José R. Loayssa
Miembro de Podemos y de Ahora Navarra-Orain Mugituz

Podemos. Otra consulta para olvidar

Hay esperanza, esta consulta ha tenido una mayor respuesta crítica que las anteriores en las bases de Podemos y se han multiplicado protestas algunas respaldadas por muchas firmas. La cuestión es hasta cuando los militantes y adscritos de Podemos van a permitir esta degeneración burocrática.

Escribo esa carta cuando esta a punto de cerrarse el periodo de votación en la consulta que la Dirección Estatal de Podemos ha convocado sobre la forma y el nombre con el que el Partido concurrirá en el 2019. Con toda seguridad Pablo Iglesias recibirá un respaldo masivo a sus propuestas y se habrá consumado una nueva manipulación, un ejercicio aparente de participación de los miembros del partido cuando éstos en realidad no deciden nada substancial y todo queda en manos de la Dirección Estatal. En el plebiscito hay tres preguntas que solicitan al votante que defina, en diferentes ámbitos, si apoya que Podemos se presente con las fuerzas aliadas del cambio con una papeleta en la que figure el nombre de Podemos. Una pregunta se refiere a las elecciones Europeas, otra a las autonómicas y otra a las municipales. En este último caso se añade la salvedad de que exista o no una «marca» consolidada de cambio en el ayuntamiento concreto, pero sin aclarar quién va a determinar y cómo ese requisito de la «consolidación». Como la experiencia me ha hecho un poco malpensado, creo que el juicio sobre la consolidación dependerá de la sintonía de la candidatura municipal con las orientaciones de la dirección de la formación morada. Consolidación y vasallaje se pueden confundir.

Tenemos que recordar que no ha habido en Podemos ningún debate colectivo sobre las elecciones del 2019, el programa a defender o la táctica electoral a emplear. Esas decisiones corresponden exclusivamente  a su secretario general y en todo caso a sus «colaboradores» más cercanos. Las bases del partido tienen que decidir cuestiones más simples y asequibles al «pueblo llano», unas cuestiones como si quieren que en las candidaturas respaldadas figure el nombre de Podemos o no. Es obvio que de antemano se sabe cual va a ser el resultado pero ¿que significaría una votación negativa? ¿Que los adscritos no quieren ver el nombre de Podemos en la papeleta? La interpretación se complica porque como suele ser habitual en las consultas de Podemos no se tratan de preguntas únicas sino compuestas. No se puede votar separadamente el nombre de la candidatura de la cuestión de si quiere que Podemos acuda coaligado con fuerzas «aliadas». Me pregunto si los votos negativos se interpretarán como rechazo al nombre o negativa a las alianzas. También me cuestiono que tendría que votar los que son proclives a acudir con algunas fuerzas aliadas pero no con otras. Por supuesto, que las fuerzas aliadas no tienen nombre en la papeleta porque Pablo Iglesias no se podía arriesgar a una sorpresa si preguntaba a los adscritos si querían ir con IU a las elecciones.

No voy a aburrir a los lectores detallando todas las «pifias» de la consulta que se realiza en referencia a coaliciones a distintos niveles (Europa, Estado y municipios), territorios y localidades. Dudo que los inscritos después de los resultados de la votación interna sepan como finalmente se concretará el respaldo electoral de Podemos en su comunidad o ayuntamiento, pero ya se lo aclararan los dirigentes, que para eso están, a su debido tiempo. Pero esta consulta lo que sirve es para poner una vez más de manifiesto la mala salud democrática de la organización que se reivindicaba del 15M y de la «nueva política». Sin embargo hay esperanza, esta consulta ha tenido una mayor respuesta crítica que las anteriores en las bases de Podemos y se han multiplicado protestas algunas respaldadas por muchas firmas. La cuestión es hasta cuando los militantes y adscritos de Podemos van a permitir esta degeneración burocrática, porque seguimos necesitando un partido como el que Podemos propuso en el 2014: democrático, rupturista y horizontal. En Navarra hay un grupo de personas que lleva meses criticando esa deriva y que pensamos tiene como objetivo final un Podemos «domesticado» que se ponga al servicio del «orden». Un orden que por supuesto es el orden establecido.

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