNV ya ha demostrado en otras manifestaciones, con otros partidos y otros objetivos, tener y aportar más músculo que el día 11 de enero. Como tampoco nada bueno dice sobre la pedagogía interna del PNV que responsables políticos como Azkuna se jacten públicamente, y tras pasada la manifestación, no solo de no haber acudido, sino de «no acudir ni a heredar con la izquierda abertzale».
En consecuencia, con lo que he planteado al principio (y dicho lo dicho), quiero acabar subrayando que lo que fundamentalmente viví y sentí el día 11 fue vislumbrar un pequeño y esperanzador paso. Espero de verdad que la honradez y la responsabilidad se antepongan cada vez más a los reproches para que lo que se inició en Bilbo contribuya a facilitarnos el salto a todos y a todas. Desde luego el inmovilismo o las zancadillas no van a acercar a nadie al listón.